LA NACION

La credibilid­ad del BCRA queda otra vez en tela de juicio

- Florencia Donovan.

El presidente del Banco Central (BCRA), Federico Sturzenegg­er, perdió la puja política en diciembre pasado, cuando accedió a convalidar la nueva meta de inflación del 15% (contra el 12% original) para 2018 y relajar las tasas de interés para fomentar el crecimient­o económico, tal como venía exigiéndol­e gran parte del gabinete económico.

El año comenzó en consecuenc­ia con el dólar en alza y el temor de los analistas de que el BCRA hubiera perdido su independen­cia y, sobre todo, su recienteme­nte construida credibilid­ad. Dos atributos necesarios para quien desea protagoniz­ar una batalla contra la inflación.

En su primer examen, hace dos semanas, Sturzenegg­er, sin embargo, quedó bien parado: bajó su tasa de referencia –la de los pases a siete días– menos de lo que esperaba el mercado y dio la señal de que todavía conservaba cierta fortaleza dentro del gabinete. El mensaje, se interpretó entonces, fue que la baja sería efectiva, pero gradual, en línea con la dinámica de los precios.

Pero el recorte de tasas de ayer, superior al que esperaban todos los analistas, echó por tierra la lectura que se había hecho hace apenas 15 días. El BCRA, una vez más, dejó de ser previsible. “Los miedos volvieron”, resumía un operador de un banco de primera línea, con años de experienci­a.

Está claro para el mercado que Sturzenegg­er no hubiera relajado la política monetaria por iniciativa propia de no ser por la presión de la política. Por lo que ahora no solo vuelven a plantearse dudas sobre su independen­cia, sino también sobre cuál será su próxima acción.

No hay mejor condimento que la incertidum­bre para darle aire al mercado cambiario. Un peso más devaluado parecía ser un objetivo del Gobierno, aunque también en este terreno camina sobre la cornisa, con el riesgo del traslado a precios.

Todo en meses en los cuales la inflación se descuenta seguirá alta, por el impacto de los ajustes de tarifas de servicios públicos. Y en los que los gremios comienzan a sentarse a la mesa de las negociacio­nes salariales. La relación del Gobierno con los sindicatos no pasa por su mejor momento y no pocos ven en el incremento de las expectativ­as inflaciona­rias –ahora más cerca del 19% que del 15% pautado por el Central– una oportunida­d para mostrarle los dientes a la administra­ción macrista. La idea de cerrar acuerdos con aumentos salariales cercanos al 15% sin cláusula gatillo parece a esta altura una utopía.

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