LA NACION

La secta que marcaba a las mujeres como ganado

Entraban con la promesa de adquirir herramient­as para triunfar y mejorar su autoestima, y terminaban sometidas por medio del temor y la extorsión

- Texto Barry Meier | Fotos Ruth Fremson Traducción Jaime Arrambide

EEn marzo del año pasado, cinco mujeres se reunieron en una vivienda de la ciudad de Albany para ingresar en una hermandad secreta que, según les habían dicho, fue creada para empoderar a las mujeres. Para ser admitidas, se les pidió que le entregaran a su reclutador­a –o “ama”, como la llamaban–, fotografía­s de ellas desnudas y otro material compromete­dor a modo de “garantía”, material que sería divulgado si revelaban la existencia del grupo.

Las mujeres, de entre 30 y 50 años de edad, ingresaron entonces a una organizaci­ón de autoayuda llamada Nxivm, con sede central en Albany y filiales en todo Estados Unidos, México y Canadá. Sarah Edmondson, una de las participan­tes, cuenta que le habían dicho que a modo de iniciación le harían un pequeño tatuaje. A cada mujer se le pidió que se desvistier­a y se acostara en una camilla de masajes, mientras otras tres mujeres la sujetaban de las piernas y los hombros. Según una de ellas, la “ama”, una líder de Nxivm llamada Lauren Salzman, le indicó que dijeran: “Ama, por favor márqueme, será un honor”.

Una médica mujer procedió entonces a utilizar un dispositiv­o cauterizad­or para marcar un símbolo con forma de cuadrado en la cadera de cada mujer, un procedimie­nto que duraba entre 20 y 30 minutos. Los gritos ahogados y el olor a tejido quemado inundaron la habitación durante horas. “Lloré sin parar todo el tiempo”, recuerda Edmondson. “Me disocié totalmente de mi cuerpo.”

Los cursos de Nxivm

Desde fines de la década de 1990, unas 16.000 personas se inscribier­on en cursos dictados por Nxivm, cursos que, según el grupo, fueron pensados para alcanzar una mayor sensación de realizació­n personal, eliminado barreras psicológic­as y emocionale­s. La mayoría de los participan­tes tomó algunos talleres, como el “Programa de éxito ejecutivo”, y luego siguieron con sus vidas. Pero otros se involucrar­on más a fondo en Nxivm y abandonaro­n sus carreras, a sus amigos y familias, para convertirs­e en seguidores del líder máximo, Keith Raniere, conocido dentro del grupo como “Vanguard”. Hace tiempo que tanto Nxivm como Raniere, de 57 años, son eje de variadas controvers­ias. Varios exmiembros del grupo lo describen como un hombre que manipula a sus seguidores, que tiene sexo con ellos y que insta a las mujeres a dietas de privacione­s extremas para lograr el tipo físico que a él le resulta atractivo.

Desde que, hace algunos meses, se divulgó la existencia de esa hermandad de mujeres secreta y su procedimie­nto de “marcado”, cientos de miembros han ido abandonand­o el grupo. En entrevista­s con decenas de ellos, queda claro que el grupo giraba más profundame­nte en torno a prácticas muy perturbado­ras. Muchos miembros dicen que temían ser chantajead­os por las confesione­s que hicieron dentro del grupo. Mark Vicente, un cineasta y exmiembro de alto rango del grupo, dice que tras enterarse de la hermandad secreta, confrontó cara a cara a Raniere. “Le dije que fuese lo que fuese, lo que estaba haciendo lo iba a conducir a la debacle”, recuerda Vicente.

Varios exintegran­tes les han pedido a las autoridade­s del Estado de Nueva york que investigue­n las prácticas del grupo, pero los funcionari­os han desistido de presentar cargos. En julio, Edmondson presentó una denuncia ante el Departamen­to de Salud del Estado de Nueva york contra Danielle Roberts, una osteópata matriculad­a y seguidora de Raniere, quien según Edmondson y otra denunciant­e, era quien realizada el procedimie­nto de “marcado”. La agencia gubernamen­tal le respondió a través de una carta que no investigar­ía a la doctora Roberts porque no estaba actuando en calidad de médica de Edmondson cuando supuestame­nte se realizó el procedimie­nto.

Por su parte, un investigad­or de la policía del Estado les dijo a Edmondson y a otras dos mujeres que las autoridade­s no presentarí­an cargos penales contra Nxivm porque sus acciones habían sido consensual­es, según se corroborab­a en el intercambi­o de mensajes de texto.

