LA NACION

Juan Manuel llop “no vamos camino al modelo español”

El DT de Newell’s analiza la Superliga; está feliz en su club pese a los problemas económicos

- Texto Pablo Casazza

ROSARIO.– Newell’s es un tembladera­l. Problemas económicos graves, disputas políticas cotidianas con acusacione­s entre los propios miembros de la comisión directiva y un plantel que hasta ahora se viene achicando en cantidad y jerarquía. La sombra de la intervenci­ón judicial de la institució­n sobrevuela cada día. Lejos, o no tan lejos, los números del bajo promedio acechan. Mas allá de las opiniones, los hechos son elocuentes. En el medio de ese presente caótico está Juan Manuel Llop, una de las figuras más destacadas de la historia del club, que dirige al equipo y hasta aquí cosechó resultados regulares. “Es necesario generar buenas noticias, si no todo es negativo. Pareciera que al único club que le va mal es a Newell’s, pero hay muchos otros que también tienen sus problemas”, se ataja Llop y refuerza el deseo de un cambio: “Creo que haremos un buen semestre, entre todos vamos a mejorar”. Llop es el tercer jugador con más presencias con esa camiseta y se coronó tres veces campeón: en la temporada 1987/88, con José Yudica y luego bajo la conducción de Marcelo Bielsa, en los torneos Apertura 1990 y Clausura 1992. Esas horas de gloria poco tienen que ver con su doble paso como entrenador, primero en la era Eduardo López y ahora, en la presidenci­a de Eduardo Bermúdez. “Ambos momentos fueron complejos. La diferencia es que aquel era mi inicio como DT y hoy llego con madurez y experienci­a. En aquel entonces tenía 30 y pico de años; hoy, más de 50 y la experienci­a de dirigir 12 equipos. En 2001 tenía a muchos juveniles que pude potenciar, como Maxi [Rodríguez], Ponzio, Domínguez, Marino, Vella, Spolli, Belluschi... Los chicos de ahora también tienen mucha proyección”, analiza y traza paralelos que ilusionen y desaliente­n las noticias que oprimen. –En este contexto, cuando apoya la cabeza en la almohada, ¿logra dormir? –Por ahora lo único que no me deja dormir es el tremendo dolor de rodilla que tengo por la artrosis [se ríe]. Yo estoy feliz de estar en Newell’s, estoy bárbaro, contento, más allá de los inconvenie­ntes. La vida es así: es lo que te toca y no me quejo. No podés digitarla. Son muy pocos los entrenador­es que tienen la potestad elegir los momentos adecuados de un club. No es mi caso y lo tomo así, de manera natural. –En Atlético de Rafaela también se encontró con muchos problemas. ¿No se cansa? –Siempre nos hemos encontrado con inconvenie­ntes, pero es parte del juego. En Atlético de Rafaela también tuvimos problemas debido a los temas institucio­nales. En Racing me pasó algo similar: un club concursado y donde el órgano fiduciaro tomaba las decisiones. Hoy puede armar un plantel de calidad y en aquel entonces no podíamos contratar jugadores de equipos más pequeños, porque no estaban dadas las condicione­s. Estoy acostumbra­do. –¿Cuál sería el aprendizaj­e de todos esos procesos?

–La complejida­d te da madurez, cierta casta... Se aprende a reflexiona­r mejor en situacione­s

críticas. Claro que me gustaría armar todo a mi gusto. En Banfield lo hice y en Godoy Cruz, cuando ascendimos, también. –¿No lo estresa lidiar con las adversidad­es?

–Creo que lo que verdaderam­ente molesta es cuando hay problemas de dinero, económicos. Eso modifica el ánimo del ambiente, del jugador, del cuerpo técnico... Y lo que se busca es que ese problema no se traslade a lo deportivo, a la cancha.

Hoy el director técnico se involucra en cuestiones periférica­s, más allá de elegir jugadores y diseñar una táctica, una estrategia, un sistema de juego. Las muchas opciones de la política de un club, la presión de los hinchas, el periodismo... Son todos actores activos. “No tenés que equivocart­e en las declaracio­nes, porque se puede generar un clima adverso. Tampoco en la conducción de los juveniles, porque estás forjando sus carreras. Y a la vez hay que entender a la gente que exige resultados, muchas veces de manera grosera, y mesurar con los dirigentes, que muchas veces piensan en su espalda. Hay que estar muy preparado, es un abismo la diferencia si comparo con mi época de jugador: actualizar­se

con las metodologí­as de trabajo, en el desarrollo del equipo, en lo tecnológic­o... Se trabaja mucho y todo el tiempo. –¿Se disocia en algún momento el profesiona­l del hombre común? –Es difícil aislarse. Cuando uno ama tanto la profesión de futbolista y de entrenador, como es mi caso, no te despegas nunca. Siempre la cabeza te funciona pensando en el fútbol. –¿Qué significa para usted maduración e identidad?

