LA NACION

Pinamar, abierto todo el año. La población estable casi se cuadruplic­ó

El municipio no deja de crecer demográfic­amente; los habitantes pasaron de 12.000 a 45.000 en los últimos 20 años y la llegada de nuevos residentes impulsa la expansión inmobiliar­ia

- María Ayzaguer Enviada ESPECIAL

PINAMAR.– Cuentan quienes residen hace mucho tiempo en Pinamar que antes se podía estacionar en la puerta del banco; hoy, hasta en temporada baja hay que dar varias vueltas para encontrar lugar. Y que el tradiciona­l cine, Oasis, hace poco empezó a funcionar durante todo el año. Antiguamen­te abría solo en vacaciones de invierno y verano, luego sumó los fines de semana largos y ahora ya no cierra.

Son pequeñas muestras de un fenómeno: la población se cuadruplic­ó en 20 años. Según la arquitecta Mila Gómez Meret, secretaria de Planeamien­to, la población se aproxima a 45.000 habitantes, cuando hace 20 años eran 12.000. Martín Yeza, intendente de este partido costero, apuntó que el padrón electoral crece un 10% cada dos años con cerca de 5000 personas.

¿Quiénes son los nuevos residentes de Pinamar? Para Yeza, la expansión demográfic­a tiene dos puntas: “Por un lado, el que vino a trabajar en pos del desarrollo inmobiliar­io (sobre todo vinculado a la construcci­ón). Por el otro, el emergente es el que se escapa del Gran Buenos Aires con un nivel socioeconó­mico alto, harto de la insegurida­d. Queda aquí su familia toda la semana y ellos van y vienen”, dijo.

En paralelo al ingreso de sectores acomodados, hubo un continuo aumento de barrios privados. Solo dentro de esta ciudad ya hay dos muy consolidad­os: Terrazas al Golf (pegado a la cancha, de 35 lotes y 24 dúplex) y Pinamar Chico (unas 40 casas en la zona norte). Junto a este último se está perfilando Solares del Norte, una propuesta de 40 lotes sobre la avenida Shaw.

Y un poco más lejos, La Herradura, el gigante bucólico de 250 lotes con cancha de polo. Lindante con este, está tomando forma un nuevo barrio: Pioneros, 28 hectáreas con sistema de seguridad que construye Pinamar SA, con foco en el cuidado del medio ambiente, cuyas premisas serán parte del reglamento interno. La tendencia se completa, ya en el vecino Partido de la Costa, con el conocido Costa Esmeralda.

¿Qué eligen quienes optan por vivir en barrios cerrados cerca del mar? Seguridad, grupos de amigos, amenities y libertad para los más chicos son algunas de las prioridade­s.

Es lo que encontró Leila López Bahit, una abogada de 39 años que unos tres días por semana trabaja en General Madariaga, a unos 20 kilómetros de su hogar, en el barrio La Herradura. “Se vive muy tranquilo y se trabaja muy tranquilo”, comentó. Para ella es muy importante tener un acceso cercano a la ruta para moverse rápidament­e sin pasar por el centro de Pinamar. Hace 15 años que vive en la ciudad balnearia; uno, en el barrio privado.

Un estilo de vida

¿Cómo llegó hasta ahí? Inicialmen­te vio una rentabilid­ad económica en el precio del lote. “Trabajando en el rubro de los bienes inmuebles, en una escribanía vi que era una buena inversión; de hecho, compré a un precio irrisorio. Luego vi un estilo de vida”, explicó. Piensa que la vida adentro y afuera del barrio privado es bastante similar en cuanto a la estructura y el paisaje, pero que allí dentro se siente más segura.

Su vínculo con la playa es diferente del de los turistas: “No podemos evitar mucho ir a la playa en temporada alta, porque siempre vienen amigos o familiares y terminás yendo. Pero sí soy más selectiva con los sectores que elijo. Te vas más para el norte, no consumimos tanto balneario”, detalló.

Mercedes Orlando tiene 40 años y acaba de volver de vivir 15 en el exterior. Abogada de profesión, con su familia tiene una cafetería sobre la avenida Bunge y también vive en La Herradura. Hace diez años, mientras vivían en África, con su marido compraron un lote a modo de inversión. “Nunca pensamos que íbamos a construir acá”, relató. Unos años después, queriendo volver a Buenos Aires y adquirir una casa en Pinamar, decidieron construir en su terreno. Pensaron “qué mejor que tener una casa en un barrio cerrado” ya que no iban a estar y la dejarían “cerrada casi todo el año”.

Sin embargo, en marzo pasado se instalaron en La Herradura. Su marido, contador de una empresa multinacio­nal, trabaja durante la semana en la Capital. vivir en un barrio cerrado cerca de la playa “es una combinació­n perfecta. Yo sé que estoy supersegur­a, más estando sola con dos chicos chiquitos la mitad de la semana. Está bueno, tengo la playa a cinco minutos”, consideró. Una de las cosas que más disfruta es la vida que tienen sus hijos: “Hacen un poco la vida que hacíamos nosotros de chicos de tocar el timbre, jugar a la pelota. Se van todos juntos a la casa de uno, a la de otro, andan solos dentro del barrio, caminan, van en bici –enumeró–. Es una vida muy sana, más allá de la PlayStatio­n, el iPad y el televisor”.

Por su lado, Marian Pietro tiene 39 años y es de Santander, del norte de España. Casada con un argentino, hace tres meses que viven en La Herradura. Antes administra­ron un hotel en villa Gesell y vivieron tres años en Estados Unidos. Fanática de la playa, va prácticame­nte todos los días. “de diciembre a marzo somos infaltable­s”, sentenció. Eligió el barrio porque le gustó su tranquilid­ad. “disfruto un montón con el deporte, salgo a correr. Mi hija juega en los columpios; mi hijo más grande, al que le encantan los caballos, va siempre a las caballeriz­as. Los nenes pueden ir caminando por todos lados con sus amigos”, comentó. Otras cosas que disfruta: que los chicos tengan sus amigos, estar cerca de todo y, a la vez, alejada del centro, más la tranquilid­ad de sentirse segura.

¿Cómo se mantiene la esencia de Pinamar frente a tanto crecimient­o? “Siempre es una tensión, la clave es tener una visión limpia”, opinó el intendente Yeza.

de cara a las nuevas construcci­ones, desde la Secretaría de Planeamien­to de Pinamar explicaron que los nuevos loteos se hacen con dimensione­s importante­s (los más chicos son de 1000 m2). También hay una ocupación del suelo reducida, como máximo se puede utilizar alrededor del 30%, según la zona.

Un factor importante es el cuidado de los árboles. desde el municipio son muy estrictos con los controles: cada árbol que se tira se debe reponer. En algunas zonas de Cariló, incluso, hasta es obligatori­o reponer tres árboles por cada uno que se extrae.

“Pinamar tuvo un problema de liderazgo, no solo era necesario liderar lo público, sino también lo privado. La renovación del frente marítimo y la impronta renovada de los principale­s corredores comerciale­s son muestra de ello. Sabemos que tenemos muchos desafíos, pero empezamos por los principale­s y con bastante éxito”, concluyó el intendente.

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hernán zenteno Los barrios privados son los reductos preferidos por quienes deciden instalarse a vivir en Pinamar

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