No hay justicia sin veracidad
Para llevar adelante la idea de justicia, la democracia y la Constitución fijaron ciertas normas, o, mejor dicho, abusando de Bobbio, una democracia de reglas.
En la Argentina, 2017 fue un año pródigo en sucesos vinculados a la Justicia en cuanto poder y administración. Sucesos en los que
la vida humana estuvo en juego, como los casos de Maldonado y Nahuel, pusieron y ponen en el ojo de la tormenta el accionar de los magistrados.
El Poder Judicial, según las encuestas de opinión pública, no goza de imagen positiva ni de la confianza de la ciudadanía. Muy por el contrario, una investigación de Management & Fit publicada en el diario Clarín en septiembre de 2017 da cuenta de que más del 70% de los encuestados tienen poca o nula confianza en la Justicia. Estos porcentuales empeoran con el correr de los años.
Esta falta de confianza está vinculada a una enorme variedad de factores: su lentitud y poca efectividad para resolver los problemas de la gente, la sensación permanente de que algunos jueces operan en beneficio del poder de turno, la actitud corporativa en la defensa de ciertos privilegios o la falta de personal idóneo son solo algunas de las letanías que se escuchan desde hace mucho tiempo.