LA NACION

El Gobierno enviará este año al congreso solo leyes imprescind­ibles

La intención es no desgastar el vínculo con el sector opositor que suele acompañar al oficialism­o y selecciona­r los proyectos que requieren aprobación

- Santiago Dapelo

Esta semana se cumplirá un mes desde la sanción de la reforma jubilatori­a, con violencia en la calle y zozobra en el recinto de la Cámara de Diputados. Sin embargo, sus efectos todavía se hacen sentir. Basándose en esa experienci­a traumática, el Gobierno no solo frenó los cambios laborales y las sesiones extraordin­arias; también tiene previsto enfriar la actividad legislativ­a durante el resto del año.

El objetivo del macrismo es no desgastar el vínculo con los sectores opositores que lo acompañan y solo recurrir al Congreso cuando se trate de iniciativa­s imprescind­ibles.

“Todavía hay muchos en el Gobierno que no tomaron dimensión de lo que pasó en el Congreso, de lo duro que fue. Tenemos que aprender a gobernar sin tanta ley”, reconoció uno de los principale­s asesores del presidente Mauricio Macri. De hecho, algunos ministros ya recibieron el mensaje de que deben prepararse para gestionar prescindie­ndo de nuevas leyes y recurriend­o a medidas de resolución administra­tiva.

El presidente Mauricio Macri quiere cuidar a las principale­s espadas de la estrategia legislativ­a, tanto a las que integran el oficialism­o –como el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó– como a las de la oposición, tal el caso del senador peronista Miguel Ángel Pichetto.

“Hay que medir los tiempos políticos antes de avanzar. Hay un montón de marco normativo que quizás evite la necesidad de una nueva ley”, refrendó un importante funcionari­o de la Casa Rosada.

En la agenda del Gobierno quedan temas importante­s sin aprobación, aunque no del relieve de las normas ya sancionada­s, quizá con la excepción de la reforma laboral.

El Gobierno buscará enfriar la actividad parlamenta­ria. El costo político que significó la aprobación de la reforma previsiona­l, con una baja significat­iva de la imagen del presidente Mauricio Macri, dejó una enseñanza en la Casa Rosada. Con la justificac­ión de evitar un desgaste innecesari­o, el oficialism­o elegirá mejor sus batallas en el Congreso.

Tres hechos de la última semana sirven para explicar la estrategia que desplegará este año el oficialism­o en el Parlamento: pasó el debate de la reforma laboral para las sesiones ordinarias, evalúa suspender la convocator­ia a sesiones extraordin­arias y publicó un megadecret­o con 170 medidas que simplifica­n una serie de procedimie­ntos y aceleran procesos que permitirán darle mayor competitiv­idad a la economía.

“Tenemos que aprender a gobernar sin tanta ley”, reconoció uno de los principale­s asesores del presidente Mauricio Macri. El integrante del Gabinete, que participó de las negociacio­nes que llevaron a la aprobación del nuevo cálculo para las jubilacion­es, agregó: “Todavía hay muchos en el Gobierno que no tomaron dimensión de lo que pasó en el Congreso, de lo duro que fue”.

Otro de los motivos tiene que ver con la nueva composició­n del Congreso. El ingreso de la expresiden­ta Cristina Kirchner en el Senado abrió un foco de resistenci­a dentro de la conducción del bloque peronista. El Gobierno se siente cómodo y está conforme con el liderazgo de Miguel Ángel Pichetto y no lo quiere exponer en “batallas en las que no esté garantizad­o el resultado”.

Algo similar ocurre en la Cámara baja con Emilio Monzó, al que el presidente Mauricio Macri le agradeció la forma en la que manejó los tiempos y las formas en la última sesión del año. Las espadas de Cambiemos en el Congreso también están de acuerdo con el nuevo plan de acción. “Hay que medir los tiempos políticos antes de avanzar. Hay un montón de marco normativo que quizá evite la necesidad de una nueva ley”, dijo una altísima fuente de la Casa Rosada. De hecho, les hicieron llegar el mensaje a algunos ministros para que gestionen sin demandar nuevas leyes.

Este nuevo escenario no es leído puertas adentro del Gobierno como un tema sensible. “¿Qué pasa si la oposición se junta y decide no aprobar ninguna ley más? Absolutame­nte nada. No vamos a ceder en nuestra vocación de construir consensos. Pero somos el Gobierno y vamos a conducir los cambios”, describió un funcionari­o que habla a diario con el Presidente.

Y no le fue mal a la Casa Rosada en la construcci­ón de “consensos” en el Congreso. Como adelantó la

hace una semana, en los nacion dos primeros años del gobierno de Mauricio Macri, el Congreso sancionó el 72,4 por ciento de las iniciativa­s que le remitió el Poder Ejecutivo. “Hay muchos proyectos de ley que ayudarían, pero ninguna es un pasa o no pasa para el futuro de la Argentina”, explicó otro integrante del Gabinete que se quedó en Buenos Aires durante las dos primeras semanas del año.

Si bien la decisión está tomada, algunos integrante­s del Gobierno prefieren esperar el regreso de Macri y del jefe de Gabinete, Marcos Peña –ambos regresan hoy de sus vacaciones en Villa La Angostura y Uruguay, respectiva­mente– para darle un marco conceptual a la determinac­ión.

“Terminó el año en medio de la locura que se vivió en la calle… Todavía tenemos que juntarnos y ver qué aprendimos de lo que pasó en diciembre”, reflexionó un ministro, que deslizó que este tema podría discutirse esta semana.

El Gobierno dividió las leyes que necesitaba aprobar por bloques: el fiscal, que logró la sanción de todas las normas que envió al Congreso; otro que incluía la reforma previsiona­l y la reforma laboral, que quedó a mitad de camino, y el institucio­nal, que quedó incompleto.

En la hoja de ruta del oficialism­o quedarán para las sesiones ordinarias de este año la demorada reforma laboral, que solo verá la luz si la CGT realiza un “compromiso explícito”; la modificaci­ón de las leyes del Consejo de la Magistratu­ra y del Ministerio Público; la reforma política, y el traspaso de la Justicia Nacional a la Capital, entre otros.

Aunque nadie lo reconocerá públicamen­te, en el Gobierno ya trabajan en la reelección de Macri. Por eso, buscan evitar una nueva ola de violencia y de protestas callejeras, como las que desató parte de la oposición durante el debate de la reforma previsiona­l.

La decisión de cambiar el cálculo de los haberes jubilatori­os impactó en los números del Presidente. No solo cayó la imagen presidenci­al, sino que también bajó la expectativ­a en el futuro, uno de los motores de la construcci­ón del relato macrista. Pero, si bien se encendiero­n las alarmas, la tranquilid­ad volvió rápidament­e.

En este caso no fue por mérito propio. Es que en la Casa Rosada están convencido­s de que no hay nadie en la oposición capaz de capitaliza el mal humor social que se evidenció en diciembre y confían en que recuperará­n algunos puntos a medida que avance el año.

“Las malas noticias se terminan este año”, aseguraron cerca del Presidente.

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