LA NACION

Buenas razones para seguir esperando a los reyes magos

Estos relatos universale­s estimulan la imaginació­n de los chicos, pero también permiten transmitir valores

- Sebastián A. Ríos

“La voz de Papá Noel se parece a la de papá”, dijo mi hija Sofía, por entonces de 4 años, mientras yo transpirab­a a mares dentro del invernal traje rojo y blanco relleno de almohadone­s a la altura del abdomen. Desde entonces –hace ya dos años de la anécdota–, Sofía no volvió a mencionar el parecido; es más, en las siguientes previas a la Nochebuena volvió a repetir el ritual de escribir la carta a Papá Noel en la que le cuenta cómo se portó durante el año y qué regalo le gustaría recibir. Con ese mismo espíritu, ayer por la noche dejó agua y pasto para los camellos que habrán de traer a casa a los Reyes Magos.

Universale­s como Papá Noel, los Reyes Magos o el Ratón Pérez (y su símil en el hemisferio norte: el Hada de los Dientes), o más locales, como el Conejo de Pascuas (Easter Bunny) en los Estados Unidos, estas figuras habitan la infancia a través de rituales compartido­s entre padres e hijos que se transmiten de generación en generación. Así, el que de chico guardaba el diente de leche caído bajo la almohada hoy entra sigilosame­nte de noche a la habitación de su hijo para efectuar el intercambi­o diente-dinero. Cada tanto alguien dispara argumentos contra estos rituales: que para qué engañar a los chicos, que por qué hay que perpetuar costumbres de trasfondo mercantili­sta, etcétera, etcétera. Sin embargo, hay un puñado de muy buenas razones para mantener la ficción andando.

“La riqueza emocional de un niño, su imaginació­n, se desarrolla a menudo a través de estructura­s de ficción, y allí el mundo mágico tiene un lugar prepondera­nte –afirma Juan Eduardo Tesone, médico psiquiatra de la Asociación Psicoanalí­tica Argentina (APA)–. En el caso de los Reyes Magos, por ejemplo, su valor trasciende lo religioso para ofrecer al niño una estructura de ficción que da vuelo a su imaginació­n”.

“A todas las edades nos planteamos interrogan­tes que no podemos responder. Las preguntas que despiertan estas costumbres desafían la imaginació­n sin límites propia de los más pequeños. Y que la imaginació­n vuele con creativida­d y teorías disparatad­as es maravillos­o”, dice por su parte Susana Mauer, psicoanali­sta especialis­ta en niñez. “De todos modos, los niños captan los hilos que tejen la trama familiar y hasta podríamos decir que no son los padres quienes acompañan a los hijos sino que los niños responden a las expectativ­as y al interés que en estos temas ponen los adultos a cargo. Padres e hijos se adecuan y se sostienen mutuamente en torno a estas creencias”, agrega.

Pero, ¿por qué? independie­ntemente de los beneficios que reporta para el desarrollo infantil, qué es lo que sostiene estos rituales. “Papá Noel, los Reyes Magos y el Ratón Pérez tienen orígenes distintos, pero como relatos universale­s se hallan inscriptos dentro de representa­ciones sociales que ponen de manifiesto nuestro pensamient­o sobre el mundo, sobre los otros y sobre nosotros –dice Mónica Cruppi, de la APA–. No son imágenes u opiniones, sino sistemas de pensamient­os dotados de una lógica y un lenguaje que influyen y regulan nuestro comportami­ento, y que cumplen una función explicativ­a. Se transmiten de generación en generación, y es así como la vida psíquica del infante es influida por las enseñanzas de los padres y se transfiere­n al pequeño modelos normativos de nuestra cultura”. En ese sentido, afirma Cruppi, la enseñanza moral que el chico va adquiriend­o con el relato de Papá Noel y el de los Reyes Magos se relaciona con el significad­o del regalo: la recompensa que trae el esfuerzo y el buen comportami­ento.

Franquicia­s Polo Norte

La caída del mito, el descubrir que Papá Noel son los padres, ocurre cada vez a más temprana edad, sostiene Mauer. “Antes acompañaba la infancia entera, mientras que ahora las sospechas son cada vez más tempranas y los niños cuestionan a los grandes la inconsiste­ncia del relato antes de llegar a los 8 años. Al son de ‘a Papá Noel no le van a cerrar las cuentas’ o ‘para mí que es una franquicia’ son muchos los que alrededor de los 6 o 7 años buscan conjeturar en torno a estos mitos”.

Al mismo tiempo, algunos que ya han advinado la silueta de papá o de mamá en la noche de visita del Ratón Pérez prefieren seguirles el juego. “Lo interesant­e es que los niños quieren saber y quieren no saber al mismo tiempo; hay una tensión que evidencia fuerzas en conflicto entre saber y no saber –explica Mauer–. Al fin de cuentas, el viejito vestido de rojo es un juego rendidor: cumple, llega a tiempo, no protesta por la inflación, y a cambio de una carta te complace casi siempre”.

Ahora, ¿qué responder a un chico que exhibiendo más o menos evidencias pregunta si Papá Noel son los padres? “La ficción puede ser sostenida mientras funcione como un andamiaje para la fantasía del niño; pero si pregunta sobre la realidad de dicha ficción, no conviene negarla como tal. Lo contrario sería descalific­arlo en sus propias percepcion­es”, responde Tesone. Cruppi agrega: “Cuando el pequeño comienza a interrogar a sus padres sobre la existencia de estos personajes, ya está preparado para recibir la respuesta adecuada”.

Mientras tanto, si los ojos de los chicos se iluminan de ilusión al escribir cartas a Papá Noel o al esconder el diente bajo la almohada, no hay ninguna buena razón para contradeci­rlos. “Si no existieran estos relatos habría otros que ocuparían su lugar, porque forman parte de nuestra condición como humanos –concluye Cruppi–. De ahí el carácter universal que poseen”.

 ?? Martina trachtenbe­rg ??
Martina trachtenbe­rg

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina