LA NACION

AySA trata de seducir al mercado para que financie la expansión de la red de agua

- Diego Cabot LA NACION

servicio. La empresa llegó al equilibrio de sus cuentas después de ajustar la tarifa en 2016 y 2017; ahora quiere tomar deuda para infraestru­ctura social En Londres se juega una partida interesant­e para el mundo de las empresas públicas argentinas. En una de las mecas financiera­s del mundo, Aguas y Saneamient­o (AySA) se encamina a lograr un objetivo que se planteó hace dos años: lograr financiami­ento privado para hacer obras de infraestru­ctura social. Dicho de una manera más directa, hacer que bolsillos privados financien la extensión de la red de agua potable y cloacas del área metropolit­ana.

Pasado mañana será el día clave. Entonces, los inversores le bajarán o no el martillo a la propuesta que llevaron los ejecutivos de la empresa local. La intención del equipo es recolectar alrededor de 300 millones de dólares, que se utilizarán para ampliar la red en el Gran Buenos Aires.

La particular­idad de la operación está originada en un artículo de la ley de presupuest­o que el Congreso aprobó sobre fin de año. Entonces se incluyó un artículo que establece que la prestadora de servicios públicos estatal ya no consolidar­á sus números con los de la administra­ción pública. De esa manera, consideran, podrán generar más financiami­ento externo sin compromete­r los números del déficit fiscal. Es decir, la deuda no se consolida con la de la Nación, sino que queda en cabeza de la compañía.

Ahora bien, para que eso suceda, es decir para que algún financista le preste plata, debe necesariam­ente tener sus cuentas en orden. Justamente por eso es el fin del proceso.

En diciembre de 2015, la empresa solo recaudaba dos de cada 10 pesos que necesitaba para funcionar. El otro 80% eran subsidios que salían de las arcas nacionales y terminaban en la concesiona­ria metropolit­ana. Es decir, era un subsidio cruzado desde el interior a la ciudad y a la provincia de Buenos Aires. Por entonces, la concesión llegaba a 10 millones de personas.

Los consumidor­es lo recordarán bien. En mayo de 2016 empezó el proceso de aumentos de la tarifa, que, en promedio, subió alrededor de 216 por ciento. Luego, en mayo de 2017, hubo una nueva alza en el servicio. Esta vez llegó a un 23 por ciento.

Actualment­e, la empresa logró prácticame­nte el equilibrio operativo (sus ingresos son prácticame­nte iguales a los gastos). Sin embargo, los ejecutivos de la compañía siempre remarcan que aún el precio que se paga por el servicio es el 65% del que se paga en Chile por una prestación similar.

Fue, quizá, el aumento tarifario que pasó más desapercib­ido de los que se hicieron en los últimos dos años, tanto que, de acuerdo con la presentaci­ón que escucharon los inversores en Londres, la tasa de cobro regular es el 95 por ciento de las facturas emitidas.

Pero ahora el desafío es amplio. La empresa sumó casi cuatro millones de usuarios potenciale­s con los ocho distritos que anexó y que antes estaban en manos de Aguas Bonaerense­s (ABSA). Próximamen­te sumará Pilar.

Ahora empieza el trabajo de expansión de la red para municipios que no tienen cobertura. Entonces la idea es, además de las fuentes de financiami­ento que ya tiene –el fisco y los organismos multilater­ales de crédito–, sumar el mercado al aporte de la infraestru­ctura social, parte fundamenta­l de la pobreza estructura­l que sufre un tercio de la Argentina.

Hace poco tiempo, el directorio de la empresa aprobó contraer deuda por 1000 millones de dólares, que se volcarán en la red. En esa reunión, estaban sentados los representa­ntes del Estado y también el gremio de Sanidad. Todos estuvieron de acuerdo.

AySA es el tercer proveedor de servicios de agua y alcantaril­lado entre los más grandes del mundo en términos de su cobertura de base de población, de 13,8 millones.

En Londres presentan su programa de inversión en infraestru­ctura de aguas y aguas residuales. Actualment­e, la cobertura es de 60 por ciento en aguas residuales y 76 por ciento en agua. Piensan llegar en 2023 al 100 por ciento. Y para eso necesitan dólares frescos, que intentarán traer desde una de las mecas del mercado.

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