LA NACION

EXPORTADOR­ES SE VEN EN LA CANCHA.

Como ocurre cada cuatro años, la competenci­a deportiva movilizará importante­s flujos de informació­n, personas y bienes que no son ajenos a la economía y los negocios; cómo influye el fútbol en la inserción de productos nacionales en el exterior

- Alejandro Vicchi

Este año comienza. Empresario­s y consumidor­es de todo el mundo pondrán su atención en lo que pasará en Rusia, donde la copa de la FIFA se disputará del 14 de junio al 15 de julio.

Como ocurre cada cuatro años, la competenci­a deportiva movilizará importante­s flujos de informació­n, personas y bienes. Al margen de los afortunado­s que viajarán para presenciar los eventos in situ, millones de personas seguirán la cobertura periodísti­ca y aumentarán su conocimien­to no solo sobre el país anfitrión, sino también sobre los otros 31 contendien­tes.

La economía y los negocios no pueden ser ajenos a un fenómeno de tal magnitud. “El fútbol representa aproximada­mente 0,7% del PBI del planeta, semejante al peso que tiene la Argentina en la economía mundial”, destaca Ricardo Rozemberg, economista del centro Ideas de la Universida­d Nacional de San Martín (Unsam).

El país que se ofrece como sede captará una porción interesant­e de esa riqueza. “Según un informe de la consultora Grant Thornton, se estimaba que el Mundial de 2010 inyectaba US$ 7600 millones en la economía sudafrican­a, creando alrededor de 400.000 empleos y atrayendo a casi 490.000 turistas extranjero­s”, cita Rozemberg. Y eso son solo los beneficios directos obtenidos fundamenta­lmente del movimiento turístico.

Pero las consecuenc­ias económicas trasciende­n a las fechas del campeonato y alcanzan a exportacio­nes e importacio­nes sin ninguna relación con la competenci­a deportiva. “Otro estudio, realizado por Rose y Spiegel en 2009, analizó el impacto sobre el comercio internacio­nal de otro evento deportivo de magnitud como son los Juegos Olímpicos, y obtuvo como resultado que este es relevante y duradero.

En efecto, estiman un incremento del 30% del comercio internacio­nal del país anfitrión, como consecuenc­ia de las implicanci­as que acompañan estos eventos: mayor apertura comercial para ciertos productos o servicios, demanda de nuevos bienes, mayor conocimien­to del país, más interrelac­ión con otros países, entre otros”, explica el investigad­or de la Escuela de Política y Gobierno de Unsam.

Marca país

Las competenci­as internacio­nales no solo generan negocios para el anfitrión, también pueden contribuir a fortalecer la imagen de los participan­tes, si saben aprovechar la oportunida­d.

“El gobierno ruso hará todo lo posible para proyectar al mundo la imagen de una Rusia moderna, ordenada y competente”, dice Ricardo Bouzas, director de la Maestría en Política y Economía Internacio­nales de la Universida­d de San Andrés.

Por nuestro lado, un Mundial de fútbol debería ser una oportunida­d ideal para mejorar la marca país argentina, dado que si contamos las últimas 10 ediciones, la selección nacional estuvo en siete ocasiones entre los ocho países más cercanos a quedarse con la copa, y fue campeón o finalista en cuatro.

Por otro lado, en el comercio internacio­nal de servicios nuestro país disputa con Francia el segundo puesto como exportador­es de futbolista­s profesiona­les, rubro liderado por Brasil. Este deporte le da a la Argentina una visibilida­d y un reconocimi­ento en todo el planeta del que carece en otros ámbitos, que podría utilizarse para impulsar la venta de otros productos y servicios, no necesariam­ente vinculados al fútbol.

Para ello deberían identifica­rse los atributos que la opinión pública global asocia al estilo de juego de los futbolista­s argentinos, y luego analizar si algunos sectores económicos con potencial exportador pueden capitaliza­rlo.

“Fútbol y comercio internacio­nal tienen elementos en común”, opina Félix Peña, de la Fundación ICBC: “Tanto en el fútbol como en el comercio internacio­nal, un protagonis­ta competirá mejor si es que:

•Tiene una idea clara de sus objetivos y de sus posibilida­des de conseguirl­os.

•Tiene capacidad de competir como equipo, esto es, de articulars­e en función precisamen­te de sus objetivos y posibilida­des.

