Tevez y Boca, de nuevo juntos
regreso. El delantero dejó China y, sin tener un contrato, se entrenó con el plantel
Como todo lo que ocurre en su vida, llena de golpes de timón, la vuelta de Carlos Tevez a Boca fue impactante y algo sorpresiva. El delantero, que rescindió su contrato con Shanghai Shenhua, de China, apareció ayer en el predio de Los Cardales donde el plantel xeneize realiza su pretemporada, pese a que no tiene todavía un contrato con el club. “De Boca nunca me fui”, dijo, desde su auto, al ingresar al predio. Lo cierto es que la que se inicia será su tercera etapa en la entidad, de la que se alejó por segunda vez en diciembre de 2016 para convertirse en China en el futbolista mejor pago del mundo. Muchos hinchas de Boca están aún dolidos por aquella salida sin despedida, por lo cual Tevez tendrá un perfil bajo en este ciclo: por caso, no vestirá la camiseta 10, sino la 32.
El tercer ciclo de Carlos Tevez en Boca ya se puso en marcha. En la mañana de ayer, su representante Adrián Ruocco llegó a un acuerdo con los abogados del Shanghai Shenhua para rescindir el contrato y así llegar a Boca en condición de libre. Guillermo Barros Schelotto sonríe porque la vuelta de Carlitos le suma mucha más jerarquía a su plantel, que sin dudas ahora es uno de los de mayor nivel del continente.
Este retorno tiene un tinte muy diferente al que concretó hace dos años y medio. Hay una relación con la gente que no está partida totalmente, pero que mantiene todavía las heridas que ocasionó su decisión de irse a China por una única motivación: los 40 millones de dólares anuales que los asiáticos le ofrecieron. “Con tres goles eso se termina”, le afirmaron desde los pasillos de la institución de la Ribera a la nacion. Pero hoy Tevez no tiene la cabeza levantada observando a una Bombonera repleta que le da la bienvenida a un ídolo intocable, más bien agacha la cabeza y dice ser un refuerzo más que llega para sumar. Consciente de que debe eliminar la necesidad de protagonismo que tantos revuelos trajo en su última estadía en el club y recuperar esa mentalidad férrea con la que siempre se lo conoció. Porque éste es un Boca ganador que no acepta soldados caídos o dubitativos.
Carlitos se introducirá en un equipo que mentalmente está fuerte, con la confianza de haber perdido sólo dos partidos en el torneo, con nombres muy consolidados y de gran nivel, y con un entrenador que cada día convence más desde su idea. Justamente, el atacante trae en su cabeza todo lo contrario. China podía ser un paraíso para él, pero seguramente hoy esté arrepentido de haber vivido esa experiencia: lesiones, bajos rendimientos dentro del campo de juego (4 goles en 17 partidos y terminó siendo suplente), catalogado por los hinchas del Shanghai como la peor contratación de la historia de ese club y, como consecuencia de todo aquello, una mala relación con los dirigentes chinos que hicieron aparecer una vez más el fantasma del retiro. Un desgaste mental del que debe escaparse urgente, porque Boca necesita otro espíritu. Y si no lo consigue, Guillermo tiene el aval de los hinchas para tomar la decisión que crea mejor.
Carlitos quiere cambiar esa imagen que lo tenía por el suelo. Las experiencias, casi todas negativas, que afrontó en el último tiempo, lo impulsan a eso. Le permitieron aprender. Para comenzar a fortalecer su mentalidad, ayer mismo ya le mostró a la gente de Boca algunas acciones que lo convierten en un Tevez distinto, uno que no tiene el deseo de ser el centro del mundo azul y oro. Un poco porque aquella dolorosa eliminación de la Copa Libertadores ante Independiente del Valle le quitó el exceso de confianza: ya sabe que por el sólo hecho de llamarse Carlos Tevez no ganará aquel torneo tan importante para el xeneize. Y otro poco porque Guillermo Barros Schelotto no quiere que el futbolista de 33 años tenga la llaves del club y que todo se haga a gusto de él.
Al menos en este inicio del tercer período con la camiseta boquense, el Apache opta por un perfil mucho más bajo. Basta sólo con ver su actitud de ayer: no bien se confirmó el acuerdo de la rescisión, lo llamó a Daniel Angelici y le pidió el permiso para dirigirse al Sofitel de Los Cardales para empezar a entrenarse esa misma tarde, aún sin haber firmado el contrato con Boca. Y así fue como estuvo presente en el doble turno trabajando en el gimnasio. Nada de esperar al lunes o a la firma del nuevo vínculo. Nada de pretender un poco más de descanso.
Con el correr de las horas salieron a la luz otros detalles. Uno tiene que ver con su número de camiseta. Se daba por descontado que pediría la camiseta Nº 10 que le dejó a Ricardo Centurión cuando se fue a China y que hasta hoy le pertenecía a Edwin Cardona, pero cuando se lo consultaron directamente solicitó la Nº 32 que utilizó en West Ham, Manchester United, Manchester City y en su último paso por Asia, además de tenerlo tatuado en uno de sus brazos. El otro gesto tiene que ver con la capitanía: tampoco la exigió. Quiere desligarse de todo protagonismo, de todo pedido que pueda fastidiar a algunos y que provoque una mala convivencia. En palabras simples, quiere que su último ciclo arranque bien y, de a poco, se reconstruya su idolatría. De esta manera, Pablo Pérez seguiría utilizándola mientras Fernando Gago continúa recuperándose.
Por todas estas situaciones, Carlitos ayer no sólo comenzó su tercer ciclo, sino también el proceso de cambio. Un Tevez con un nuevo pensamiento: considerarse uno más. Aunque su mentalidad, últimamente tan solapada, debe empezar a activarse si verdaderamente quiere conseguir su mayor anhelo: la segunda Copa Libertadores de su carrera con Boca.