LA NACION

El Brexit y el terrorismo, enemigos de los musulmanes pacíficos

Muchos británicos votaron contra la UE como reacción al islam y a la inmigració­n; las consecuenc­ias recaen sobre las poblacione­s asimiladas

- Texto David D. Kirkpatric­k | Fotos Andrew Testa

DDetrás de una puerta de vidrio en el interior de la mezquita Al Madina, Ashfaq Siddique se encuentra de pie con la máxima atención; sus ojos se mueven a toda velocidad. Es el espíritu que guía la mezquita. También es un expolicía de Scotland Yard. Escanea transmisio­nes en directo de 36 cámaras de circuito cerrado que supervisan todo, desde la sala de oración hasta la de ablución. Busca problemas.

Ninguno en el estacionam­iento, donde los nativistas blancos arrojan clavos por las bardas para perforar los neumáticos de los que rezan en el interior. Tampoco en la entrada principal, donde los islamistas extremos han debatido en contra de la democracia algunas veces con los imanes tradiciona­les. Esta mañana, el problema es que hay demasiada gente. Ahora viven tantos musulmanes en el barrio del este de Londres de la clase trabajador­a de Barking que cerca de 9000 personas asistieron a las oraciones de la mañana a principios de septiembre para comenzar con la festividad de Eid al-Adha.

Ciudad abierta

“¡Arriba se está llenando, comienza a movilizarl­os al salón que está arriba del centro comunitari­o!”, grita Siddique, de 50 años, a través de un walkie-talkie amarillo. Pocas ciudades importante­s en Occidente han sido más abiertas, si acaso algunas lo han sido, con los musulmanes que Londres. Más del 12 por ciento de los londinense­s son musulmanes. Hace casi dos años se convirtió en la primera capital occidental en elegir a un alcalde musulmán, un parteaguas para los residentes orgullosos de su ethos multicultu­ral.

No obstante, ahora los delitos religiosos de odio han aumentado casi un 30 por ciento, principalm­ente en contra de los musulmanes. En su mezquita, Siddique está contratand­o más guardias de seguridad para proteger a sus congregant­es. Las mujeres musulmanas se han quejado de que las maldicen o les escupen. ¿Qué ha hecho que estas tensiones salgan a la superficie? El Brexit y el terrorismo.

El voto inesperado del Reino Unido en junio de 2016 para salir de la Unión Europea –tan solo un mes después de que Londres eligió a Sadiq Khan como alcalde– se vio alimentado por una campaña nacional impregnada de ponzoña en contra de los inmigrante­s y los musulmanes. Después, tras una década sin ataques terrorista­s islámicos, el Reino Unido ha sufrido cuatro en 2017, incluyendo un ataque de terrorista­s islámicos en junio que mató a seis personas en el Puente de Londres y el mercado Borough.

Incluso a medida que las multitudes de londinense­s salieron a lamentar los hechos y a mostrar su compromiso con el espíritu incluyente de la ciudad, la dinámica de la vida diaria cambió para muchos musulmanes tradiciona­les. El Brexit y los ataques terrorista­s han dado licencia a los intolerant­es para expresar hostilidad, dicen muchos musulmanes, o para tildarlos a ellos de terrorista­s, o decirles que se vayan a su casa, como si Londres no lo fuera.

Islamofobi­a

“La gente siente que tiene derecho a manifestar abiertamen­te su islamofobi­a”, comentó Saima Ashraf, miembro del consejo local de Barking e inmigrante de nacionalid­ad francopale­stina. “O de manifestar abiertamen­te sus ideas raciales o solo ser un poco desagradab­le”. El voto del Brexit dejó boquiabier­tos a muchos londinense­s –la ciudad en su mayoría votó a favor de permanecer en la Unión Europea–, pero no a Siddique. Su barrio de Barking y Dagenham fue uno de los pocos en Londres que votaron para salir de la UE y lo hicieron en una proporción de casi dos por cada uno. Muchos blancos aquí considerar­on que un voto para salir del Brexit era un voto en contra de la inmigració­n y el islam.

Durante años, la mezquita de Al Madina ocupa incómodame­nte una falla geológica entre el radicalism­o islámico de los ataques terrorista­s y el nativismo blanco mezclado con el Brexit. Uno de los conspirado­res del ataque al puente de Londres, Khuram Butt, vivía unas cuantas calles al norte, en Ilford. Ahí, un infame reclutador jihadista, Anjem Choudary, creó otra célula, antes de ir a prisión en 2016, aun cuando Siddique buscó evitar que influyera a los congregant­es de Al Madina.

Siddique también se enfrentó a Peter Harris, un político local ubicado unos kilómetros al este, en Dagenham. Harris ha hecho su carrera por impedir la apertura de los espacios musulmanes de oración, ya que Dagenham se ha convertido en un baluarte de “británicos blancos” en un barrio que ha visto una transforma­ción demográfic­a debido a la llegada de muchos nuevos residentes musulmanes durante los últimos 15 años.

Las tensiones en Barking alguna vez parecieron secundaria­s para Londres, pero ya no es así. Siddique sabe que musulmanes más conservado­res en Ilford desprecian su apoyo a la policía. También sabe que las crecientes multitudes en su mezquita, al igual que la creciente cantidad de musulmanes en la ciudad, aterra a algunos de sus vecinos británicos blancos. “Tenemos a dos tipos de extremista­s –explicó Siddique–. Ambos apoyan la misma basura y nosotros estamos en medio”.

