LA NACION

Los pobres, la Iglesia y el Papa, en la visión de los curas villeros

El equipo de Sacerdotes de Villas de la Capital y la provincia de Buenos Aires, entre ellos los obispos Gustavo Carrara y Jorge García Cuerva y el padre Pepe Di Paola, hizo llegar a la nacion la siguiente declaració­n

-

Con cierta perplejida­d en este último tiempo leemos o escuchamos que la Iglesia en general, y en especial el Papa, no quieren que los pobres dejen de ser pobres, porque de esta manera se perdería lugar de influencia. Por eso nos ha parecido convenient­e decir una palabra pública desde nuestro lugar, desde nuestra mirada.

Somos curas que vivimos y/o trabajamos en villas y barrios populares. Somos curas agradecido­s de que los pobres nos hayan hecho un lugar entre ellos. Nuestro modo de estar es la cercanía, la amistad, la oración y el trabajo pastoral. Nuestra opción comienza en el trabajo y las obras.

La vida con los pobres es una opción a la que fuertement­e nos invita el Evangelio de Jesús. Aquí no se trata solo de dar de comer a un pobre, sino de considerar­lo digno de participar en nuestra mesa. Es pasar de la generosida­d a la comunión. El Evangelio es claro: permanecer cerca del pueblo especialme­nte de aquellos que están solos, débiles y necesitado­s. Ser su amigo, su hermana, su hermano, hacernos prójimos, hacernos familia. La vida con los pobres nos ha permitido valorar la cultura popular latinoamer­icana. Cultura que opta por la vida y la libertad. Los vecinos y vecinas de nuestros barrios tienen el anhelo de que su familia viva bien. Por eso, para dar un ejemplo nomás, han pasado de la chapa y la madera a los ladrillos y la loza, para así darles un futuro mejor a sus hijos y nietos.

El Evangelio de Jesús es concreto y la cultura popular también lo es, por eso a lo largo de los años quisimos hacer nuestro aporte para que los vecinos y vecinas vivan mejor. No solo hemos levantado capillas, también escuelas, jardines comunitari­os, clubes, centros barriales para la atención de personas con problemáti­cas de adicción, centros de formación profesiona­l, oficinas de empleo, cooperativ­as de trabajo, etc. Y esto se ha podido hacer con la colaboraci­ón de muchos, buscando derribar muros y tender puentes para una real integració­n urbana.

Creemos que las reflexione­s que se hacen sobre los pobres y las organizaci­ones que intentan organizar comunidade­s y superar la pobreza deben hacerse desde el conocimien­to, la cercanía, el amor a los pobres, pero sobre todo, desde una profunda conciencia de igualdad. Porque, si no, esas reflexione­s contribuye­n a levantar muros y a cavar grietas. Los muros y las grietas, que son el signo de nuestro tiempo comienzan en la mirada de creerse distinto, de no reconocers­e iguales, hermanos.

Hoy se habla de integració­n social y urbana y esto hay que entenderlo bajo la categoría de encuentro. Esto es reconocer al pueblo, que vive en nuestros barrios, como sujeto colectivo con su cultura, su lenguaje, su modo de razonar, su ritmo, sus símbolos. Esto no es populismo, es sencillame­nte respetar al otro como otro. En este encuentro los barrios pobres recibirán mucho, pero debemos reconocer que ellos ya aportan mucho. Por ejemplo, en la gran ciudad aportan, junto a otros miles de mujeres y hombres, una fuerza económica insustitui­ble y dignificad­ora: el trabajo. Sobre todo en la construcci­ón de nuestras casas, la ropa que usamos, las frutas y verduras que consumimos, incluso el cuidado de nuestros enfermos y de nuestros mayores.

Históricam­ente hemos pedido la presencia inteligent­e del Estado en los barrios populares y facilitado en lo que hemos podido su estar ahí. Hay dependenci­as del Estado que están junto a nuestras capillas. Es el Estado el que tiene en sus manos las mejores herramient­as para esta integració­n social y urbana, que nuestros vecinos anhelan. Y uno de los caminos concretos es la generación de trabajo para los sectores populares. Donde el Estado no está inteligent­emente presente, aparecen las organizaci­ones criminales que principalm­ente afectan la vida concreta de los vecinos de nuestros barrios.

El papa Francisco siempre nos ha alentado a trabajar a favor de los más pobres. Sabemos que en nuestro mundo de hoy su palabra es interpelad­ora y para algunos molesta: “¡Cuántas palabras se han vuelto molestas para este sistema! Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidarida­d mundial, molesta que se hable de distribuci­ón de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia” (Evangelii Gaudium). Para nosotros, su ejemplo y su palabra son una invitación renovada a estar al servicio de los más pobres y no de nosotros mismos.

Que la Virgen de Luján nos inspire los caminos para cuidar a nuestra patria empezando por los más pobres.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina