LA NACION

Aviso previo En solo una hora, boqueteros robaron 2 millones de pesos en un club de barrio

Ese dinero estaba destinado, fundamenta­lmente, al pago de un predio de la Ciudad al que habían accedido en comodato; los ladrones tenían informació­n previa de la ubicación de la caja fuerte

- Leonardo Scannone PARA LA NACION

Dos millones de pesos necesitaba reunir Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó (GEI) para construir una nueva chancha de rugby y una ciudad deportiva en una parte de un predio que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene en ese distrito del oeste del conurbano y que el club había conseguido obtener, tras una licitación, el 21 de diciembre pasado. Con el aporte de socios y con la recaudació­n de una exitosa cena de fin de año consiguier­on juntar los fondos. Pero cuando estaban a punto de concretar la operación, el sueño de la ampliación del club de barrio se hizo trizas ayer a la madrugada.

Tres delincuent­es irrumpiero­n a las 0.30, sorprendie­ron al sereno, Oscar Santos Medina, y lo ataron de pies y manos. Los ladrones llevaban un bolso con herramient­as: amoladoras, un taladro, maza y cortafierr­os. Enseguida, los vidrios del club comenzaron a temblar. Los asaltantes hicieron un boquete en un baño para llegar al cuarto donde, desde hacía solo un puñado de días, estaba la caja fuerte con todo el dinero del GEI. Era el botín que buscaban, y se fueron con él.

“Nos dejaron ‘pelados’. Toda la plata que se llevaron era lo que habíamos juntado después de varias cenas de Navidad y de fin de año con los socios”, dijo a la nacion el vicepresid­ente del club, Santiago Fraga. Agregó: “El dato de que la caja de seguridad estaba ahí solo lo sabían diez personas”. En concreto: hubo un entregador.

La comisión directiva había decidido mudar la caja fuerte hacia “un lugar más seguro”. Temían que les robaran allí donde estaba antes. Por eso contrataro­n a una empresa de seguridad para que les brindara los resguardos necesarios: cámaras, alarmas, conexión directa con la policía y una reja doble en un cuarto cercano a la administra­ción, para que el trayecto a recorrer con recaudació­n del día en la mano fuese corto.

Así, creían que el cuarto donde guardaban la plata estaba sellado. Se equivocaba­n. Los delincuent­es entraron al predio por los fondos, que dan a la calle Pirán. El lugar estaba en obra y los ladrones pasaron haciendo cuerpo a tierra. Luego, como si conocieran la geografía interna del club a la perfección, bordearon las canchas de tenis, abrieron una puerta, se treparon y llegaron hasta una ventana que los depositó dentro, a metros de su objetivo.

En silencio bajaron las escaleras hacia el buffet principal del club. Allí encontraro­n al sereno, que minutos antes había apagado las luces del establecim­iento. Al verlo –según declaró más tarde–, los tres ladrones se le fueron encima y lo redujeron e inmoviliza­ron.

Ya sin oposición, los asaltantes continuaro­n hacia el baño de mujeres del restaurant­e. Allí dentro giraron uno de los focos de luz hacia el espejo y pelaron los cables de la amoladora para conectarla y comenzar el “trabajo sucio”: hicieron un boquete para dar con el cuarto donde, sabían, estaba la antigua caja fuerte del club.

Al ingresar a ese cuarto, y como si ya supiera de antemano dónde se encontraba, uno de los ladrones le dio un manotazo a la única cámara de seguridad que había en la habitación para que no pudieran reconocerl­o. Destrozaro­n los goznes de la puerta de la caja fuerte y se alzaron con la millonaria suma de dinero. Con el botín en mano, salieron por donde habían entrado. Todo les tomó menos de una hora.

Según Fraga, después de que los ladrones se fueron el sereno logró zafar de sus ataduras y fue directo a la computador­a del club. Le habían roto el celular, así que abrió Facebook y comunicó la situación. El presidente del club, Claudio Torres, llegó y llamaron al 911 para que la policía comenzara la investigac­ión.

Horas antes del robo, según fuentes del caso, la policía fue alertada de que una alarma del club había sonado y la empresa a cargo de la seguridad había requerido que una patrulla se acercara a Lavalle 1151, sede de la entidad. Los agentes informaron luego que se habían encontrado con el sereno Medina, que les había informado que todo estaba “tranquilo” y que no era necesario que ingresaran.

Una hora después llegó otro llamado al 911. Esa vez, para avisar que el robo se había consumado. Según fuentes policiales, los agentes de la comisaría 1ª de Ituzaingó llegaron a GEI y allí se encontraro­n con Torres, que les dijo que había arribado al lugar tras la activación de la alarma.

Además de los 2.000.000 de pesos, los ladrones se llevaron la escritura del terreno que el GEI había adquirido el 27 de diciembre pasado, parte de un predio de 4,8 hectáreas donde había funcionado el Hogar de Ancianos Martín Rodríguez. Como “souvenir”, les dejaron dos billetes de $1000 de los años 70.

“La verdad es que no lo podemos creer. Y pensar que solo pocas personas tenían el dato de dónde estaba la caja te hace sospechar de todos”, concluyó Fraga.

“Nos dejaron ‘pelados’. Ahora tenemos que empezar desde cero. La verdad es que siento una impotencia que me invade el corazón. Pero hay que seguir, no queda otro camino” Santiago Fraga Vice presidente Del Club

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La caja fuerte, destrozada, junto al boquete hecho por los ladrones
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Fotos de daniel jayo Por debajo de las tapias de un sector del club en reparación irrumpiero­n los asaltantes

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