El inusual disfrute de jugar con hijos, esposa y... nietos
El Torneo Familias reúne a equipos de parientes con un único fin: divertirse
El polo es, tradicionalmente, un deporte familiar. Alcanza echar una mirada rápida al último Campeonato Argentino Abierto para comprobarlo: cinco de las diez formaciones del máximo certamen alineaban a al menos un par de hermanos, y otra, a primos hermanos. Este carácter se ve exaltado en el Torneo Familias, un certamen que posee la particularidad de que los equipos tienen como condición estar conformados por parientes.
La diferencia con el Argentino Abierto es que en este caso hay un único objetivo: divertirse. Ganar y perder son absolutamente accesorios. El Torneo Familias es como un “family day” del polo. Así como muchas empresas regalan a sus empleados un día del año para compartir la jornada con sus seres queridos y olvidarse de las obligaciones, algo por estilo sucede con el polo y sus cultores.
“Este torneo está pensado para la parte de la familia que no juega polo profesional. Desde su creación, el espíritu fue el de compartir una jornada de polo con familia y amigos sin otro objetivo que divertirse; sin expectativa de ganar, de lucirse ni de subir de handicap”, cuenta Fernando Schweitzer, uno de los fundadores y asiduo participante.
El certamen se ha convertido en un clásico que ya va por su versión número 27 y forma parte del calendario oficial de la Asociación Argentina de Polo (AAP). Comenzó desarrollándose en el desaparecido club El Establo, de Open Door; luego pasó por el Club Hípico Militar San Jorge, y desde hace una década tiene lugar en el predio de Pilar de la AAP. “Todos querían jugar en su club”, sonríe Schweitzer. “La AAP siempre nos apoyó, lo mismo que Fomento Equino, la asociación de criadores de caballos más antigua”, agrega.
La última versión, celebrada, como es habitual, el sábado subsiguiente al de la final del Argentino Abierto, contó con seis conjuntos de entre 1 y 9 goles de valorización. A lo largo del día de competencia, cada equipo jugó tres partidos de tres chukkers. El ganador resultó El Arroyito, conformado por Guillermo A. Terrera, su yerno Michel Dorignac y sus nietos Milo Dorignac y Felipe Gallo Terrera.
No por amateurs el vencedor de 2017 en particular y el campeonato en general se privan de apellidos significativos en este deporte. E incluso puede participar como invitado algún extranjero, como la italiana Ginevra D’Orazio, que jugó en Pilar ese sábado de mediados de diciembre.
Entre los participantes históricos figuran Bartolomé Castagnola y sus hijos (Bartolomé y Camilo), los Gómez Romero, los Fernández Llorente, los Lalor... En esta ocasión se otorgó un reconocimiento a la familia Cabrera Castilla, que participó en la primera realización (y en muchas otras) con un cuarteto conformado por Javier, su esposa y sus dos hijas.
En una época en que las mujeres han cobrado más protagonismo en el mundo del polo, al punto de haber efectuado el primer Campeonato Argentino Abierto Femenino, con su final en Palermo como antesala de la definición de los hombres, el Torneo Familias puede arrogarse el rótulo de precursor en la materia: en los comienzos se dispuso la obligatoriedad de que hubiera alguna mujer en cada formación.
“Era una idea de avanzada para incentivar a las chicas a que jugaran al polo”, recuerda Schweitzer. “Si no había mujeres que jugaran en la familia, se podía invitar a una de otra familia. Nosotros éramos tres varones y para completar el equipo le pedíamos a [María] Mumy Bellande que nos acompañara. Jugó con nosotros los primeros torneos”, detalla. Mumy es una de las pioneras del polo femenino en la Argentina y, desde hace muchos años, una de las polistas más destacadas del planeta. Actuó varias veces en el seleccionado, tiene 6 goles y recientemente participó en el Abierto por La Dolfina Brava II.
El polo es un deporte familiar. Y en el Torneo Familias, esta singular condición se potencia.