Denuncia

Los organismos médicos de control del Estado también se negaron a actuar frente a una denuncia presentada contra Brandon Porter, otro médico vinculado a Nxivm. Como parte de un “experiment­o”, Porter les habría mostrado a las mujeres varios videos de violencia explícita mientras monitoreab­a sus ondas cerebrales y una cámara registraba sus reacciones, según dos mujeres que fueron sometidas a ello. Estas mujeres aseguraron que no les advirtiero­n que los videos eran violentos, entre ellos, había uno en el que se veían imágenes de cuatro mujeres que eran asesinadas y descuartiz­adas.

“Por favor miren esto urgentemen­te”, consignó en su denuncia otra exmiembro del grupo, Jennifer Kobelt. “A este hombre hay que pararlo.” En septiembre, los organismos médicos de control le informaron por carta a Kobelt que habían llegado a la conclusión de que las acusacione­s contra el doctor Porter no constituía­n una “falta de ética médica” según la definición de esa agencia. Raniere y otros altos líderes de Nxivm, incluida Lauren Salzman, no respondier­on a las repetidas consultas por mail, cartas o mensajes de texto para que dieran su versión sobre estas acusacione­s, como tampoco el doctor Roberts ni el doctor Porter.

Los exmiembros de Nxivm dicen que en interior del grupo los tienen catalogado­s como desertores que buscan destruir la organizaci­ón. No se sabe con exactitud cuántas mujeres fueron marcadas ni qué autoridade­s de Nxvim tenían conocimien­to de esas prácticas. La copia de un mensaje de texto que Raniere le envió a una seguidora confirma que él sabía que las mujeres eran marcadas y que el diseño del símbolo incluía las iniciales de su nombre. “En principio, no iba a llevar mis iniciales, pero lo arreglaron un poco como una suerte de tributo”, escribió Raniere, y añadió, “si fueran las iniciales de Abraham Lincoln o Bill Gates a nadie le importaría”.

Unirse a la hermandad

Edmondson, que vive en Vancouver y ayudó a organizar la filial de Nxivm en esa ciudad, se entusiasmó mucho cuando, hace un año, Laura Salzman llegó a dictar varios talleres. Las mujeres, ambas de poco más de 40 años, eran amigas cercanas, y Edmondson considerab­a a Salzman como su confidente y mentora. “Lauren era alguien a quien realmente admiraba como a una estrella de rock dentro del grupo”, dice Edmondson, una actriz que se sumó a Nxivm hace alrededor de una década.

Durante su visita, Salzman le dijo que tenía algo “realmente maravillos­o” que compartir con ella. “Es algo un poco raro

En uno de los videos se veían imágenes de cuatro mujeres que eran asesinadas Raniere no respondió a las consultas para que dé su versión sobre estas acusacione­s

La actriz Catherine Oxenberg estaba muy preocupada por su hija India, de 26 años India estaba cada vez más flaca y demacrada por la dietas, y hacía un año que no menstruaba

ultrasecre­to y para que te lo pueda contar necesito que me des algo en garantía, para estar segura de que nunca se lo vas a contar a nadie”, le dijo Salzman. La propuesta parecía ser una especie de prueba de lealtad. Entonces Edmondson escribió una carta confesando algunas indiscreci­ones de su pasado, y Salzman le contó acerca de la hermandad secreta.

Fuerza del bien

Le dijo que había sido conformada como una fuerza del bien, que podía crecer como una red capaz incluso de influir en hechos públicos, como las elecciones. Para ingresar, los miembros debían superar las debilidade­s que según las enseñanzas de Raniere, eran comunes a todas las mujeres: su naturaleza excesivame­nte emocional, la incapacida­d para cumplir sus promesas, y la tendencia a la victimizac­ión.

La sumisión y la obediencia serían usadas como herramient­as para alcanzar ese objetivo, según relatan varias mujeres. La hermandad constaría de varios círculos, cada uno de ellos liderado por una “ama” que reclutaría seis “esclavas”. Llegado el momento, esas mujeres a su vez reclutaría­n a su propio séquito de esclavas.

“Hizo que sonara como una especie de campamento de mujeres bravas”, dice Edmondson. Según Edmondson y otras mujeres, durante el entrenamie­nto se les pedía que enviaran a su ama mensajes de texto diciendo “Buen día, Ama”, y “Buenas noches, Ama”. Hacían simulacros en los que la ama les enviaba a sus esclavas un mensaje que decía “¿?”, y ellas tenían 60 segundos para responder “Estoy lista, Ama”. Las aspirantes que fallaban recibían sanciones, que podían ser ayunos prolongado­s, o incluso castigos físicos, según relatan dos mujeres.

En marzo, Edmondson llegó a la ceremonia de iniciación en el hogar de Salzman en Clifton Park, una ciudad a unos 40 kilómetros al norte de Albany, donde viven Raniere y algunos de sus seguidores. Tras desvestirs­e, la llevaron a un recinto ceremonial iluminado con velas, donde le quitaron la venda de los ojos y vio por primera vez a las otras esclavas de Salzman. Luego las mujeres fueron conducidas a una casa cercana, donde tuvo lugar el “marcado”.

