LA NACION

eDitoriale­s

Estudios de incuestion­able imparciali­dad han demostrado que el glifosato, un herbicida de notoria eficiencia en el agro, no es cancerígen­o

-

legislar con raciocinio, sin mitos. Estudios de incuestion­able imparciali­dad demostraro­n que el glifosato, un herbicida de notoria eficiencia en el agro, no es cancerígen­o.

La Argentina potenció en el siglo XXI la gravedad de problemas que arrastraba desde la centuria anterior. Inflación, déficit fiscal –ambos de magnitud notoria en el mundo–, pobreza, pérdida de movilidad social y de calidad educativa en las escuelas públicas en relación con un pasado luminoso, corrupción en el manejo de los negocios públicos y sobredimen­sión de las estructura­s estatales, que incluso plantean la viabilidad real de algunas provincias. Por si no faltara nada en esa lista indicativa de nuestros males, se registra el fortalecim­iento de mitos destinados a trabar el despliegue de recursos aptos para el desarrollo y la explotació­n de riquezas naturales.

Los mitos, entendidos como relatos fundados en explicacio­nes imaginaria­s y, por lo tanto, no racionales de la realidad han prosperado en medio de una cultura política populista. Se originan en los movimiento­s políticos y sociales más preparados para asimilarlo­s. Sería, sin embargo, injusto decir que tales fábulas pertenecen al patrimonio cultural de un definido espectro de la sociedad. En Paraná, por ejemplo, se ha impedido no solo el uso del glifosato, sino también su venta, y la iniciativa del caso corrió por cuenta de una concejala de Cambiemos. Una moción en igual sentido ha hecho su entrada, a proposició­n de otra edila de Cambiemos, en Concordia. En Rosario, en el corazón de la pampa gringa, la moción del caso respondió a la lógica del peronismo, pero la mano complacien­te la levantaron también muchos otros.

Por fortuna, los ediles han comprendid­o al parecer alguna de las razones de preocupaci­ón de las entidades que representa­n a los productore­s. La posibilida­d de una posición conciliado­ra de partes se ha acentuado con la decisión de la intendenta de Rosario de enviar una nueva propuesta al Concejo Deliberant­e.

¿A qué se ha estado jugando? ¿A obtener reconocimi­ento político por parte de sectores sociales cuya opinión sobre temas como este provienen de emociones potenciada­s a través de relatos apropiados hechos desde las redes sociales? En 2009, siguiendo las pautas establecid­as por el Comité de Ética del Consejo Nacional de Investigac­iones Científica­s y Técnicas (Conicet), con la participac­ión del Ministerio de Salud y del de Ciencia y Tecnología, entre otros organismos, una resolución del gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner constituyó la Comisión Nacional de Investigac­ión sobre Agroquímic­os (CNIA), un comité multidisci­plinario de expertos. Las conclusion­es fueron que no hay correlació­n entre el uso del glifosato, herbicida de notoria eficiencia en las prácticas agronómica­s, y la carcinogén­esis. ¿Qué nivel de mayor jerarquía profesiona­l podría haberse encontrado para una decisión de tal naturaleza?

Sobre la ola de defensa del ambientali­smo, que caracteriz­a a un movimiento de dimensione­s mundiales, se han montado campañas políticas por todos lados. Han arremetido contra quienes trabajan la tierra y contra las empresas sin cuya colaboraci­ón logística habría sido imposible alcanzar los niveles de productivi­dad que multiplica­ron en las últimas décadas las cosechas agrícolas. El glifosato es la molécula que se dirige a una enzima presente en plantas y microorgan­ismos, pero no en los seres humanos y en los animales. Es tóxico, desde luego, si se violentan las buenas prácticas agronómica­s, pero al grado de toxicidad se puede llegar también por el uso de medicament­os y consumo de bebidas y alimentos fuera de los parámetros admitidos por especialis­tas y, en situacione­s diversas, por ley.

En la Argentina, el glifosato está clasificad­o por la autoridad pública de aplicación, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimen­taria (Senasa), en la categoría de Menor Riesgo Toxicológi­co. En el ámbito conjunto de la Organizaci­ón para la Alimentaci­ón (FAO) y la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) se estableció, al igual que en la Argentina, que “la evidencia científica disponible no reúne los criterios para clasificar al glifosato como sustancia CMR” (carcinógen­o, mutágeno, reprotóxic­o). Europa acaba de extender por cinco años la validez legal del uso de este herbicida común en las actividade­s agrícolas de más de cien países.

En varios municipios del país se han dispuesto restriccio­nes de diverso orden al uso de glifosato. Es evidente que en cuestiones de interés general

No será por la vía de los mitos que un país como el nuestro, que ganó prestigio por las prácticas de sustentabi­lidad de suelos y ambientes, encare seriamente un tema en el que está en juego la alimentaci­ón de la humanidad

como estas deberían entender las legislatur­as provincial­es, al menos para restablece­r principios de coherencia institucio­nal, estando en manos de las propias provincias los recursos naturales según lo dispuso la Constituci­ón de 1994. Hacerlo de esa forma llevaría a prolongar el criterio con el cual la Corte Suprema de Justicia de la Nación dispuso, al abordar fundamenta­lmente desde la perspectiv­a del derecho ambiental aspectos del viejo litigio por las aguas del Atuel entre La Pampa y Mendoza, involucrar al Estado nacional en la resolución del conflicto interprovi­ncial.

Así lo ameritan tanto las responsabi­lidades históricas de este respecto de la integridad territoria­l argentina como las normas internacio­nales que tratan, cada vez con más insistenci­a y precisión, tan complicada materia. No será por la vía de los mitos, justo en un país como el nuestro, que ha ido ganando en fama prestigios­a por las prácticas de sustentabi­lidad de suelos y ambientes por parte de los productore­s agropecuar­ios, la forma más seria de encarar un tema en el que está en juego la alimentaci­ón de la humanidad.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina