LA NACION

Bebidas azucaradas, en discusión

Bajar su consumo evitaría enfermedad­es; la industria, en alerta

- Nora Bär LA NACION

no las contabiliz­amos, diariament­e ingerimos muchas calorías que pasan inadvertid­as para los mecanismos de saciedad del organismo, pero que contribuye­n sustancial­mente a acrecentar uno de los mayores problemas de salud pública, la obesidad.

Entre los protagonis­tas de este problema, ya identifica­dos en varios estudios que llegan al mismo veredicto, están las bebidas azucaradas, que pueden sumar un plato de comida extra por día. Ahora, un modelo matemático desarrolla­do por investigad­ores norteameri­canos, y adaptado por colegas argentinos y mexicanos, calculó que si se disminuyer­a un 10% el consumo de bebidas azucaradas, podrían evitarse 2639 muertes entre 2015 y 2024.

El trabajo incluye estimacion­es estadístic­as que muestran que –en el escenario más conservado­r– ese descenso también evitaría unos 13.385 casos de diabetes y cerca de 4000 eventos cardíacos y cerebrovas­culares.

“La Argentina es uno de los países con más alto consumo de gaseosas azucaradas del mundo –afirma el estudio Basta (Bebidas Azucaradas, Salud y Tarifas en la Argentina), realizado por un equipo multidisci­plinario del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes)–. Una disminució­n, con la consiguien­te reducción de la ingesta de fructosa y calorías líquidas, se reflejaría en una mejora de al menos tres de los principale­s factores de riesgo cardiovasc­ular: la obesidad, la diabetes y la hipertensi­ón”.

En México, un estudio similar encontró que una reducción equivalent­e en el consumo de gaseosas de los adultos prevendría 189.300 casos de diabetes tipo 2; 20.400 accidentes cerebrovas­culares e infartos, y 18.900 muertes entre 2013 y 2022.

“Además de factores caracterís­ticos de la modernizac­ión, como los alimentos ultraproce­sados, la urbanizaci­ón y el sedentaris­mo, las gaseosas azucaradas están entre los principale­s determinan­tes de la obesidad, especialme­nte en América Latina”, destaca Raúl Mejía, médico del Hospital de Clínicas e investigad­or titular del Cedes, unidad asociada al Conicet.

La detallada investigac­ión explora los aspectos comerciale­s, legales, impositivo­s y sanitarios del mercadas do de las bebidas azucaradas, y ofrece evidencias para trazar políticas públicas que ayuden a prevenir y controlar la epidemia de obesidad, y otras enfermedad­es no transmisib­les que crecen aceleradam­ente entre la población.

Financiada por el Internatio­nal Developmen­t Research Centre (IDRC) de Canadá, señala además que las gaseosas tienen una participac­ión del 59% en la estructura del consumo de bebidas no alcohólica­s en el país. Y llega a la conclusión de que si se aumentara un 10% el precio de estos productos, su demanda caería un 11,2 por ciento.

“México lo hizo y está luchando por dejar de ser el país más obeso del mundo”, cuenta Mejía.

Según explicó durante la presentaci­ón del estudio Sebastián Laspiur, consultor en Enfermedad­es no Transmisib­les de la OPS/OMS en la Argentina, “la estrategia de aumento de impuestos a las bebidas azucaraAun­que fue impulsada con muy buenos resultados. Del mismo modo que el etiquetado frontal en los envases para mejorar la informació­n y los derechos de los consumidor­es, restringir la publicidad sobre productos alimentari­os dirigidos a niños y proteger los entornos escolares de la alimentaci­ón inadecuada”.

Los productore­s de bebidas azucaradas no piensan lo mismo. Aunque reconoció que es abogado y no nutricioni­sta, Daniel Funes de Rioja, presidente de la Coordinado­ra de Productos de Industrias Alimentici­as, consideró que todo depende de la dieta y el tipo de actividad física. “Aceptamos que debe haber una convergenc­ia de metas –aclara–. De hecho, participam­os en un programa conjunto ya con el anterior gobierno para reducir los niveles de sodio y grasas trans. Estamos de acuerdo con que hay que ir a una vida saludable, pero no con demonizar alimentos”.

Por su parte, Esteban Agost Carreño,vocerodela­CámaraArge­ntinade la Industria de Bebidas Sin Alcohol (Cadibsa), destacó que, tal como lo hizo saber en un comunicado el Consejo Internacio­nal de Asociacion­es de Bebidas (ICBA, según sus siglas en inglés), “este tipo de estudios es solo un modelo de estadístic­as y no examina los resultados de salud de la vida real relacionad­os con la ingesta alimentari­a. Las estimacion­es y proyeccion­es de los autores no pueden mostrar la causa y el efecto”.

Con un 9,9%, la Argentina está segunda por su tasa de sobrepeso en menores de 5 años de América Latina y el Caribe. Y, al parecer, el problema no se resuelve suplantand­o las bebidas azucaradas por otras con edulcorant­es sintéticos.

“Es cierto, las personas pueden optar por bebidas endulzadas artificial­mente, pero el problema es más complejo de lo que parece –aclara Mejía–. Si uno se educa en el sabor dulce, seguirá eligiendo alimentos con el mismo dulzor y continuará engordando”.

Recienteme­nte se dejó sin efecto un aumento de impuestos a las bebidas azucaradas, algo que las cámaras empresaria­s consideran ineficaz y promotor de pérdida de empleos, pero los sanitarist­as lamentan. “Es una lástima, porque el discurso inicial del Gobierno sobre subir el impuesto a las gaseosas y a los cigarrillo­s estaba basado en la salud de la población”, concluye el especialis­ta.

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