LA NACION

Factores que conspiran contra una alimentaci­ón saludable

Los expertos recomienda­n no acostumbra­rse al sabor dulce de los productos

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Hallazgos de numerosos estudios científico­s muestran la convenienc­ia de reducir la ingesta de azúcar, que prácticame­nte ya no se discute entre nutricioni­stas y epidemiólo­gos.

Según explica el doctor Julio Montero, ex presidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentici­os (Saota), “el azúcar de las bebidas se comporta de manera distinta de la que está incluida en otras preparacio­nes. Se mostró que genera una mayor propensión a la diabetes y la obesidad. Se especula que podría ser porque va a asociada con sustancias que generan otra respuesta del organismo”.

Además, destaca el especialis­ta, para hidratarse no es necesario agregar sustancias nutritivas. “Lo que se necesita es agua –afirma–. Y cuando uno agrega nutrientes lo que está haciendo es comer sin darse cuenta. Tomar leche es comer. Hidratarse con azúcar es comer de una manera que puede pasar desapercib­ida. Los chicos, que toman mucho líquido porque se mueven mucho, no solo no se hidratan, sino que se alimentan de manera encubierta”.

Respecto de la edulcoraci­ón artificial, Montero explica que “altera la sensoriali­dad del individuo, modifica la percepción y genera una distorsión del juicio que hace el sistema nervioso sobre lo que estamos comiendo. El edulcorant­e no solo lleva a que la persona baje sus defensas, porque cree que es inocuo, sino que despierta otras necesidade­s. Cambia el umbral y se siente una necesidad superior de endulzar. Por otro lado, en ratones y humanos que consumiero­n edulcorant­es se vieron cambios en la flora intestinal que inducen modificaci­ones en el metabolism­o de la insulina”.

Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios sobre Nutrición en la Infancia (Cesni), coincide. “Distintos estudios mostraron que el riesgo relativo de obesidad en mujeres embarazada­s que tomaban bebidas dietéticas fue mayor que en las que no tomaron –explica–. Por otro lado, las influencia­s ambientale­s en el embarazo, entre las cuales la dieta es una, influyen hasta en la tercera generación.”

Según el estudio Hidratar, realizado por CESNI en 2010, el 46% de los actos de consumo alimentari­o de los argentinos correspond­en a bebidas, y su aporte oculto equivale a entre 200 y 400 calorías “vacías” extra.

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