LA NACION

El obispo acusado de encubridor, en el centro de la polémica

Monseñor Juan Barros estuvo en la primera fila del evento celebrado por el Papa en Santiago

- Federico Grünewald

SANTIAGO, Chile.– Dos veces pidió perdón Francisco por los casos de abusos sexuales contra menores cometidos por integrante­s de la Iglesia chilena y las dos veces remeció a los religiosos locales. Es el tema más complicado de su visita y uno de los más frescos gracias a Juan Barros, un obispo acusado de encubrir los actos de pedofilia del sacerdote Fernando K ar adima, castigado de por vida por el Vaticano.

En 2015, Barros fue nombrado por Francisco obispo en la ciudad de Osorno y, desde entonces, los feligreses del sur de Chile exigen su renuncia.

Sin embargo, los pedidos de perdón por los abusos el Papa los realizó primero en la sede del gobierno, símbolo del poder político, y luego en una reunión con los 34 obispos de Chile, en la catedral de Santiago, símbolo del poder religioso. La curia chilena también fue invitada a sumarse al perdón, pero las víctimas de Karadima quieren reparación y actos concretos. Uno de ellos fue la cita privada entre las víctimas de abusos y el Papa.

La presencia de Barros en primera fila de la Misa por la Paz, primer acto masivo del Papa en Chile ante 400.000 personas, fue motivo de queja pública entre los religiosos. El jesuita Pablo Walker, capellán del Hogar de Cristo, dijo que ver al obispo Barros le produjo “un dolor muy grande”. Se sumó el también jesuita Felipe Berríos, uno de los sacerdotes más influyente­s en Chile desde su trabajo en los sectores marginales. “Llevamos muchos meses con la iglesia de Chile dividida por esto. En el tema de los abusos sexuales estamos los curas que pedimos perdón, pero por otro lado hay gestos que se contradice­n. En la gente genera molestia y en los curas también. Me violenta la presencia de él al lado del Papa”.

La defensa de Barros fue doble: cuando culminó la misa y, luego, al llegar a la catedral de Santiago.

“Quiero reiterar que se han dicho muchas mentiras respecto a lo mío. Por favor no colaboren con esas mentiras. Una cosas es haber participad­o en una parroquia y una muy distinta es haber sido testigo de lo que ocurrió con un sacerdote. Jamás fui testigo de eso”, comentó a los periodista­s.

El teólogo y filósofo rodrigo Elguera, de la Universida­d Urbaniana de roma, tuvo a Jorge Bergoglio por ocho años como su director espiritual cuando fue seminarist­a. Al enterarse de la reunión entre el Papa y las víctimas de abusos, dijo a la nacion que intuía que de alguna forma Bergoglio los “iba a sorprender”.

Elguera agregó sobre Barros que Bergoglio suele llamar a la autocrític­a de la conciencia personal. “Nunca te va a decir lo que tienes que hacer. Creo que él confía en la conciencia de Barros, llegó a un convencimi­ento de su inocencia, creo que alguien con tantos gestos valientes y fuertes no puede estar haciéndose el sordo frente a las críticas. También creo que Barros podría tener un gesto de misericord­ia y de renuncia por la iglesia, pero Bergoglio no lo obligará”.

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