LA NACION

Un clásico

Como cada enero desde 2009, el Dakar inicia su camino en América del Sur; hoy, la largada en Perú, con 64 argentinos

- Fernando Vergara

LIMA, Perú.– El rugir de los motores se mezcla con el ruido de cientos de fierros que empiezan a dar forma a un escenario gigante que espera por una visita particular. La base aérea Las Palmas, del sur de esta capital, no descansa. Mientras sirve como refugio para los retoques finales de los participan­tes en el Rally Dakar, observa de reojo la futura llegada del papa Francisco a este país, prevista para el jueves 18 de este mes. La imagen del argentino se repite en diversos lugares y forma postales de una capital que no se toma vacaciones y que hoy pondrá especial atención en un acontecimi­ento de enorme magnitud.

Luego de las verificaci­ones oficiales en el predio Pentagonit­o, la competenci­a que a fin de año celebrará sus 40 de existencia se pondrá en marcha hoy, cuando las maquinas pongan rumbo a Pisco en una etapa de 272 kilómetros (31 de velocidad, cronometra­dos).

Con casi 9000 kilómetros de recorrido, la décima versión de la competenci­a desde que decidió radicarse en Sudamérica será la más larga de los últimos cinco años. Contará con 14 etapas y más de 4500 kilómetros de tramos especiales (los de carrera pura) entre Perú, Bolivia y la Argentina. Los escenarios prepondera­ntes serán bien diferentes: primero, la arena en el país incaico; luego, la altura boliviana, y finalmente, el calor agobiante del norte argentino.

Perú vive momentos especiales no sólo por el indulto humanitari­o que le otorgó el presidente, Pedro Pablo Kuczynski, al ex mandatario Alberto Fujimori; por la ansiedad que genera en cada esquina el mundial de fútbol de Rusia, y por las enormes gigantogra­fías en las calles que recuerdan el venidero arribo del Sumo Pontífice: desde hoy los amantes del deporte celebrarán que el Dakar volvió a su tierra, al cabo de cinco años. “Para nosotros es importante. Es un evento de renombre mundial y es un orgullo que esté aquí”, dice Jorge, un espectador que sostiene una bandera peruana mientras intenta sacarse una selfie con alguno de los competidor­es.

Cuestión de superstici­ón, entre los 335 vehículos ninguno llevará el número 13, en el segundo acontecimi­ento del deporte automotor más mediatizad­o del mundo, sólo por detrás de la Fórmula 1 y con mucha ventaja sobre el Mundial de rally y el de motociclis­mo. Son números de un suceso que se cotiza con más cifras: moverá 20.000 policías, gendarmes y militares, y servirá 7000 raciones de comida por día. No obstante, hay alguien a quien no le sienta mal el número 13: Stéphane Peterhanse­l, dueño de siete triunfos en autos (entre ellos, los dos últimos) y seis en motos. En 2018 volverá a ser el gran candidato, con Peugeot, una marca que se despedirá del Dakar en esta temporada.

Tanto la base Las Palmas (allí el Papa oficiará una misa multitudin­aria el 21 de enero) como el Pentagonit­o vieron desfilar en estos días a una enorme cantidad de corredores, asistentes, mecánicos y periodista­s. También se divisó al entrenador portugués de fútbol André Villas-Boas (ex de Porto, Chelsea y Tottenham), que no aspira a figurar en los primeros lugares pero que resultó de los más solicitado­s a la hora de las fotos y los autógrafos.

Por diversas dificultad­es esta realizació­n del Dakar se vislumbra como una de las más complejas de los últimos tiempos. Las dunas peruanas resultarán el primer gran desafío para los competidor­es. Hoy, una vez que quede atrás la rampa de largada instalada en el Pentagonit­o, los competidor­es se adentrarán durante cinco jornadas en el mar de dunas que bordea el océano Pacífico. Cada uno de los favoritos entiende que los primeros días serán importante­s para sus intereses. La mayor parte de las etapas de Perú transcurri­rá fuera de caminos. “Tenemos que cuidar los vehículos y cuidarnos a nosotros”, coincidier­on varios pilotos.

Después llegará el turno del al- tiplano boliviano, donde el Dakar arribará por primera vez a la orilla occidental del Titicaca, el lago navegable más alto del mundo. En Bolivia el frío y la altura –con tramos de hasta 3800 metros sobre el nivel del mar– representa­rán nuevos desafíos para la capacidad de tripulante­s y máquinas. En ese país están previstos el día de descanso y la etapa maratón, que les impedirá reparar los vehículos antes de afrontar la especial más larga del Dakar, con 500 kilómetros cronometra­dos entre Uyuni y Tupiza.

Del frío pasarán al intenso calor del noroeste argentino. En Salta los aguardará una sucesión de senderos rápidos. Una de las pruebas de fuego será sortear la elevada temperatur­a de Fiambalá, Catamarca, a esta altura un clásico para el Dakar. En esa zona abundan los caminos pedregosos, ríos y curvas peligrosas. El final quedará para Córdoba, el 20 de enero. Hasta ese punto, hay un largo, y muy riesgoso, camino por recorrer.

 ??  ??
 ?? Franck FiFe / aFP ?? Los Peugeot, favoritos, en el Pentagonit­o, donde ayer se efectuó la revisión técnica en Lima
Franck FiFe / aFP Los Peugeot, favoritos, en el Pentagonit­o, donde ayer se efectuó la revisión técnica en Lima

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina