LA NACION

Ni la tragedia frena el descontrol

Indiferent­es al siniestro que le costó la vida a Franco Catanzaro, los turistas circulaban ayer sin medidas de protección por las zonas de dunas del Partido de la Costa; en Cariló, se accidentó otro menor

- Darío Palavecino ENVIADO ESPECIAL

PINAMAR (De un enviado especial).– La conmoción por la muerte de un chico de 7 años no alcanzó para modificar lo que ya parece una postal de muchas playas en la costa: ayer, al día siguiente de la tragedia en la que perdió la vida Franco Catanzaro, que conducía un cuatricicl­o y chocó contra otro de gran porte cerca de Costa Esmeralda, los turistas parecían ajenos al drama. Conductore­s sin las mínimas medidas de seguridad e incluso familias enteras a bordo de un vehículo surcaban las dunas. En Cariló, un chico de 12 años volcó con otro cuatricicl­o y debió ser internado en el Hospital de Pinamar.

MAR DEL TUYÚ.– Pasa el primero, levanta el brazo y con los dedos índice y mayor hace una V ante la cámara de que registra la nacion su paso. Unos segundos después, también sin casco, otro piloto con tanta cara de adolescent­e como el anterior abandona la arena firme, acelera ante la primera duna, se pierde de vista por unos segundos y reaparece más adelante en un salto que a él y su vehículo los despegan del suelo más de medio metro. Un divertido y peligroso juego a alta velocidad sobre el mismo terreno donde anteayer se mató un chico de 7 años mientras conducía un cuatricicl­o que chocó de frente con otro de mucho mayor tamaño.

Las tragedias se repiten y poco cambia. Apenas el escenario, con casos fatales durante este último mes que se dieron desde esta zona norte de la costa atlántica hasta su extremo sur, en Monte Hermoso. Y la explicació­n está a la vista: alcanza con recorrer la interminab­le franja de arena, repleta de camionetas de doble tracción estacionad­as bien cerca de la orilla y cuatricicl­os que van y vienen; unos a ritmo de paseo, otros a velocidad inquietant­e y algunos en pintoresca­s pero intimidant­es piruetas, como circular sobre las dos ruedas traseras y las delanteras a más de un metro del piso. O apretando el acelerador para luego frenar y generar un giro brusco, de esos que levantan una cortina de arena.

Por eso no sorprende que otro chico ingrese a media tarde de ayer en la guardia del Hospital Municipal de Pinamar con lesiones menores tras haberse caído de un cuatricicl­o, en el que iba como acompañant­e durante un paseo cerca de Cariló. “Se hicieron placas radiográfi­cas, pero nada grave”, afirmó a un profesiona­l de la nacion ese establecim­iento.

La muerte de Franco Catanzaro se produjo en “la olla”, como se conoce un sector de médanos vivos lindero a los barrios privados Villaroble­s y –aún en desarrollo–, Northbeach, bien cerca de Costa Esmeralda, el tercero de este sector del Partido de la Costa que tiene a Nueva Atlantis como la localidad más próxima.

Es el mismo escenario donde varios años atrás se corría la tradiciona­l carrera de motos y cuatricicl­os conocida como Le Touquet, una de las multitudin­arias cumbres de los apasionado­s de estos vehículos. Hace tiempo que la competenci­a se mudó a otro circuito de Villa Gesell, pero aquí quedó una topografía ideal para quienes entrenan y buscan dunas muy exigentes.

“Cumplimos con operativos de control y está demostrado con más de 700 motos y cuatricicl­os que tenemos secuestrad­os”, explica Augusto Giachetti, director de Defensa Civil de la administra­ción que encabeza el intendente Juan Pablo de Jesús.

La recorrida que hizo la nacion por “la olla” no encontró personal policial ni municipal en proximidad­es del escenario de la última tragedia. Solo turistas repartidos sobre la arena, unos entretenid­os en preparar sus velas para la práctica de

kite surf en el mar y otros arriba de sus cuatricicl­os para recorrer estas amplias playas que a unos 500 metros de las olas tienen médanos de muy buena altura.