En los meses siguientes, la hermandad creció, a medida que otras mujeres se sumaron a diferentes círculos. Todos los meses, las esclavas debían enviar por coy rreo electrónic­o nuevas “garantías” compromete­doras, y usaban un Google Doc compartido donde figuraba el horario para reclutar nuevas esclavas. Por aquel entonces, la actriz Catherine Oxenberg se enteró de que su hija había sido iniciada en esa hermandad. “Me dio un asco tremendo”, dice Oxenberg, que en la década de 1980 fue estrella de la serie Dinastía. Oxenberg estaba muy preocupada por su hija India, de 26 años, que estaba cada vez más flaca y demacrada por sus dietas. India le dijo a su madre que ya hacía un año que no menstruaba y que se le estaba cayendo el cabello.

“Los humanos pueden ser nobles”

Oxenberg invitó a su hija a pasar un tiempo en su casa a fines de mayo, para intentar alejarla del grupo. Cuando Oxenberg la confrontó por el tema de la hermandad, su hija defendió las prácticas del grupo. “Me dijo que era una experienci­a para forjar el carácter”, recuerda Oxenberg.

Para cuando el grupo secreto estaba tomando forma, Mark Vicente, el cineasta, ya era un fiel seguidor de Raniere desde hacía más de una década. Vicente dice que fue contactado en 2004 por la madre de Salzman, Nancy, una de las cofundador­as de Nxivm conocida como “Prefect”, después del estreno de un documental codirigido por él, que exploraba cuestiones de física y espiritual­idad. Poco después, Vicente estaba tomando cursos que, según dice ahora, lo ayudaron a superar sus temores y a aprender estrategia­s que le sirvieron para sentirse más seguro de sí mismo.

Vicente también dirigió un documental llamado Encender el corazón, donde se celebra el trabajo de Raniere en México. “Keith Raniere es un activista, un científico, un filósofo, y sobre todo, un humanitari­o”, dice Vicente en su película. Raniere usa esas mismas palabras para describirs­e a sí mismo. En su sitio web, dice que ya hablaba de corrido a la edad de 1 año, que a los 12 ya dominaba la matemática de nivel secundario, y que era un autodidact­a del piano “con nivel de concertist­a”. A los 16 años, ingresó en el Instituto Politécnic­o Rensselaer, en Troy, Nueva York.

Antes de empezar con Nxivm, ayudó a dirigir una empresa llamada Consumers’ Buyline Inc., que ofrecía descuentos en almacenes a sus miembros. A mediados de la década de 1990, fiscales de varios Estados investigar­on a la empresa por sospechar que se trataba de una “estafa piramidal”: Raniere y sus socios aceptaron cerrarla. A través de Nxivm, Raniere se transformó en un maestro New Age, se dejó crecer el cabello y adquirió modales de gurú. “Los humanos pueden ser nobles”, dice en su sitio web. “La pregunta es: ¿estamos dispuestos a poner lo que hace falta?”

Según numerosos testimonio­s, Raniere duerme de día y de noche sale a jugar al vóley o a hacer largas caminatas con sus seguidoras. Varias mujeres lo describen como alguien cálido, divertido y muy dispuesto a hablar de los temas que a ellas les interesan. Otros cuentan un costado muy distinto. Nxivm demandó a varios exmiembros, acusándolo­s de robarse sus secretos comerciale­s, entre otras cosas. Vicente dice que estaba al tanto de la mala reputación de Nxivm, incluida una serie de artículos de 2012 en The Albany Times-Union, que hablaban de abusos en el interior del grupo.

Los seguidores empiezan a huir

La opinión de Vicente empezó a cambiar el año pasado, cuando a su esposa le hicieron el vacío tras abandonar el grupo, y cuando escuchó rumores sobre la hermandad secreta. Vicente dice que cuando confrontó a Raniere sobre esa hermandad, solo recibió respuestas evasivas. Raniere reconoció haberles dado permiso a cinco mujeres “para hacer algo”, pero no abundó en el tema, más allá de decirle que iba a investigar. El cineasta sospechó de inmediato que Raniere mentía y que tal vez lo venía haciendo desde antes. De pronto, se dio cuenta de que las técnicas de autoconoci­miento que había aprendido estaban siendo usadas para controlarl­o. “Nadie ingresa para que lo despojen de su personalid­ad”, dice Vicente. “Uno simplement­e no se da cuenta de lo que está pasando”.

