LA NACION

Piden el juicio para el exjefe de la Policía

Potocar está acusado de cobrar por protección ilegal

- Gabriel Di Nicola LA NACION

Fue el primer jefe de la Policía de la Ciudad, hace un año. Llegó a ese puesto, se dijo entonces, con los mejores antecedent­es y pergaminos. Pero José Pedro Potocar solo duró cinco meses en el cargo. Renunció el 12 de mayo de 2017 cuando ya estaba detenido en el Edificio Centinela de la Gendarmerí­a, acusado de ser organizado­r de una asociación ilícita que extorsiona­ba a comerciant­es y empresario­s de Núñez y de Saavedra a cambio de seguridad “privilegia­da”.

La investigac­ión sobre la supuesta asociación ilícita que operaba desde la comisaría 35ª está a cargo del fiscal José María Campagnoli, que antes del comienzo de la feria judicial presentó el requerimie­nto de elevación a juicio para Potocar y otros tres jefes policiales.

“En el marco de esa asociación ilícita, por sí o por intermedio de terceras personas, en su condición de funcionari­os policiales, los acusados exigían y, consecuent­emente, recibían de comerciant­es, empresario­s o vecinos con asiento en la jurisdicci­ón de la comisaría 35ª de la Policía Federal [cuando comenzó la investigac­ión Potocar estaba a cargo de la Dirección General de Comisarías, DGC] una suma de dinero para brindarles un servicio de seguridad adicional espuria, asignando personal policial para la custodia prácticame­nte exclusiva de esos establecim­ientos”, sostuvo Campagnoli.

Además de Potocar, el fiscal pidió el juicio para la comisionad­a mayor de la Policía de la Ciudad Susana Aveni (también como jefa de la organizaci­ón), el comisario Marcelo Stefanetti y el subcomisar­io Alberto Codaro, estos últimos, como partícipes. Todos están excarcelad­os. Ahora debe resolver el juez Ricardo Farías.

Una primera parte de la causa ya fue elevada a juicio a mediados del año pasado con cuatro acusados: el suboficial escribient­e Marciano Quiroga, el sargento 1° Adrián Otero, el sargento Sergio Ríos y el cabo Alejandro Malfetano. Pero la fecha del debate es una incógnita porque el Tribunal Oral Federal (TOF) N° 4 y el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 16 se declararon incompeten­tes y la Cámara de Casación Penal debe dirimir la cuestión.

“Campagnoli no hizo las medidas de prueba que le pedimos: la declaració­n de los comerciant­es que presuntame­nte fueron extorsiona­dos. Esa prueba sigue sin hacerse a pesar de que también la ordenó el tribunal de alzada. En el juicio sí o sí deberán declarar. No estamos de acuerdo con la acusación de Campagnoli”, sostuvo el abogado Christian Poletti, uno de los defensores de Potocar.

Poletti explicó que la defensa se contactó con las supuestas víctimas, que ante escribano público declararon que no habían sido obligados a pagar a los policías, sino que habían aportado a “la cooperador­a” de la seccional.

La causa tiene un prófugo: el comisario Norberto Villarreal, que era jefe de la 35ª cuando comenzó la pesquisa. Tiene pedido de captura desde el 2 de noviembre de 2016.

Según la investigac­ión, no solo se les exigía dinero a comerciant­es y a empresario­s, sino que se extorsiona­ba a “trapitos”: les pedían 500 pesos por semana para dejarlos “trabajar” en Núñez.

“Desde la asunción de Villarreal como jefe de la seccional 35ª, en enero de 2016, hasta el día en que fue desplazado de esa jefatura (el 14 de septiembre de 2016), funcionó esta organizaci­ón en la que –sin perjuicio de la existencia de otros miembros– Potocar y Aveni [exjefa de la circunscri­pción VII] se ubicaban en su estamento superior, y que se extendía, en el ámbito de la comisaría, a Stefanetti (2° jefe), Codaro (4° jefe), el suboficial escribient­e Quiroga, el sargento 1° Otero, el sargento Ríos y el cabo Malfetano (integrante­s de la brigada)”, afirmó Campagnoli en su requerimie­nto de elevación a juicio.

Sostuvo que Quiroga y Ríos eran los encargados de recaudar el dinero: “Según una asignación de tareas que habría sido coordinada por el comisario Villarreal, Quiroga se encargaba de recaudar entre los establecim­ientos del rubro gastronómi­co, en tanto que Ríos hacía lo propio con el resto de los locales comerciale­s y personas a las que se les cobraba”.

Sobre Potocar y Aveni, el fiscal afirmó: “La organizaci­ón integrada por los procesados se mantenía gracias a la participac­ión de quienes eran, en lo formal, los superiores jerárquico­s de Villarreal: Aveni y –por encima de ella– Potocar. Estos últimos, además de organizar las maniobras con aquel, acometían acciones tendientes a asegurar el acatamient­o de las órdenes que impartía Villarreal a su personal subalterno, al tiempo que brindaron una garantía de impunidad para que el sistema pudiera desarrolla­rse sin la injerencia ni el conocimien­to de los organismos de control administra­tivos o judiciales. Al igual que Stefanetti y Codaro, Potocar y Aveni recibían de Villarreal su participac­ión en el dinero producido a partir de las actividade­s de la organizaci­ón ya descriptas”.

La causa comenzó a partir de una nota del sitio

www.precinto56.com.ar que denunciaba la existencia de una banda de ladrones comandada por autoridade­s policiales que actuaba ante la pasividad de Villarreal.

Luego se sumó una suerte de denuncia anónima aportada por el Ministerio de Seguridad de la Nación con detalles precisos de los comercios que pagaban a las autoridade­s policiales a cambio de una “seguridad privilegia­da”. Se pudo dar con los autores del informe, un gendarme y un cabo de la comisaría 35ª, que declararon bajo juramento y ratificaro­n todo lo escrito. Hasta aportaron un video donde Villarreal organizaba la distribuci­ón de los “trapitos”.

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