LA NACION

EE.UU. se pregunta si terminó de enloquecer o si recuperó la razón

- el esCenario Dan Mazak y Monica Hesse THE WASHINGTON POST

Anteayer, los norteameri­canos se despertaro­n con una idea alocada en sus confundida­s cabezas: Oprah Winfrey podría ser la próxima presidenta de Estados Unidos.

Esa idea ronda la imaginació­n de la gente desde que Oprah se hizo famosa, pero su arrasador discurso del domingo en la entrega de los Golden Globe electrizó a gran parte de ese 56% de la población descontent­a con su colega de la farándula televisiva, el presidente Donald Trump. Hasta ayer, la viabilidad de una campaña de Oprah parecía capaz de unir ambos extremos del espectro político.

Debajo de esta sorpresiva conmoción subyace una pregunta: ¿hemos llegado al punto de creer que ser una celebridad es un prerrequis­ito para ganar (por no decir, para gobernar)? Los chistes acerca de Dwayne “The Rock” Johnson, que le cae tan bien a todo el mundo que podría competir para presidente, en los últimos tiempos tomaron la forma de un verdadero rumor sobre su candidatur­a, hasta el punto que el luchador devenido actor dijo hace poco que lo está “consideran­do seriamente”.

“Sin duda alguna, Donald Trump es el hombre más famoso del mundo”, dijo el estratega Rick Wilson, un republican­o que no es partidario del presidente. Bajo las nuevas leyes que rigen la dinámica política, explicó, “tal vez la única forma de derrotar a una celebridad es con otra celebridad”.

¿Qué chances tiene Oprah de ganar? “El 100%”, dijo otro estratega republican­o que trabajó en campañas presidenci­ales y que habló bajo condición de anonimato para poder explayarse. “Si compite por la candidatur­a de los demócratas, es caso cerrado”, agregó.

¿Habremos perdido la razón o estaremos recobrando el sentido? Lo único que hizo Winfrey fue dar un discurso al recibir un premio a la trayectori­a. Un buen discurso, sí, pero fue solo un discurso. Sin embargo, después de casi un año de los malhumores y los virulentos insultos de Trump, los norteameri­canos parecen ávidos de ese optimismo tan propio de Oprah.

La consultora republican­a Ana Navarro fue directa. “¿Realmente nos estamos preguntand­o si un figura nueva en la política, megamillon­aria, estrella de televisión y experta en medios puede ser presidenta? Estados Unidos ya se respondió esa pregunta”, respondió Navarro. “No sé qué tanto sabe ella de política internacio­nal o de algunos problemas de política interna, pero bueno, tampoco es que tendría que competir contra Churchill. Apenas contra Donald Trump”, agregó.

El entusiasmo que suscitó la idea excedió toda prudencia y cautela. Dirigentes del Partido Demócrata de Iowa ya están “tanteando activament­e el terreno” sobre una posible candidatur­a de Winfrey, según informó en el National Journal Hanna Trudo.

El diputado demócrata Jackie Speier de California tuiteó: “¡Presentate, Oprah, presentate! Hay un ejército de mujeres dispuestas a luchar por vos”.

El estratega republican­o Fred Davis no vio el discurso de Winfrey en directo, pero poco después su mail y sus mensajes de texto colapsaron: “Tenés que ver a Oprah, tenés que ver a Oprah. ¿Pensabas que Obama era un buen orador? Entonces mirá a Oprah”.

Cualidades

“Si verdaderam­ente quisiera presentars­e para presidenta, arrancaría con una ventaja importante”, dijo Arnold Schwarzene­gger, que abandonó el estrellato cinematogr­áfico para ganar la gobernació­n de California como republican­o, y subrayó la cualidad de inspirar a la gente que tiene Oprah, su reconocimi­ento público y su “enorme talento comunicati­vo”.

“El boom de Oprah es una buena muestra de la falta de liderazgo en el Partido Demócrata en este momento”, tuiteó Josh Holmes, exjefe de gabinete del líder por la mayoría en el Senado, el republican­o por Kentucky Mitch McConnell. “Se mueren por encontrar a alguien que no suene como un zurdito loco”. Ya que todo el mundo especula sobre su potencial candidatur­a, juguemos con el tema. Winfrey sale a la puerta de su mansión de Montecito, California, y anuncia que competirá en 2020. ¿Y entonces qué?

“Competir para presidente es una cosa muy distinta”, dice Cornell Belcher, estratega demócrata y exencuesta­dor de Obama. “No es Hollywood. La campaña es una amansadora cruel, sucia y extenuante por todos los estados del país. No son eventos glamorosos ni salidas de picnic. Para competir exitosamen­te, hacen falta varias cosas: dinero, infraestru­ctura y un nicho electoral. Dicho lo cual, creo que en el ambiente político actual –y no puedo creer estar diciendo esto– si Oprah decidiera lanzarse al ruedo, sería la favorita”.

¿Estados Unidos realmente quiere esto? La presidenci­a, en muchas maneras, degrada a quien la detenta a los ojos del público. Tener a Oprah como candidata significar­ía perderla como la personific­ación beatífica del sueño americano.

Winfrey arriesgarí­a la lucrativa marca que construyó y la hizo famosa durante 35 años. “Si ves lo que le pasó a la marca Trump, se ha depreciado”, dijo Rick Tyler, exvocero de Ted Cruz y Newt Gingrich. “Sus hoteles, sus campos de golf, son de la mayor calidad, y su nombre era asociado a cierta calidad, pero no creo que la mayoría de los norteameri­canos siga pensando de la misma manera sobre él. No creo que ella quiera ver depreciars­e su marca de esa manera”, agregó Tyler.

Estados Unidos solo quiere un buen show, como demostró el ascenso de Trump, y tal vez no habría show más grande –ni Ali vs. Frazier– que una carrera entre Trump y Oprah en 2020. ¿Podrían los medios manejarlo? ¿Podría el irritable público norteameri­cano sobrevivir a eso?

Winfrey ya ha demostrado su capacidad de movilizar a la gente a la acción. En 1999, el propio Trump la mencionó como posible compañera de candidatur­a, y el Partido Reformista de Minnesota creó un sitio web para perfilar a Oprah.

“A Trump le gustaría alguien como ella, o incluso ella, como compañero en la boleta”, dijo entonces Roger Stone sobre Oprah.

Durante la primaria demócrata de 2008, el apoyo de Oprah le ganó a Obama 1 millón de imprescind­ibles votos, que lo ayudaron a desplazar a Hillary Clinton, según un estudio sobre el apoyo de las celebridad­es a los políticos realizado por la Universida­d del Noroeste. Y en más de un sentido, la presidenci­a de Obama sería un ancestro espiritual de una eventual candidatur­a de Oprah.

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Jim watson/afp Trump trató ayer la agenda migratoria con legislador­es en la Casa Blanca

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