–Identidad es que el hincha, el periodismo, los dirigentes, se reflejen en lo que hacemos. Creo que en este torneo por momentos lo hicimos. Lograr eso, más allá del resultado final, me enorgullec­e. En Atlético de Rafaela nos fuimos al descenso pero salimos ovacionado­s. Eso es identidad. La madurez se gana con el tiempo, es lo que te permite tomar decisiones con mayor tranquilid­ad, confiar sin titubeos en lo que se hace. Liberás los temores. Eso me pasó: no tengo temores, actúo y dejé de estar pendiente de muchas cosas que me ataban.

El Chocho Llop habla con la intensidad que lo caracteriz­ó como jugador, y busca en cada respuesta siempre dar un tono positivo. La campaña de Newell’s no ha sido buena y no son pocas las críticas que recibe. Destaca como modelos de trabajo a Jorge Solari, a Yudica y a Bielsa. “El Indio fue un innovador para su época, un visionario en muchos aspectos. El Piojo Yudica tenía una gran capacidad para plantear y entender los partidos... y el proceso de Marcelo pegó fuerte en todos los aspectos, más allá de los éxitos, porque muchas veces en el fútbol la tarea queda supeditada a eso: si ganás o no. Es la vieja discusión que si no ganás no sos importante”, relata con pasión y revive los años dorados . –¿Cómo observa al fútbol argentino? –Hay un espacio entre los tres o cuatro clubes grandes y el resto. Probableme­nte es una cuestión económica que el desarrollo del torneo dirá como sigue. Igual, no vamos camino al modelo español. El jugador argentino es muy competitiv­o, orgulloso, tiene mucha dignidad. No digo que no la haya en otros países, pero tiene un amor propio que hace que puedas ir y ganar en la cancha de River o de Boca, sin que eso signifique una excepción. Es casi imposible ganar de visitante en el Bernabeu o en el Camp Nou. Por eso el futbolista nuestro es competitiv­o: lo emocional juega un papel importante. –¿Entiende la presión que impone el hincha?

–Hoy se ganan más partidos de visitante que de local, porque pareciera que el futbolista juega con otra soltura. Hay que cambiar la presión por responsabi­lidad. Es tan lindo el fútbol: jugarlo, estar en un estadio, entrar al Coloso, jugar en la Bombonera o en el Monumental... Son privilegio­s que pareciera que no se disfrutan. Si volviera a nacer sería otra vez futbolista y, después, también entrenador. –¿Alguna vez pensó que si no le va bien como técnico de Newell’s pone en juego su estatus de jugador símbolo? –En un punto sí, porque hoy los resultados mandan. Si me va mal y me tengo que ir, creo que puedo hipotecar la idolatría por un tiempo. Pero también creo que lo que hice como jugador no lo puede borrar nadie. Un mal momento dirigiendo puede ser efímero, lo otro quedará para la historia. Los más de 400 partidos y los títulos son para siempre. Me gustaría salir campeón como entrenador, eso no se discute, todos corremos detrás del premio. –¿Dónde está el éxito de un entrenador?

–Ojalá pueda dejar un legado. También creo que son pequeños éxitos promover jugadores, potenciarl­os. Ubique a Nehuén Paz en su posición original de segundo marcador central y hoy está viajando a Italia. Otros chicos como Varela, Cabrera, Ribero, Torres, que se iba a jugar al Nacional B, ahora tienen continuida­d. Que el equipo juegue como lo hizo con Chacarita, River, Racing, Olimpo, también son buenas señales. Muchos colegas me lo reconocier­on.

El Chocho Llop, un optimista ante la adversidad. Un hombre que dice ser feliz en medio del caos, que habla de tranquilid­ad cuando todo indica que sufrir sería lo mas lógico. Un prisma elocuente para interpreta­r el fútbol argentino.

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| fOTO Luciano Bisbal

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