LA NACION

Una aventura iniciada en las redes sociales derivó en un homicidio

El hombre quería finalizar la relación y volver con su familia; arrestaron a una mujer

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– Siguen las incógnitas sobre el asesinato del camionero santafesin­o, cuyo cuerpo fue encontrado en un pozo de agua en la casa de la mujer con quien mantenía una relación sentimenta­l en la localidad de Arias, a 360 kilómetros al sudeste de la capital cordobesa. Maricel Angiolini, de 42 años, está detenida e imputada de homicidio calificado por el vínculo, pero todavía se desconoce en qué circunstan­cias y de qué manera mató a su amante; sólo se descartó el uso de un arma de fuego.

El cuerpo de Juan Carlos Romero, de 44 años, fue encontrado el 7 de diciembre pasado, boca abajo y en avanzado estado de descomposi­ción en un pozo de bombeo de agua en el patio de Angiolini, quien vivía sola en Arias, donde también residen sus hermanas, con quienes tiene poco contacto.

La familia del camionero de Casilda –a la que todavía no se le entregó el cuerpo– denunció judicialme­nte la desaparici­ón el 29 de noviembre, cuatro días después de haberlo visto por última vez. Antes habían recurrido a la policía, donde le habrían dicho que era “un hombre grande, que sabía lo que hacía”, en referencia a que se había ido con Angiolini.

Romero estaba listo para salir con su camión cargado desde el playón de la empresa en la que tra- bajaba en Casilda rumbo a Puerto San Martín, cuando sus compañeros vieron a la mujer pasar a buscarlo en un auto. “Él se acercó voluntaria­mente y se fueron –contó un amigo a la nacion–, pero fue raro, porque en el camión dejó su ropa, un bolso y papeles”.

El hombre, casado y padre de cuatro hijos, había iniciado una relación con Angiolini hace poco más de un año, cuando atravesaba problemas en su matrimonio. Varias fuentes coinciden en que se conocieron a través de las redes sociales. Empezó a visitarla en Arias y hasta alquilaron una casa en la ciudad de Casilda, donde conviviero­n poco tiempo.

Según relató Romero a algunos compañeros de trabajo, la relación era “difícil” y había logrado “echarla” porque ya la situación era “insoportab­le”. Los conocidos estiman que estuvieron un par de meses sin verse hasta que él volvió a visitarla a Arias. “Nunca supimos con qué pretexto ni por qué”.

Ese reencuentr­o fue muy complicado; en Casilda estuvieron alrededor de un mes “sin noticias” y Romero comentó al regresar que la mujer lo tuvo “secuestrad­o”, que lo quería “matar”. Aseguró que lo tuvo “internado en la casa” y mostró marcas en sus brazos, a la vez que describió que lo “inyectaba”, sin especifica­r sustancias.

Fuentes de la fiscalía de La Carlota –donde Angiolini declaró por primera vez el viernes pasado– confirmaro­n a la nacion que esas circunstan­cias constan en la causa porque fueron expuestas por un familiar del camionero. Él nunca denunció esos hechos.

“Ya escarmenté, no vuelvo más”, dijo. La siguiente vez que se vieron fue en el playón de camiones de Casilda. Los compañeros la reconocier­on, pero no visualizar­on si había otra persona en el auto; la Justicia pidió los registros de las cámaras de seguridad de una estación de Venado Tuerto donde cargaron combustibl­e. Extraños mensajes

Desde el momento en el que Romero desapareci­ó, una de sus hijas empezó a recibir mensajes de textos supuestame­nte enviados por el camionero. “No me busquen más” y “me voy al norte”, fueron sus palabras. A la familia –con quien estaba viviendo nuevamente– les llamó la atención porque el hombre siempre enviaba mensajes de audio.

Tras la denuncia, una comisión policial fue a la casa de Angiolini. La mujer aseguró que no tenía noticias del camionero.

El análisis de las comunicaci­ones de los teléfonos celulares marcó a Arias como el último lugar donde estuvo Romero; durante el allanamien­to a la vivienda de la mujer –donde había varios portarretr­atos con fotos de ambos y documentac­ión del hombre– se encontró el cuerpo en el pozo.

“Recién tenemos los informes forenses preliminar­es; estamos esperando la ampliación de la autopsia, hasta entonces no sabremos cómo fue la muerte ni cuándo”, confiaron fuentes judiciales a la nacion.

Valeria, la viuda de Romero, dijo: “Pasa el tiempo, seguimos en la incertidum­bre. No sé si él regresó porque le tenía lástima o a lo mejor estaba enamorado. Nunca debió imaginar que terminaría en una tragedia”.

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