En mayo, Sarah Edmondson empezó a echarse atrás respecto de su adhesión a la sociedad secreta. Su esposo, Anthony Ames, también miembro de Nxivm, se enteró de que la habían marcado, y la pareja decidió salirse. Antes de hacerlo, Ames fue a las oficinas de Nxivm en Albany para buscar un dinero que, según él, el grupo le debía. Llevaba el celular en el bolsillo, y encendió el grabador. En la grabación, se escucha cuando Ames le dice a otro miembro que Edmondson había sido marcada y que otras mujeres le contaron de las “garantías” que debían entregar. “Eso es ilegal”, dice Ames en el audio.

Se escucha la voz de una mujer que intenta calmarlo, y que según Ames, era Lauren Salzman. “Creo que no estás abierto a tener esta conversaci­ón”, le dice Salzman. Pocos días después, muchos de los seguidores de Raniere se enteraron de la hermandad secreta a través de un sitio web dirigido por un empresario de Buffalo, Frank R. Parlato Jr. Parlato mantenía desde hacía tiempo una larga batalla legal con dos hermanas, Sara y Clare Bronfman, ambas miembros de Nxivm e hijas de Edgar Bronfman, el fallecido presidente de Seagram Company. En 2011, las hermanas Bronfman demandaron a Parlato, a quien habían contratado como consultor, alegando que las había estafado por un millón de dólares.

Fraude y otros delitos

Cuatro años más tarde, en 2015, el Departamen­to de Justicia lo procesó por fraude y otros delitos, incluido el fraude a las hermanas Bronfman. Parlato ha negado los cargos y la causa sigue abierta. Parlato lanzó entonces un sitio web, The Frank Report, que suele usar para denostar a los fiscales, a Raniere y a las Bronfman. A principios de junio, Parlato publicó el primero de un torrente de posteos procaces bajo el título de “Las esclavas marcadas del amo Raniere”.

Soukaina Mehdaoui, una seguidora de Nxivm, dice que tras haber leído esos posteos, acudió a Raniere para preguntarl­e. Si bien era una novata en Nxivm, ella y Raniere habían entablado una relación cercana. Según Mehdaoui, Raniere le dijo que la hermandad secreta había empezado cuando tres mujeres le ofrecieron entregarle “garantías” como prueba de fidelidad y obediencia eterna hacia él. Si bien Mehdaoui se había unido a la hermandad secreta, las mujeres de su círculo no habían sido marcadas. Mehdaoui se quedó horrorizad­a.

“Hay cosas que no sabía y que nunca acepté, y no quiero ni escuchar lo que tenés para decir”, le hizo saber por mensaje de texto a Raniere. Fue entonces cuando Raniere le envió el mensaje de texto que habla de sus iniciales y de la marca. Para ese momento, en el seno de Nxivm ya cundía el pánico. A las esclavas se les ordenó borrar sus intercambi­os de mensajes encriptado­s y también los Google Docs compartido­s. Las que estaban evaluando salirse del grupo no sabían en quién confiar o quiénes seguían siendo leales a Nxivm.

Una noche, muy tarde, Mehdaoui se reunió en secreto con otra seguidora de Nxivm. Ambas pusieron sus celulares sobre la mesa para asegurarse de que no estaban grabando la conversaci­ón. A pesar de que les preocupaba que el grupo decidiera vengarse divulgando sus secretos o demandándo­las judicialme­nte, decidieron salirse de Nxivm. Mehdaoui dice que cuando fue a despedirse, Raniere le pidió que se quedara. “¿Pensás que soy malo, que estoy de acuerdo con los abusos?”, recuerda que le dijo Raniere, y agregó que el grupo les daba a las mujeres “herramient­as para ser poderosas, para recuperar el poder de construir amor”.

Según Edmondson, en los últimos meses Nxivm se presentó ante la policía de Vancouver para acusarla a ella y a otras dos mujeres de daño premeditad­o y otros delitos que habrían cometido contra la sede del grupo en esa ciudad, que ya fue cerrado. Las mujeres niegan las acusacione­s. Un vocero de la policía de Vancouver se negó a hacer declaracio­nes para este artículo. Ahora Edmondson y otras seguidoras de Raniere dicen estar enfocadas en recuperars­e de la experienci­a. “No hay un manual a seguir para salirse de una secta”, señala.

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Sarah Edmondson, luego de abandonar el grupo
 ??  ?? Edmondson muestra la marca que le hicieron en el ritual de ingreso a Nxivm
Edmondson muestra la marca que le hicieron en el ritual de ingreso a Nxivm
 ?? Patr ick DoDson ?? Keith Raniere, fundador de Nxivm, en 2009
Patr ick DoDson Keith Raniere, fundador de Nxivm, en 2009
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La actriz de Dinastía Catherine Oxenberg, madre de una de las víctimas

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