La propuesta de Cristo
En relación a la columna de Jorge Fernández Díaz del último domingo quiero hacer algunas reflexiones. Creo que Francisco no exalta la pobreza como mérito en los términos expuestos por Sebreli. No entiende la imitación del pobre como gerenciamiento de una dádiva (aunque efectivamente ocurra y no solo en la Iglesia). La propuesta de Cristo dista en mucho de aquella de la que se mofa el genial Al Pacino en esa inolvidable escena de la película El abogado del diablo. La Iglesia no tiene como función administrar una economía de salvación, sea esta más o menos disfrazada de “progre”. La propuesta de Cristo exalta al pobre sencillamente por varias razones, una de ellas también histórica: tuvo lugar entre ellos. La propuesta de Cristo solo puede encarnarse en nuestra humana mezcla –sí, incluidos los homosexuales, divorciados y las mujeres que deciden abortar–. Para ellos viene Cristo: solo pide ser recibido. Ofrece salud y misericordia que implica un real y mutuo reconocimiento –y no mera tolerancia, muy cercana al desconocimiento, muy distante de la verdadera aceptación–. La fe en Cristo es el lugar desde el cual podríamos acercarnos al profundo sentido de algunos dichos presentados, sin diseccionarlos de manera fría y sesgada. María Laura Murcia
DNI 24.913.234