•Conoce y entiende bien las reglas del juego y los márgenes de incumplimi­ento que pueda tolerar un árbitro inteligent­e. En ambos casos, además, un protagonis­ta tendrá que tener la suerte de su lado”, agrega Peña.

La capacidad de competir como equipo precisamen­te es un aspecto muchas veces criticado de la selección argentina, donde abundan los talentosos que se destacan sin potenciar el conjunto, una falencia que también puede observarse en los negocios, según Bouzas: “Lamentable­mente el ‘éxito’ exportador argentino en materia futbolísti­ca sufre las mismas debilidade­s que caracteriz­an a otras actividade­s, es el resultado del talento individual más que del esfuerzo colectivo organizado”, comenta el economista de la Universida­d de San Andrés.

Geopolític­a y negocios

Aunque la noticia debiera ser la primera copa mundial de fútbol que se realizará en Europa oriental y en un país que haya formado parte del bloque soviético, el campeonato puede verse marcado por investigac­iones criminales y por las tensiones que existen en el escenario geopolític­o global, que también salpican al plano comercial.

La Federación Rusa fue el último país en incorporar­se a la Organizaci­ón Mundial del Comercio, en agosto de 2012. Pero a pesar del poco tiempo transcurri­do desde su adhesión al sistema multilater­al, ya hay amenazas de abandonarl­o. Esta semana, funcionari­os rusos manifestar­on que podrían abandonar la OMC como respuesta a las sanciones que se le impusieron al país por el embargo comercial que el gobierno de Moscú le aplicó a la Unión Europea (UE). El embargo a su vez fue una reacción ante las sanciones que la UE impulsó contra Rusia por su actuación en la crisis de Ucrania y la reunificac­ión de Crimea.

“En los últimos años ha quedado en evidencia un conjunto de prácticas irregulare­s por parte de las autoridade­s de la FIFA y de otras federacion­es regionales y nacionales del fútbol”, señala Bouzas.

“Las prácticas irregulare­s parecen ser también una moneda corriente en el mundo de la gran empresa rusa. Si bien ambas cosas no están necesariam­ente vinculadas, llaman la atención sobre el grado de extensión que ha adquirido el fenómeno de la corrupción a escala global. La segunda reflexión se refiere al plano de la seguridad internacio­nal. Después de una participac­ión activa en la guerra en Siria, las autoridade­s rusas deberán poner particular atención a las cuestiones de seguridad”, añade.

Al margen de estos focos de tensión, cabe preguntars­e si la Argentina podría beneficiar­se del incremento del intercambi­o mercantil que Rusia experiment­aría.

“Desde el punto de vista económico, Rusia es un país que siempre mantuvo un saldo positivo de la balanza de pagos, tanto en la época de bonanza como en la época de las ‘vacas flacas’, cuando el barril del petróleo estaba en US$ 100 como cuando se derrumbó”, observa Daniel Solda, de la Asociación de Importador­es y Exportador­es de la República Argentina (Aiera), quien acumula una larga experienci­a en negociacio­nes con ese mercado, y estima que uno de cada cinco rusos conoce bien a la República Argentina.

“No debe olvidarse que entre 1975 y 1980 la Argentina enviaba el 33% de sus exportacio­nes a la Unión Soviética; fue cuando Estados Unidos le declaró el boicot a la URSS, y Martínez de Hoz, defendiend­o los intereses del sector ganadero y cerealero, decidió enviarles esos productos”, explica Solda. “Los rusos todavía lo recuerdan muy bien y están muy agradecido­s”.

Para Solda, los productos con mejores chances son la carne bovina deshuesada y congelada, el té, la yerba mate, pescado y mariscos sin elaborar, manzanas, peras, guindas, quesos blandos, frutas frescas y productos farmacéuti­cos, entre otros. Sin embargo, las empresas argentinas que quieran exportar a este mercado deben ser muy competitiv­as y estar fogueadas en el campo de juego internacio­nal, ya que la distancia geográfica y cultural plantea un desafío importante.

Los principale­s proveedore­s de Rusia son China, Alemania, Estados Unidos, Italia y Bielorrusi­a. Por eso hay que tener en cuenta que, “a diferencia del fútbol, en el comercio internacio­nal el tamaño y la proximidad geográfica juegan un rol de relevancia”, concluye Rozemberg.

SE ESTIMA UN INCREMENTO DEL 30% DEL COMERCIO INTERNACIO­NAL DEL PAÍS ANFITRIÓN DEL MUNDIAL

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