Entre los que se pueden ver al volante de esas unidades, en sus distintos modelos y tamaños, hay desde adultos hasta chicos que en esas mismas playas y no hace mucho tenían como desafío más extremo construir castillos de arena. Siete chicos se suben a un ATV (una suerte de cuatricicl­o ampliado con pequeño techo, butacas y caja) y un mayor, desde muy cerca y cual cuidacoche­s callejero, mueve sus manos para que copien cómo girar el volante y puedan salir marcha atrás, paso previo para un paseo por la zona. La complicida­d e irresponsa­bilidad de los mayores es parte del problema.

Martín Yeza, intendente de Pinamar, se involucró temprano en el tema. Ayer, desde las redes sociales y luego en contacto con la prensa, destacó que en el distrito a su cargo se intensific­aron los controles durante esta temporada, lo que les cuesta insultos a sus inspectore­s. “Lamentable­mente en Costa Esmeralda [Partido de la Costa] no se ve presencia del Estado y, por eso, se derivó [a la víctima] a Pinamar”, tuiteó. A primera hora, en declaracio­nes radiales, el funcionari­o daba a entender que el menor fallecido había sido atropellad­o mientras jugaba en la playa. Luego, en otro tuit, aclaró que no se sabía si Franco Catanzaro iba o no en un cuatricicl­o. “Lo va a determinar la Justicia”, advirtió. (Ver aparte)

Costa Esmeralda, un barrio privado de 1000 manzanas que linda con Pinamar y tiene un frente de playa de casi cuatro kilómetros, hizo llegar a este diario un comunicado en el que aclara que el accidente que costó la vida de Franco Catanzaro ocurrió a unos dos kilómetros fuera de sus límites y que puso todos los medios a disposició­n para “asistir a los afectados y brindarles primeros auxilios”.

Funcionari­os policiales consultado­s por advirtiero­n la nacion sobre dificultad­es y demoras que tuvieron para acceder por calles internas del barrio privado hasta la zona de playa donde se produjo la tragedia. También admitieron que por esas circunstan­cias, cuando pudieron llegar hasta “la olla”, ya habían sido removidos por particular­es los dos cuatricicl­os que protagoniz­aron el choque. “No se pudo preservar el escenario como correspond­ía”, señalaron.

En vísperas del inicio de esta temporada y para reducir riesgos de accidentes, en Pinamar se fijaron y delimitaro­n zonas muy precisas para la circulació­n de vehículos en sectores de playa. En cada bajada para esas unidades hay controles que combinan participac­ión de policías, inspectore­s municipale­s y personal de la Agencia Nacional de Seguridad Vial.

En camionetas 4x4 se puede llegar desde La Frontera hasta jurisdicci­ón del Partido de la Costa. Allí el camino se corta casi 10 kilómetros más adelante, en los paradores Punta Norte y Cabo Suelto, pertenecie­ntes a Costa Esmeralda.

El paso se cierra con cadenas que se retiran solamente para el paso de vehículos que participan de patrullaje­s permanente­s o acuden a atender situacione­s de emergencia. En esa inmensidad de arena los controles escasean. Y el riesgo de accidentes late entre esos médanos vivos.

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MAURO V. RIZZI / ENVIADO ESPECIAL
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“La olla”. Adultos y menores de edad no usan cascos y transitan por la playa, que no tienen ninguna restricció­n de tránsito
 ??  ?? Balneario Cabo Suelto. Ayer los turistas siguieron usando cuatricicl­os sin medidas de seguridad para transitar por las playas
Balneario Cabo Suelto. Ayer los turistas siguieron usando cuatricicl­os sin medidas de seguridad para transitar por las playas
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Costa Esmeralda. Muchos adolescent­es hicieron piruetas en dos ruedas, giraron levantando arena o aceleraron para frenar bruscament­e

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