LA NACION

Por qué Argentina no logra el pasaje de un amateur para Augusta

El chileno Niemann, Nº 1 del mundo entre los aficionado­s, ganó el LAAC en Santiago; el argentino López Rivarola fue 3º, a 6 golpes

- Gastón Saiz

SANTIAGO, CHILE.–La Argentina se quedó por cuarta vez con las ganas de ubicar a un amateur en el Masters de Augusta. En este caso, habrá que atender a la lógica: el Latin America Amateur Championsh­ip se inclinó para el aficionado Nº 1 del mundo, Joaquín Niemann, que fue imparable en el día decisivo, sobre todo después del águila en el par 4 del hoyo 8.

Así, con su última vuelta récord de 63 (-8) y un total de 273 (-11), Chile revalida su liderazgo en el LAAC, ya que ubicó en el Augusta National a tres de sus golfistas en cuatro ocasiones: Matías Domínguez se impuso en Pilar Golf Club en 2015; Toto Gana triunfó en Panamá en 2017 y, ahora, este crack de 19 años domó el campo del Prince of Wales en el momento clave. Le sacó cinco golpes de ventaja al mexicano Álvaro Ortiz, que se rindió diciendo: “Lo único que me quedaba hacer era romperle una pierna a Joaquín”.

El dominio chileno habla de un muy buen trabajo de su federación con el golf amateur. ¿Y qué sucede con Argentina? Siempre está ahí en el LAAC, muy cerca, aunque sin concretar un resultado. Falló Alejandro Tosti cuando perdió por un golpe ante Domínguez en un parejísimo mano a mano en Pilar 2015; se le escapó a Gastón Bertinotti, que había salido en el grupo final en República Dominicana; tampoco lo consiguió esta vez Jaime López Rivarola (3º, con 279), luego de liderar tras la segunda vuelta y de empezar a un golpe de la vanguardia en la última. Al momento de la verdad, el egresado de la Universida­d de Georgia (69, -2) no logró seguirle el tren a esa máquina de hacer birdies en que se transformó Niemann, que el año pasado ya se había clasificad­o para el US Open de profesiona­les en Erin Hills.

Convendrá no descansar únicamente en el argumento psicológic­o de la obsesión de ganar el LAAC, como ocurría con la Copa Davis antes de la hazaña de Zagreb en 2016. Sin embargo, el factor de la presión está muy presente, reconocido por la conducción y los jugadores. Juan Ignacio Gil, coach del grupo, menciona: “Los chicos argentinos llegan al LAAC con una presión extra. Es un karma. Todo el mundo está arriba de ellos, son los favoritos de todos. Los socios de Augusta nos decían ‘¡pero ustedes son candidatos!’. Mateo Fernández de Oliveira, que tiene apenas 17 años y todo por aprender, llegó acá para su primer LAAC sintiendo que debía ganar. ‘¡Andá y jugá al golf, después vemos!’, le dije. En un tema que tenemos que destapar”.

Andrés Gallegos, que finalizó 5º en el último VISA Open, acompaña esta idea: “Una vez que se gane el primer LAAC, algo se destrabará para la Argentina. Llegar al Masters es un premio muy importante y a todos nos juega mucho en la cabeza. Participé en los cuatro LAAC y todavía no jugué suelto como en cualquier otro certamen. Pero la explicació­n es que a ningún argentino le tocó todavía su semana”.

Alejandro Tosti, Nº 8 del mundo, es un caso especial. Cada año que pasa es mejor jugador. En 2017 brilló con triunfos en el golf universita­rio y alcanzó las semifinale­s del British Amateur. Ya figura entre los mejores aficionado­s argentinos de la historia, pero no logra lidiar mentalment­e con este certamen, en el que se adjudica una responsabi­lidad excesiva.

El equipo argentino se consagró en cinco de las últimas seis Copa Los Andes. Su dominio continenta­l es muy claro. De todas maneras, este éxito repetido no es una referencia válida: es un certamen por equipos y de modalidad match play. Nada que ver con el LAAC, en el que si bien se presentan jugadores agrupados bajo una misma bandera, en la cancha cada uno traza su aventura individual. Y es entonces cuando quedan librados a su inspiració­n, intentando mantener la mente fría, sin acelerarse demasiado por la recompensa que espera. “Es un torneo difícil de llevar adelante cuando uno se ve arriba en el leadear-board. El LAAC siempre genera un peso muy grande, más allá de que los ocho que trae cada año Argentina tienen chances de ganar. No sé qué hace Chile para contrarres­tar la expectativ­a, pero termina completand­o estos triunfos”, dice López Rivarola.

Los recursos de la Asociación Argentina de Golf son numerosos, como para disfrutar algún día de un campeón, aunque no debe relajarse en la capacitaci­ón a menores, porque todas las naciones crecen. Después, prevalecen los procesos madurativo­s y las búsquedas personales; hay quienes persiguen el camino de las universida­des norteameri­canas, otros que apuestan a los entrenamie­ntos en el país e incluso alguno que no aspira a ser profesiona­l, como Andy Schombaum, que terminó 19º (287, +3) y es el hijo del presidente de la AAG. El “qué habría pasado si...” no existe en el deporte, pero cabe preguntars­e cuál habría sido el escenario si el LAAC hubiera sido creado varios años antes de 2015, en la época de amateurs destacados, como Alan Wagner, Sebastián Saavedra, Estanislao Goya, Jorge Fernández Valdés y Emiliano Grillo.

En cualquier caso, se sigue achicando la brecha entre la AAG y algunas federacion­es de América del Sur. Argentina es una potencia, pero no única. Niemann explica el suceso de Chile: “Es muy importante el apoyo de nuestra federación y el trabajo con los profesiona­les de mi país, que organizan los torneos juntos. Los amateurs competimos con los pros, y es clave jugar con alguien superior a uno; da una motivación extra para levantarse más temprano y practicar”.

Y el argentino Mark Lawrie, director de The R&A para Latinoamér­ica y el Caribe, sostiene: “Me deja tranquilo que el amateur Nº 15 de Argentina puede competir en cualquier campeonato y hacerlo bien. Los países que tienen más cantidad y calidad pueden hacer la diferencia. Seguimos produciend­o buenos jugadores; creo que el triunfo se dará por decantació­n”. Mientras tanto, la consagraci­ón en el LAAC sigue postergánd­ose.

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EnriquE BErardi / LaaC Joaquín niemann es el tercer chileno en cuatro años en acceder al Masters

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