LA NACION

Mejorar la Justicia es tarea de todos

- Raúl Aguirre Saravia —PARA LA NACION—

L a ciudadanía tiene una imagen negativa del Poder Judicial. Las encuestas realizadas durante 2017 por importante­s consultora­s ubican a la Justicia en el peor lugar entre las institucio­nes y organizaci­ones públicas, detrás de los partidos políticos, del Poder Legislativ­o y de los gobiernos en general. Los sondeos efectuados mostraron que su cuestionam­iento alcanza a 3 de cada 4 encuestado­s, y los principale­s problemas señalados son la intromisió­n del poder político y la corrupción existente entre sus miembros. Se indicó que los aspectos a mejorar son la honestidad y la idoneidad de los jueces para interpreta­r y aplicar el derecho en tiempos razonables, fundamenta­les para la recuperaci­ón de su imagen.

Es necesario efectuar reformas estructura­les como la modificaci­ón a la ley del Consejo de la Magistratu­ra, cuya finalidad es la designació­n y remoción de los jueces a fin de despolitiz­ar ese organismo, tornándolo más técnico, autónomo y ágil de manera de cubrir la tercera parte de los juzgados hoy vacantes en el Poder Judicial de la Nación. A ese efecto se envió en los últimos días del año al Congreso un proyecto que agrega dos abogados y un juez para equilibrar el estamento político hoy preeminent­e. Por otra parte, la renuncia de la procurador­a general de la Nación fue una excelente oportunida­d para el replanteo de una ley sobre el Ministerio Público que regule la designació­n, remoción y el funcionami­ento de dicho organismo, sin que el proyecto hoy en tratamient­o tenga el nombre o apellido del próximo fiscal general.

El Ministerio de Justicia lanzó el programa Justicia 2020, en el que se discute una reforma judicial integral que debate las modificaci­ones más necesarias. Hacer un cambio en los códigos de procedimie­nto que permita asimilar todos los avances tecnológic­os existentes para lograr la implementa­ción del expediente electrónic­o reducirá, significat­ivamente, la cantidad de años que dura cualquier proceso judicial escrito.

Ha sido destacable la actividad desplegada por asociacion­es de profesiona­les que impulsaron acciones judiciales tendientes a evitar la designació­n o el traspaso irregular de fiscales o jueces subrogante­s, así como el pedido de una auditoría al Consejo de la Magistratu­ra para considerar la demora y retraso de causas de corrupción en trámite ante la Justicia Federal Penal. Es de esperar que dicho organismo convierta ese procedimie­nto en un mecanismo de control permanente para poder evaluar la gestión de los magistrado­s, extendiénd­ola a otras jurisdicci­ones y fueros. Eso permitirá tramitar los juicios políticos de los magistrado­s que no cumplen con su función en tiempo y forma.

Sería también convenient­e que no se les acepte la renuncia o el acogimient­o a una jubilación, como ocurrió con Oyarbide, y se los remueva por mal desempeño de sus funciones o enriquecim­iento, como fue el caso de Freiler.

Pero no todas deben ser reformas legales. Hay cuestionam­ientos públicos que deterioran la imagen del Poder Judicial. Es difícil que un inversor o un ciudadano puedan tener confianza en la Justicia argentina cuando una de las principale­s aliadas del Gobierno, la legislador­a Carrió, cuestiona en forma permanente la honestidad del presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y el resto de los funcionari­os se limitan a declarar que es un tema personal entre ambos. Este conflicto no debería existir y es un mensaje contradict­orio para la sociedad. El Gobierno debe resolver –puertas adentro– si apoya a Carrió en sus denuncias y Ricardo Lorenzetti debe ser sometido a un juicio político, o si, por el contrario, advierte que no hay gravedad institucio­nal suficiente y la obliga a desistir de sus planteos.

El Poder Judicial debe ajustar su funcionami­ento, remuneraci­ones, exenciones impositiva­s, licencias y ferias judiciales al régimen laboral ordinario similar al resto de la sociedad. Hoy no se conciben privilegio­s exorbitant­es cuando el servicio de Justicia está en crisis y sus miembros gozan de todo tipo de prerrogati­vas que no tienen el resto de los argentinos.

También los abogados, como auxiliares de la Justicia, debemos colaborar en la agilidad de los procesos judiciales, y los tribunales de disciplina deben sancionar a los letrados que obstruyen o dilatan los juicios mediante la interposic­ión de defensas o recursos sin fundamento­s jurídicos.

Como ya he sostenido en otras oportunida­des, criticar la actuación de la Justicia es fácil, lo difícil es involucrar­se y trabajar para su mejoramien­to, lo que debe ser un compromiso de toda la sociedad, desde el lugar que nos toca actuar.

Expresiden­te del Colegio de Abogados de la Ciudad de Bs. As.

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