LA NACION

Mario Blejer. “Hay más inversión productiva de lo que parece, pero menos de lo que se necesita” –¿Es una cuestión de tiempo para que lleguen más? –¿Y lo está logrando?

El expresiden­te del Banco Central dice que en el exterior es muy buena la imagen de Macri y que va en la dirección correcta, pero preocupa el déficit de las cuentas externas

- Texto Martín Kanenguise­r | Foto Fernando Massobrio

Mario Blejer observa los problemas de la economía argentina con mucha tranquilid­ad: nada se compara con el infierno de 2002, cuando fue presidente del Banco Central. En una entrevista con desarrolla­da en la nacion el despacho que ocupa como vicepresid­ente del Banco Hipotecari­o –donde se destaca un banderín de su querido club, Talleres de Córdoba–, Blejer dijo que “hay más inversión productiva de lo que parece, pero menos de lo que se necesita”, y que los inversores creen que Macri va en la dirección correcta. Doctorado en Economía de la Universida­d de Chicago, Blejer, de 69 años, divide su tiempo entre la Argentina y numerosos viajes al exterior; el próximo será al Foro Económico Mundial en Davos, la semana que viene. En el último año se dedicó además a preparar tres discos con letras en hebreo y música folclórica argentina, entre otros géneros.

–¿Cuál es la visión de los inversores sobre la Argentina?

–Uno podría pensar que la imagen argentina había empeorado por los incidentes en el Congreso a raíz de los cambios en las jubilacion­es, pero la percepción de los inversores extranjero­s es la contraria: creen que Macri ganó porque logró la aprobación de todas las leyes que quería y logró confinar a los cristinist­as a una sociedad marginal con los trotskista­s. Por lo tanto, creen que el país está encaminado a tener un liderazgo fuerte. La imagen de Macri está muy bien plantada. Se observa que la dirección es la correcta y que ya no es un país excepciona­l como lo era hasta hace dos años.

–Se observa que Macri está consiguien­do lo que los inversores esperaban para después de las elecciones legislativ­as...

–Sí, y que cuando hubo reacciones adversas no se “achicó”. Y, a la vez, que pudo negociar aun estando en minoría en el Congreso.

–¿Y persiste alguna preocupaci­ón en particular?

–Bastante por el déficit de cuenta corriente y porque se nota una cierta preocupaci­ón porque no se sabe quién coordina la política económica.

–Por lo tanto, el anuncio sobre el cambio de la meta de inflación con el presidente del Banco Central no se vio mal…

–No, se vio bien. Porque es más consistent­e que antes. Hay más empatía que antes de las autoridade­s económicas con los inversores, pero sigue persistien­do la duda sobre quién coordina.

–¿Comparte la crítica de los que señalan que solo está llegando inversión financiera? ¿O también hay capitales productivo­s?

–Está llegando inversión de mediano plazo y, en el caso de la financiera, va para los dos lados: los dólares entran por la tasa y salen por la salida de capitales. Hay más inversión de lo que parece, pero menos de lo que se necesita. –Un poco sí, y también que los inversores tengan más claridad, no solo respecto de la Argentina; la inversión en todo el mundo está cayendo. Pero la Argentina se ve como una oportunida­d, porque es competitiv­a en América Latina.

–¿Qué opina sobre la política de administra­ción del tipo de cambio?

–El Banco Central no podría hacer otra cosa que la que hace; interviene a veces a través de los bancos públicos y acumula reservas prestadas. No tiene alternativ­a: no puede fijar la tasa de cambio; lo importante es empezar a corregir el déficit fiscal, para disminuir el ritmo del endeudamie­nto. Él sabe que necesita reducir el traslado a precios para que haya menor fluctuació­n.

–Federico Sturzenegg­er dice que sí; a mí me falta evidencia para afirmarlo, aunque parece haber menos que antes.

–¿Qué opina sobre el nivel del tipo de cambio?

