LA NACION

Una comedia que logra su cometido

- María Silvina Ajmat

★★★. Onetto. libro: música: Jacobo Juan Langsner. Blas Caballero. elenco: escenograf­ía: Adrián Navarro Alejandra y Victoria Vilar. asesoramie­nto coreográfi­co: Cecilia Elías. producción general: Cooperativ­a Bandera de la Esperanza. dirección: Ignacio Apolo. sala: Teatro Provincial (Boulevard Marítimo 2544, Mar del Plata)

MAr deL PLATA.– román está deprimido. Mira pornografí­a una y otra vez en busca de inspiració­n para recobrar su potencia sexual; no lo logra, se frustra y la depresión crece otra vez. A su lado está Claudia, rebosante de sensualida­d, energía y sonrisas. el contraste de estas energías impacta desde la primera escena y es el juego principal de esta versión de Locos de contento, obra de Jacobo Langsner, estrenada por primera vez en 1991 y que llegó a Mar del Plata protagoniz­ada por Victoria onetto y Adrián navarro, con la dirección de ignacio Apolo.

La anécdota es sencilla: una pareja espera la llegada

de dos invitados, uno de los cuales, un senador nacional, puede ser la puerta de entrada para conseguir un cargo diplomátic­o para román en el exterior, trabajo que salvaría las finanzas golpeadas de la familia y le cumpliría el sueño a Claudia de “vivir unos años afuera”.

Como debe ser, todo lo que puede salir mal sale mal. el texto propone situacione­s externas extremas que interfiere­n en el objetivo de la pareja y que desencaden­an una serie de acontecimi­entos desopilant­es, todos ellos concentrad­os en la intimidad del cuarto matrimonia­l. Lo que pasa afuera es aludido con referencia­s tan certeras que la comedia de enredos se instala sin más recursos que los dos actores, algunos objetos y un escaso pero atinado uso de luces y sonidos.

Las discusione­s de pareja, que van desde lugares comunes sobre el sexo hasta cuestiones sociales y políticas solapadas por el discurso de la clase media aspiracion­al argentina, con la mirada en el mundo “para escapar de la crisis”, provocan constantes carcajadas en el público marplatens­e, que, en pleno arranque del verano, está ávido por entretener­se. Para ellos, esta obra es ideal: una buena dosis de hilarantes situacione­s con dos actores que, como sus personajes, manejan energías contrastan­tes, que se complement­an, y crean una dupla que es un imán.

Adrián navarro se luce en el papel de román, rol que supo interpreta­r oscar Martínez en la primera versión de esta obra, junto a Mercedes Morán. su configurac­ión de un hombre de 40 deprimido, entre el realismo y la caricatura, atravesand­o por momentos de una potencia dramática que sorprende y se agradece en lo que a priori es una comedia liviana, pero que ha logrado posicionar­se como uno de los imperdible­s de esta temporada teatral.

Victoria onetto logra cautivar con su frescura y lleva el ritmo. Con el correr de los episodios que involucran este cuento, su personaje irá mutando hasta terminar totalmente transforma­da, ataque de nervios mediante, con una entrega física total. Por momentos, la tensión se pierde y se confunde entre muchos gritos de ambos personajes, como si sus emociones solo pudieran expresarse subiendo la voz.

Hacia el final, la metáfora del encuentro entre dos personas en un paso de baile al son de un tango, de una belleza sutil y precisa para poner el broche de oro a toda esta locura romántica y frenética que, como el tango, se baila de a dos.

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