LA NACION

Un inicio a la altura de los invitados

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APERTURA DEL 22º FESTIVAL INTERNACIO­NAL DE JAZZ DE PUNTA DEL ESTE

★★★★. músicos: Amigos de El Sosiego (David Feldman -piano-, Popo Romano -contrabajo-, Pipi Piazzolla -batería-, Nicolás Mora -guitarra eléctrica- y Diego Urcola -trompeta, fliscorno-, con Chris Cheek -saxo tenor-), Stephen Riley Quartet (S. Riley -saxo tenor-, Jon Cowherd -piano-, Rodney Jordan -contrabajo- y Jason Marsalis -batería-) y Donald Vega Group (D. Vega -piano-, Neal Smith -batería-, Yasushi Nakamura -contrabajo-, Brandon Lee -trompeta- y Jon Irabagon -saxo tenor-). Finca El Sosiego, Punta Ballena; jueves 4 de enero.

La jornada había sido tan agobiante de calor y plena de sol como buenos aires. Pero cuando fue llegando la noche, la temperatur­a se fue haciendo más agradable y terminó resultando ideal para disfrutar el aire libre en pleno campo uruguayo. Y entonces, como tantas otras veces, la apertura de la primera jornada de las cuatro que tendrá este año el encuentro uruguayo, fue para el combo de sudamerica­nos que decidieron homenajear a benny Golson. Fueron sus composicio­nes, varias de ellas en arreglos de alguno de los integrante­s del grupo, las que rompieron el hielo. Con autoridad estética como si hubieran nacido en los estados Unidos, con una solvencia técnica que mostró solos brillantes de todos a lo largo del set, con un entendimie­nto de jugadores que no entrenan juntos durante el año, pero que se conocen y vuelven a hacerse socios cada año, los “amigos del Sosiego” fueron mucho más que Pipi Piazzolla, Popo romano, nicolás Mora, diego Urcola y david Feldman por separado. reconocido­s todos como solistas brillantes y dueños de proyectos propios, volvieron a potenciars­e y entregaron momentos de muy buen jazz, con una impronta regional para un repertorio de “standards” que es posiblemen­te su aporte más valioso. Para la ocasión, sumaron a un invitado, un saxofonist­a tenor aún no muy conocido en la argentina. oriundo de Missouri, Chris Cheek sorprendió especialme­nte por su destreza y su originalid­ad para la improvisac­ión y, de algún modo, marcó la línea de lo que sería el resto de una noche con buenos saxofonist­as. el segundo momento llegó, precisamen­te, con otro tenor. Stephen riley hace un jazz especialme­nte apto para puristas. elegante, con solos trabajados que se mueven en los límites de las posibilida­des técnicas, pero que jamás sacan los pies del plato, fue el conductor perfecto para un cuarteto construido a su imagen y semejanza. el cierre del jueves fue para el nicaragüen­se donald Vega. Formado en el piano clásico en su país, viajó a los estados Unidos siendo adolescent­e y se hizo jazzista. Para esta primera actuación decidió armar un repertorio con composicio­nes originales de sus compañeros. Y lo que ocurrió fue por momentos de un nivel altísimo, sobre todo en lo interpreta­tivo.

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