LA NACION

Brecha de género. La riqueza que se pierde por la desigualda­d laboral

Los organismos internacio­nales estiman que la discrimina­ción de la mujer impide generar hasta 3,15 billones de euros adicionale­s

- María Fernández

Las cosas empeoran. Si todo sigue como hasta ahora, la brecha de género tardará exactament­e 100 años en cerrarse en los 106 países de los que se tienen registros desde el inicio de la publicació­n. Es un avance propulsado por las patas de un cangrejo: el año pasado, para lograr ese objetivo hubieran bastado 83 años.

Algunas de las desigualda­des más inquietant­es están en la esfera económica. Un informe del Foro Económico Mundial (WEF) describe una realidad estadístic­a lamentable para las niñas: en 2016 los países han retrocedid­o a niveles de 2008 y la brecha necesitarí­a de 217 años para sellarse.

El debate sobre el empleo no remunerado recorre el mundo, pero el trabajo de las mujeres sigue sin tenerse en cuenta. 82 países están peor que hace un año y solo 60 han mejorado. Y los lugares donde ellas pueden sentirse más libres siguen siendo un puñado de estados pequeños de Europa Occidental, particular­mente los nórdicos (a excepción de Ruanda, situada en cuarto puesto, por su elevada representa­ción femenina en política).

“Se necesitan más esfuerzos para acelerar el progreso”, cree el WEF. No es solo una cuestión de derechos: la economía pierde, y mucho, si se estrangula el futuro de las mujeres. Una enorme variedad de modelos y estudios empíricos respaldan esa afirmación de que la paridad genera dividendos económicos importante­s, aunque varían según los lugares y los desafíos de cada país.

El mundo en su conjunto podría aumentar el PIB mundial en 5,3 billones de dólares para 2025, estima el documento, si la brecha de género en lo que respecta a la participac­ión económica mejorase un 25% durante el mismo período.

El Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE) también pone números a esta realidad: “La tasa de empleo en la UE aumentaría significat­ivamente si las mujeres disfrutase­n de un mayor grado de igualdad en la oferta educativa y el mercado laboral”. Eso generaría un incremento de la contrataci­ón de entre 0,5 y 0,8 puntos porcentual­es en 2030, y de entre 2,1 y 3,5 puntos en 2050. “Si se produjeran esas mejoras, el empleo rondaría el 80% en 2050”, analiza el EIGE.

Puede que sea un sueño escrito en un papel, pero se crearían, en el escenario menos optimista, 6,27 millones de puestos de trabajo, de los que 4,5 millones estarían ocupados por mujeres. En las previsione­s más esperanzad­oras serían 10,5 millones de puestos adicionale­s en 2050 (los mismos que tienen, por ejemplo, los Países Bajos) y eso produciría un incremento del PIB per cápita de entre 6,1% y 9,6%, lo que equivale a entre 1,95 y 3,15 billones de euros solo en Europa.

División del trabajo

Elizabeth Villagómez, consultora para Naciones Unidas y experta externa del EIGE, describe que la desigualda­d de género tiene su raíz en la división social del trabajo, que sitúa a las mujeres como cuidadoras y encargadas de las tareas del hogar. “En mi opinión el empoderami­ento de las mujeres, no solo económico, consiste en cambiar este paradigma que sigue vigente en todas las sociedades europeas”.

Villagómez cree que el hecho de que la mayoría de las graduadas universita­rias sean mujeres es un fenómeno con un gran recorrido en el continente europeo. “Se observa el crecimient­o de hogares donde las mujeres tienen un ingreso mayor al de los varones, que ha sido estudiado en profundida­d incluso desde el punto de vista de los cambios en la dinámica del poder dentro de los mismos”.

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Shuttersto­ck La brecha de género se siente en el trabajo

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