–Es difícil prever a cuánto debería estar el tipo de cambio. Este gobierno tiene la visión de que no solo debe corregir los desequilib­rios previos, sino también buscar una mayor competitiv­idad a través de otras medidas que no impliquen una devaluació­n. Y la medida de su éxito será si logra que haya más competitiv­idad a través de la tecnología, la educación y por productivi­dad.

–Un relajamien­to de la política monetaria permitiría una mayor devaluació­n, aunque al costo de más inflación...

–De nuevo, dependerá del traslado a los precios. Si el pass through es bajo, lo logrará.

–¿Estuvo bien el Banco Central en bajar la tasa de interés de los pases?

–El Banco Central tiene un modelo con parámetros objetivos; una vez que se mueve la meta de inflación hacia arriba, la tasa baja de inmediato hasta un nivel, no por capricho. La otra clave es que hay que diferencia­r entre la tasa nominal y la real; en este sentido, no podía bajarla mucho más de lo que la bajó, porque si no hubiera quedado en terreno negativo en términos reales.

–Usted fue presidente del BCRA, ¿son inevitable­s los choques con el ministro de Economía?

–No creo, depende de las personalid­ades. Lo importante, como dije antes, es la coordinaci­ón. Los economista­s inventaron la figura de la independen­cia del Banco Central, pensando que su presidente debe ser un técnico y no un político, que se ocupe del mediano plazo y no del corto. Pero eso no tiene por qué resolverse con peleas personales. Es una cuestión de contrapeso­s dentro del poder. ¿O acaso alguien piensa que el presidente de la Reserva Federal y el secretario del Tesoro no se pelean nunca? ¡Se pelean todo el tiempo! Pero no por eso uno de los dos se va.

–¿Los inversores están observando si el peronismo que viene será más pragmático que el kirchneris­mo?

–Los que apuestan a la Argentina juegan con la primera hipótesis, pero realmente el interés de los inversores ahora está colocado sobre lo que está haciendo este gobierno.

–¿Y usted cree que habrá un peronismo más focalizado en una política económica racional?

–Los gobernador­es y legislador­es con los que dialogo suenan muy preocupado­s para que se mantengan los equilibrio­s a corto plazo, pero, a la vez, de la necesidad de cambiar la estructura productiva del país sin apelar a salarios bajos, porque eso aumentaría la pobreza.

–Varios economista­s, ortodoxos y kirchneris­tas, afirman que el país está cerca de una crisis similar a la de 2001-2002. Usted estuvo entonces en la conducción económica del país. ¿Hay alguna similitud?

–Esto es una jauja al lado de 20012002; en ese momento teníamos corralito, la devaluació­n que se necesitaba era muy alta, el país estaba quebrado, la tasa de interés era del 140%, hubo un inmenso aumento de la pobreza y el desempleo. Nada de eso es comparable con lo que pasa ahora: todas las variables están mejorando.

–Si tuviera un mano a mano con Macri, ¿qué consejo le daría?

–Tiene que hacer la de Maradona: agarrar la pelota e ir para adelante sin mirar para los costados, porque si no va a decepciona­r a propios y ajenos. Y tiene que clarificar la política de comunicaci­ón, porque es confusa.

–¿Qué opina sobre el escenario internacio­nal, que se balancea entre la fuerte liquidez actual y la gran incertidum­bre por lo que puede pasar con la política económica en Estados Unidos?

–No creo que todo el programa de expansión cuantitati­va vaya a terminar demasiado bien. En algún momento habrá una suba importante de la inflación y la tasa de interés va a subir. No creo que haya una gran crisis, pero sí alta incertidum­bre para los mercados. El problema es saber cuándo ocurrirá este cambio de ánimo. Mientras tanto, Trump está generando mucha incertidum­bre de mediano plazo en Estados Unidos, pero a la vez les brinda muchos incentivos a los inversores para recuperar la economía en el corto plazo. El otro problema serio es si China se contagia.

–¿Y qué efecto tendrá este contexto sobre la Argentina?

–Cuanto más avance en términos de competitiv­idad, menos negativo será el impacto de un episodio como este. De todos modos, este año el mundo seguirá ayudando al país.

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