Ahorros en dólares
La pasión argentina por ahorrar en dólares comenzó en una fecha que recuerdo bien porque entonces ejercía el oficio de intérprete en conferencias internacionales y recibía al final de cada una mi paga en billetes de dólar, que invariablemente cambiaba por pesos que invertía en acciones en la Bolsa, hasta 1955, cuando cayó Perón. El nuevo gobierno nombró nuevos jueces que dictaminaron que, dejando atrás el régimen estatista derrocado, el país volvía a tener un régimen liberal que no admitía que el Estado fijara un tope a las tasas de interés que debían ser regidas por el libre juego de la oferta y la demanda. Adam Smith, fundador del liberalismo, dice lo contrario y sugirió, para la Inglaterra de su época, un tope del 8% anual. Desde la sanción de nuestro Código Civil en 1869, que pena la usura, la jurisprudencia uniformemente había determinado que la tasa que superaba el 12% anual constituía usura, que, además, desde la sanción del Código Penal en 1921, constituía delito. Con la nueva jurisprudencia se fundaron de inmediato docenas de financieras que financiaban la venta de autos y heladeras al 3% mensual. La Bolsa, donde una buena empresa podía dar un 8% anual de dividendo, languideció. Las empresas, como no podían competir con las financieras en rendimientos, en la imposibilidad de reunir capital con nuevas emisiones recurrieron a la capitalización forzada, pagando dividendos en acciones.Yo, como tantos otros argentinos, guardé mis dólares. La Bolsa se convirtió en un foro de trueque de bonos, poblada no por inversores, sino por acreedores, cumpliendo la regla de que el capital huye del alto interés.
Seguimos confundiendo acreedores con inversores y les pagamos tan bien que pocos se sienten tentados a convertirse en inversores. Roberto Roth LE 4.241.776