Kimmich, el versátil heredero de Philipp Lahm
Joshua Kimmich siempre fue un alumno aplicado. No hay mejor testimonio que la calificación de promedio con que terminó el nivel secundario: 1,7 (el equivalente a 9,4 en el sistema argentino). Lo es aún hoy. Por sugerencia de su madre, y curioso de lo que conversaban sus compañeros de habla hispana (Thiago Alcántara, Javi Martínez, Juan Bernat, Arturo Vidal, James Rodríguez), comenzó la aventura de incorporar otro idioma. Durante una entrevista con Sport Bild reveló que utiliza el himno de Real Madrid como herramienta de práctica y aprendizaje, y que en el vestuario de Bayern suele acercarse al grupo “castellano” para aumentar su vocabulario. “Los escucho con atención. Ellos ni se dan cuenta”, asegura con la misma naturalidad que le permitió sobresalir en diferentes posiciones.
Esa voracidad por el conocimiento manifestada en los estudios se trasladó al ámbito profesional. Guardiola, en su paso por Bayern, no tardó demasiado en detectarlo e impulsarlo: “Es un súper, súper, súper jugador. Quiero a este chico. Tiene deseo y pasión. Reúne las condiciones para conseguir todo. Puede jugar en cualquier ubicación”. Tanto que Pep lo conoció como mediocampista pero, asombrado por la versatilidad táctica y el buen primer pase, lo empleó también como zaguero central, lugar en el que debutó internacionalmente, contra Eslovaquia en 2016.
Un espacio clave vacante, las condiciones ideales para el puesto y las necesidades compartidas por el club y el seleccionado hicieron que aquel inteligente futbolista que emulaba a Xavi terminara asentándose en el lateral derecho, donde Alemania, desde la conquista mundialista de 1974, tuvo claros referentes. Berti Vogts, Manfred Kaltz y Philipp Lahm representaron 278 veces al equipo nacional. La continuidad de estos tres símbolos hizo que “Die Mannschaft” no exhibiera las dificultades históricas de la mayoría –la excepción es Brasil– para generar a repetición laterales de calidad. La sucesión de Lahm no será traumática. Los parches que en su momento, basados en músculo e intensidad, fueron Berthold, Heinrich y Friedrich, entre otros, no harán falta para cubrir la banda derecha. Nadie duda de Kimmich. Y mucho menos Jürgen Löw. Hasta el último amistoso, ante Francia, en el cual el director técnico rotó por cuestiones lógicas de calendario, el defensor protagonizó 24 cotejos consecutivos de manera completa, superando un registro de Franz Beckenbauer (21) y quedando detrás de Vogts (34) solamente.
Para el DT germano es un imprescindible. Precisa que el mejor asistidor (hizo ocho, una más que el belga Thomas Meunier y el serbio Dušan Tadić) de la eliminatoria europea esté en la cancha. Alemania, temida por un aceitado juego colectivo, no posee delanteros inquietantes. Para confirmarlo basta una comparación estadística. Los cuatro hombres de punta (Timo Werner, Sandro Wagner, Mario Gómez y Mario Götze) que utilizó en su esquema preferido (4-2-3 -1) rumbo a Rusia acumulan 14 goles en la corriente Bundesliga, tres menos que los anotados por Mauro Icardi en la Serie A.
Este presente, que ya a los 22 años lo muestra como una de las banderas del campeón del mundo, encuentra explicaciones en las raíces, en la escuela que ha tenido. Al igual que Bernd Leno, Serdar Tasci, Antonio Rudiger, Sead Kolašinac, Sebastian Rudy, Sami Khedira, Mario Gómez, Serge Gnabry y Timo Werner, se formó en VfB Stuttgart, la cantera del país que más jugadores aporta en la actualidad a las grandes ligas del continente.
Sus padres lo llamaron “Joshua” porque admiraban el espíritu del personaje bíblico Josué. Ahora Kimmich quiere empezar a escribir su nombre en el libro sagrado del fútbol alemán.