LA NACION

Un fallo que no despejará la incertidum­bre en la que entró la economía

- Traducción de Jaime Arrambide opinión Miriam Leitão O GLOBO/GDA

Desde el punto de vista económico, ninguna sentencia del juicio contra el expresiden­te Luiz Inacio Lula da Silva es bueno. No hay peor enemigo de la economía que la incertidum­bre. Y la incertidum­bre seguirá, independie­ntemente de la decisión del Tribunal Regional Federal, que se dará a conocer hoy en Porto Alegre.

La incertidum­bre está en la naturaleza de los procesos judiciales y hoy no habrá decisión definitiva. Se interpondr­án apelacione­s. Y este año, para colmo, hay elecciones. Las dudas sobre lo que pasará en la economía y en la política brasileñas son inmensas.

De un lado, no se sabe quiénes serán los candidatos y qué ideas defenderán. Por el otro, falta claridad sobre el camino que elegirá el país, por ejemplo, para enderezar las cuentas públicas.

Sobre la votación de hoy, ya se puede decir que los jueces decidieron con independen­cia. Y que, cualquiera sea el resultado, la defensa del expresiden­te brasileño contará con innumerabl­es instancias de recurso. No hay, por lo tanto, respuestas inmediatas para las preguntas que circulan: si Lula será condenado –por lo que quedaría inhabilita­do para competir– o si será absuelto.

Ayer, la bolsa cayó: hubo toma de ganancias de los inversores, luego de dos días de suba. Se espera más volatilida­d de aquí en adelante, sea cual sea el veredicto. Los mercados discuten sobre el fallo de los tres jueces del tribunal de apelación, si será unánime o no, como si hoy fuese un día donde la economía se juegue a todo o nada. Pero no es así. Es necesario separar la volatilida­d del mercado financiero y su importanci­a superficia­l de la economía real. Y hay muchos problemas pendientes.

Hoy no se esclarecer­án todas las dudas del escenario. De hecho, nunca habrá un día decisivo como ese. En 2018, habrá que tener paciencia.

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