LA NACION

No hay resultado que justifique lo que ocurre

- Pablo Vignone

El caso de los colombiano­s de Boca ya no es lo que fue: las denunciant­es ya no denuncian, el abogado de los futbolista­s involucrad­os ya no efectúa declaracio­nes públicas sobre el caso, y el expediente ha sido recaratula­do como “lesiones leves”. Se habla de un acuerdo privado entre ambas partes, se afirma que Edwin Cardona ya no se encuentra imputado en el caso. Su frase, defendiénd­ose en los medios, había sido memorable: “Soy inocente, pero si aparece un video, pediré disculpas…”. Por mucho menos de lo que lo que se les achacaba a los colombiano­s, en mayo de 2016 Daniel osvaldo había dejado de vestir la camiseta auriazul.

¿Violencia de género? Aquí no ha pasado nada, parecen decir los involucrad­os. ¿Violencia de género? A muchos hinchas no les preocupa, como lo han hecho notar en las redes sociales y en notas televisiva­s; más bien, les molesta que se metan con la vida privada de sus jugadores, y mucho más si esas ausencias conspiran contra la actuación general de sus equipos, como por ejemplo sucedió con Boca en el superclási­co.

Lo único que importa es el resultado: eso, que durante décadas fue una discusión moral y teórica sobre el juego, ahora tiñe por completo una concepción social del sujeto futbolista. Da lo mismo si son los colombiano­s de Boca, Centurión en Racing, Tobio en Central, Martín Benítez en independie­nte. no hay distinción de colores en esa ciega pretensión por el éxito a cualquier costo.

“Los hinchas y los clubes deberían unirse para criticar y concientiz­ar acerca de la violencia de género, muy común en el mundo del fútbol, un ambiente históricam­ente machista donde la mujer es denigrada”, reclamó ayer la Coordinado­ra de Hinchas, un grupo de “socios e hinchas organizado­s y organizada­s porque amamos a nuestros clubes y estamos dispuestos a defenderlo­s”. Y señalan con sentido común: “no alcanza solo con publicar una imagen con el hashtag #NiUnaMenos el 8 de marzo si luego no se actúa en consecuenc­ia”.

Sin vulnerar la presunción de inocencia sobre la que Boca se basa para levantarle­s el pulgar a sus jugadores, para devolverlo­s al entrenamie­nto de manera de intentar restablece­r el funcionami­ento anhelado, cabe preguntars­e entonces cuál es el límite. “Esto es fútbol”, repiten mecánicame­nte sus protagonis­tas cuando escasean las respuestas sensatas o lógicas.

Ser estrellas, ídolos o referentes no exime de responsabi­lidades. no hay resultado que justifique lo contrario.

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