DOMINGOS, UNA CITA en LOS PARQUES
Desde hace cuatro años, centenares de personas se reúnen los domingos a bailar en distintos espacios verdes; la actividad, organizada por profesores y DJ, no deja de crecer
La tarde está gris y un poco fresca. No parece verano. En un sector del Parque Avellaneda, en el sur de la ciudad, hay un pequeño galpón donde unas 300 personas cortan la monotonía típica del domingo de una manera alegre y particular: bailando rock and roll. Suena furioso en el aire “Seventh Son”, clásico de Johnny Rivers, y los bailarines despliegan por la pista sus fintas con gracia y desparpajo.
La actividad que los reúne se llama Rock and Roll al aire libre!, una iniciativa creada por un grupo de profesores de rock y DJ apasionados por ese género, que decidieron ofrecer a los vecinos en diferentes parques porteños y del conurbano la posibilidad de ir a bailar ese ritmo tan popular en las décadas del 50 y del 60, que sigue dando batalla.
Carlos López, uno de los dos DJ encargados de musicalizar esta tarde/noche del domingo –el baile arranca a las 19 y termina a las 23–, explica: “Empezamos muy poquitos en noviembre de 2013 en el Parque Rivadavia. Esto creció y se formó un circuito urbano. Un domingo en el
Rivadavia, otro en el Mercado de Pulgas, otro en la Costanera Sur, en el Parque de la Ciudad o acá, en Parque Avellaneda. Ya tenemos más de 5700 seguidores en Facebook y el espíritu se mantiene: juntamos gente que no tiene cabida en otros lugares para que venga a bailar y a divertirse en un ambiente sano”.
En la pista, las parejas danzan al son de un tema de Credence. Hombres y mujeres de todas las edades, pero en su mayoría mayores de 45, se mueven tomados de la mano. Aquí y allá alguna pirueta, o un giro clásicamente rockanrolero. “Venimos hace dos años, cuando podemos, a bailar un poco de rock. Te olvidás de todo acá, es una buena terapia”, dice Alejandra Gonzalves, mientras descansa con un grupo de amigas en la puerta del galpón. A su lado, Patricia Michelli, masajista del barrio de Flores, que disfruta el rock porque es la música de su adolescencia, sintetiza: “Cuando el cuerpo baila, la mente olvida”.
Al frente del salón está el pequeño escenario con los DJ, en el centro se baila y a los costados, la gente comparte mates y conversaciones. Las condiciones climáticas adversas hicieron que el grupo se protegiera bajo techo, pero la idea original es moverse siempre al aire libre, como sucede en la mayoría de los parques por los que gira este movimiento.
Mónica Monteleone, que participa con frecuencia de la movida, describe: “Venir a bailar los domingos, que es un día de bajón, es un antidepresivo y un salvataje para la gente que está sola”.
Durante la semana, Graciela Artrusa, de 53 años, vecina de Ramos Mejía, es licenciada en Administración de Empresas; los domingos se transforma es una consumada bailarina. “Acá se comparten mates, vivencias, penas, pero también se baila, y el baile calma todos los males”, expresa. “Es un cable a tierra, la música hace bien al alma”, coincide Carlos Cano, que trabaja como chofer de colectivo.
Todos los estilos
“Pasamos un poco de todo: rockabilly, rock and roll clásico, el rock negro de los 50 y también estilos actuales –relata Ricardo Daniel Ruso, el DJ que acompaña a López en la musicalización del evento–. La gente disfruta bailando y nosotros, pasando música. Es así de simple”. En el evento no se cobra entrada, pero sí se pide colaboración en algún momento para mantener viva la actividad, que está organizada totalmente a pulmón. “Empezamos el primer domingo con dos parlantitos y alquilando un grupo electrógeno –recuerda López–, y ahora tenemos grupo electrógeno propio y la mayoría de los equipos son nuestros. Evolucionamos gracias a lo que colabora la gente”.
Marcelo Buzzurro es el coordinador general del complejo Chacra de los Remedios del Parque Avellaneda, dependiente del Ministerio de Cultura de la ciudad. Es el encargado de dar albergue a distintas expresiones artísticas y culturales en el tradicional espacio verde del sur porteño. Desde un costado del galpón, mientras contempla las alternativas del evento rockanrolero, comenta: “Me encanta el espíritu de esta gente, que a pesar de que está medio lluvioso, de que es enero y de que hay muchos de vacaciones, viene y llena el lugar para bailar y transpirar como locos cuatro horas. Es una movida muy piola y muy virtuosa”.
La idea de ir rotando los lugares en los que se desarrollan los encuentros tiene relación con darles a los vecinos de cada zona de Buenos Aires la posibilidad de disfrutar del frenesí del rock, de vez en cuando, dentro o cerca de su propio barrio. De todos modos, ya son muchos los asistentes que siguen la iniciativa donde sea que vaya, por una cuestión, entre otras cosas, afectiva. César Apolonio señala que por un accidente quedó imposibilitado de bailar y dice: “A mí me gusta venir donde se junten para encontrarme con mis amigos, tomar unos mates y escuchar buena música”.
Actualmente, el grupo organizador de estos eventos está tramitando ante el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño la renovación de los permisos correspondientes para el uso de los predios, de modo de arrancar con todo una nueva temporada del Rock and Roll al aire libre!.