Los obstáculos que diseñó el gobierno ahogan a la MUD
Hay líderes inhabilitados y partidos ilegalizados por la Justicia
CARACAS (Para la nacion).– La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) encara la recta hacia unas elecciones presidenciales llena de curvas y obstáculos. De celebrarse los comicios en las condiciones electorales reinantes en Venezuela, supondría tener tantas dificultades como subir el Everest sin medios ni oxígeno.
De hecho, durante las tres rondas de negociaciones en Santo Domingo se adelantaron varios acuerdos para reducir el ventajismo absoluto de la revolución, pero la estrategia puesta en marcha ayer por el Palacio de Miraflores imposibilita, salvo un milagro, que alguno de ellos sea aplicado.
Empezando por la inhabilitación de sus dos principales líderes y por la cadena de ilegalizaciones de los partidos opositores que no se arrodillaron ante el poder. Maduro cuenta con un Consejo Nacional Electoral (CNE) bajo control de cuatro militantes chavistas y con todos los fondos del Estado para su campaña, que ya empezó con la entrega de bonos para distintos colectivos sociales.
El control social de la revolución se ejecuta a través del carnet de la patria y de las bolsas CLAP de comida, la versión moderna de la libreta cubana de racionamiento. Las protestas de fines de diciembre, la mayoría en zonas populares, se iniciaron por las promesas electorales no ejecutadas, desde la entrega de juguetes hasta los tradicionales perniles de Navidad.
El actual censo electoral tampoco convence a casi nadie, a lo que hay que sumar los más de cuatro millones de venezolanos en el extranjero. Tradicionalmente, el chavismo impide o limita al máximo su voto. En las polémicas elecciones de 2013, Maduro superó en poco más de 100.000 votos a Henrique Capriles, que denunció fraude electoral.
El sistema electrónico también quedó definitivamente dañado en julio luego de las elecciones para la Constituyente. Smartmatic, la empresa encargada, denunció al mundo que por lo menos un millón de votos se habrían sumado de forma fraudulenta en lo que la Organización de los Estados Americanos (OEA) calificó como el “mayor fraude electoral de América”.
En las siguientes elecciones, las regionales de octubre, el oficialismo recurrió a los trucos del sandinismo, al cerrar colegios electorales y dificultar el voto de casi un millón de venezolanos de clase media, hoy empobrecida. Además, tampoco dudó en manipular las cifras finales en la gobernación de Bolívar, de la que fue desplazado el opositor Andrés Velásquez en beneficio de un general revolucionario. Ese estado fronterizo con Brasil es rico en yacimientos de oro, diamantes y coltán.
La ausencia de observadores internacionales de garantía y el control absoluto sobre los medios del Estado y la censura y la autocensura que rigen en los canales privados dibujan un escenario casi imposible para la oposición.