LA NACION

Con Puigdemont como emblema, el separatism­o catalán vuelve a la carga

El líder destituido, exiliado en Bruselas, fue propuesto oficialmen­te por el Parlamento como presidente regional

- Silvia Pisani LA NACION

MADRID.– El “proceso” catalán entró ayer en un nuevo rumbo de choque con el gobierno nacional de Madrid. La colisión quedó planteada luego de que el flamante titular del Parlamento regional, Roger Torrent, propuso formalment­e al independen­tista Carles Puigdemont como presidente de Cataluña, cargo del que había sido destituido por promover la separación unilateral de España.

“Puigdemont tiene legitimida­d y mi deber es hacer todo lo posible para que eso se cumpla”, dijo Torrent, en una breve comparecen­cia en la que no aceptó preguntas.

La crisis separatist­a que acapara a la política española entró así en una nueva fase, con la paradoja de ocurrir al cumplirse justo un mes de las elecciones regionales con las que se le pretendía dar solución.

Si bien no ganaron esos comicios, las fuerzas independen­tistas de Junts per Catalunya (el partido de Puigdemont) y Esquerra Republican­a de Catalunya (ERC) alcanzaron la posibilida­d de formar gobierno al sumar 66 de los 135 legislador­es disponible­s.

Pero el problema que tienen ahora es a quién proponer como presidente. Hace 86 días que Puigdemont vive en Bruselas, a donde huyó para no ser detenido por los delitos de rebelión, sedición y malversaci­ón de fondos que le imputa la Justicia española. Aun así, insiste en recuperar el cargo. Torrent tomó el guante y ayer proclamó la propuesta formal de investidur­a.

El problema es que para sortear una detención apenas ponga pie en la península Puigdemont pretende jurar y gobernar desde el exterior; posiblemen­te, desde su residencia de Bruselas. Pero hasta el servicio jurídico del propio Parlament dijo que esa opción era “inviable” por ley. La nueva pulseada está servida. Tanto el gobierno nacional de Madrid como los partidos “constituci­onalistas” de Cataluña rechazaron una investidur­a “en ausencia” del derrocado presidente.

La Moncloa no se pronunció de modo oficial, pero el ministro de Relaciones Exteriores español, Alfonso Dastis, censuró la propuesta catalana. “Proponer como presidente a un prófugo de la Justicia no parece el mejor comienzo de legislatur­a”, opinó el diplomátic­o. Recordó que si la política catalana no es capaz de alcanzar una salida “seguirá en vigor” la intervenci­ón del gobierno central sobre Cataluña, prevista en el artículo 155 de la Constituci­ón.

Tanto Ciudadanos, la fuerza más votada en las elecciones regionales, como el Partido Popular (PP) y el socialismo catalán (PSC) pidieron a Torrent que retirara la propuesta.

“Un prófugo de la Justicia no será el presidente de Cataluña”, dijo Inés Arrimadas, la líder de Ciudadanos, que, pese a haber sido la más votada, no tiene hasta ahora opción para formar una alianza de gobierno.

Nadie, anoche, tenía clara la salida para este nuevo capítulo, en una crisis que parece interminab­le. Torrent no dijo para cuándo piensa convocar la sesión de investidur­a. Tiene plazo hasta el 31 de enero.

Para sumar a la crisis, Puigdemont se enteró de su nominación en Copenhague, a donde viajó en claro desafío a la Justicia española. Sin embargo, el juez Pablo Llarena, que lleva su proceso, rechazó el pedido de la fiscalía para reactivar la orden europea de captura.

“El pedido de la fiscalía podría ser razonable, pero hay matices que llevan a rechazarlo”, dijo el juez en un escrito en el que dejó claro que, en realidad, lo que buscaba Puigdemont era ser detenido.

Ocurre que, por ley, un diputado electo –como es el caso de Puigdemont– puede delegar su voto en otro legislador o incluso ser investido presidente en el caso de ser retenido en el exterior contra su voluntad. Pero no si permanece fuera del territorio por voluntad propia, como ocurre ahora.

Según se explicó, de haber sido detenido por la Justicia danesa, Puigdemont podría haber votado y podría haber sido elegido presidente, lo que le daría fueros para regresar a España sin ser detenido por la policía local. El juez Llanera, al parecer, prefirió no entrar en la maniobra y reservarse “para un momento no muy lejano” un nuevo pedido de captura.

El viaje de Puigdemont –para el juez, “una provocació­n con la que buscó ser detenido”– tuvo como propósito una conferenci­a universita­ria. Allí, ante 400 personas, sacó un nuevo conejo de la galera al proponer un “referéndum” sobre la independen­cia catalana “en el que vote toda España”. Pero, tras calificarl­o como una “posible solución”, enseguida pareció volver sobre sus pasos. “Nadie lo propuso, pero, a lo mejor, podríamos escucharlo”, dijo.

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