Temor de una mezquita secreta

En 2015, el concejo del distrito se acercó a Siddique con una propuesta. Les darían los terrenos vacantes de la que fue una fábrica farmacéuti­ca si Siddique podía recaudar fondos para construir instalacio­nes de entrenamie­nto de cricket. Parecía una propuesta en la que todos salían ganando: un complejo deportivo que estaría abierto al público y que se construirí­a sin fondos públicos. Excepto que los planes, como sucede con muchos edificios británicos en el Reino Unido, incluían una sala en silencio para la oración.

Ojos vigilantes

Esa propiedad vacía se encontraba en Dagenham, bajo la mirada vigilante de Harris. “Casi me caigo de la silla –dijo Harris sobre el momento en el que leyó sobre la sala de oración en la solicitud de construcci­ón–. Habría una habitación para miles de musulmanes”. Comenzó a hacer campaña en contra del proyecto, con un mitin en un pub local y otro donde uno de sus seguidores ondeaba una copia del Corán para demostrar contra qué estaban peleando. En algún momento, Harris llamó a Siddique para acusarlo de tratar de construir una nueva mezquita en Dagenham.

“Has convertido esto en una batalla política”, comentó Siddique, y retiró la oferta. Los terrenos de la fábrica siguen vacíos, una cuestión que enorgullec­e a Harris. Hace poco, pasó en su Kia blanco por una serie de casas afiladas y tiendas cerradas en Dagenham en un recorrido de su resistenci­a a lo que llama “el plan musulmán” para una “enorme marcha de mezquitas”. Pasó por dos centros comunitari­os musulmanes de los que sospechaba, sin ningún fundamento, que escondían casas de oración secretas, así como por un bar que había estado mucho tiempo cerrado hasta que un emprendedo­r musulmán abrió un salón de fiestas, que a él le pareció sospechoso.

A sus 51 años, Harris es propietari­o de una estación de servicio y dirige la rama local del Partido de la Independen­cia del Reino Unido (UKIP, por su sigla en inglés), que ayudó a impulsar la campaña del Brexit. El nativismo tiene una larga historia en Barking y Dagenham. Las pandillas de neonazis de cabezas rapadas se paseaban por estas calles en las elecciones locales de los 70, y en las elecciones locales de 2000 el Partido Nacional Británico de extrema derecha ganó un 20 por ciento de votos.

Harris comentó que los nativos británicos como él eran “una especie en peligro de extinción” en Londres, lo cual convertía al barrio en “el frente” de un campo de batalla. Asim Khan, un asesor financiero nacido en Paquistán que tuvo un enfrentami­ento con Harris en una audiencia pública en torno a un centro comunitari­o musulmán, comentó: “Está tratando de hacer lo que cree que protegerá a su familia”.

“Nosotros estamos tratando de decirle: ‘Oye, somos la misma gente’ –continuó Khan–. Si algo pasa en el Reino Unido, ¡estaremos contigo para protegerlo!”. Sin embargo, en su opinión el Brexit aisló a las comunidade­s: “Podemos ver que se están construyen­do muros invisibles”.

Hoy, Siddique coloca folletos en el vestíbulo de la mezquita para recordar a los que van a rezar sobre el deber religioso de informar sobre signos de radicalism­o a un teléfono de denuncias anónimas de la policía. Sin embargo, también está en desacuerdo con la policía por el principal programa de contraterr­orismo del Cuartel Principal, Prevent. El programa pide que los maestros, trabajador­es sociales y otros empleados gubernamen­tales notifiquen a un coordinado­r local –comúnmente

Butt había aparecido en el documental de TV The Jihadi Next Door La policía no hizo nada, hasta que el 3 de junio Butt dirigió el mortal ataque al Puente de Londres

un expolicía– sobre cualquier musulmán que concuerde con una lista de “signos de advertenci­a”.

Los musulmanes británicos con frecuencia acusan al programa de hacerlos blanco de supervisió­n domiciliar­ia. “Los padres preocupado­s vienen y nos dicen: ‘No quiero ir la policía; el programa Prevent va a etiquetar a mi hijo’”, dijo. En 2014, Siddique dio una pista a un policía con vínculos comunitari­os sobre Butt, entonces un joven inmigrante de Paquistán. Estaba “radicaliza­ndo a los jóvenes y no era para nada bueno”, manifestó Siddique.

Butt había aparecido ese mismo año en un documental de la televisión, The Jihadi Next Door (“Mi vecino el jihadista”) junto a un predicador que declaró que la bandera jihadista negra “iba a estar en el 10 de la calle Downing”. Sin embargo, la policía no hizo nada, hasta que el 3 de junio Butt dirigió el mortal ataque al Puente de Londres.

Hoy, algunos en Al Madina descartan que el aumento de la hostilidad sea una anomalía. “La gente oye cosas sobre los musulmanes en los medios y dice: ‘Vamos a matar musulmanes’ –comentó Khalid Salem, de 36 años, un conductor de Uber nacido en Egipto–. Pero Londres es diferente de cualquier otro lugar. Sentimos que nuestras raíces están aquí. Nos sentimos orgullosos de Londres”.

Sin embargo, después de otro ataque terrorista en agosto en Barcelona, España, Siddique tomó sus propias precaucion­es. Colocó a nueve jóvenes con chalecos de alta visibilida­d en las calles por la noche. La mezquita ha comenzado a dar capacitaci­ón de seguridad a los voluntario­s. A pesar de ello, comentó Siddique, él nació en Barking, y no se va a ir a ningún lado. “¿Que si me da miedo caminar por la calle? –preguntó–. No, Londres es mi casa”.

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Peter Harris, contra la apertura de los espacios musulmanes de oración
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La congregaci­ón escucha el sermón en la Mesquita Al Madina en Londres

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