LA NACION

Autos vintage. Un negocio que acelera mirando el espejo retrovisor

Los nuevos ricos tecnológic­os y los herederos de mercados emergentes impulsan la demanda de modelos clásicos

- Fernando Gualdoni

Algunos expertos del mercado de coches clásicos los llaman “la generación de los foros de Internet”, otros se refieren a ellos tan solo como una nueva hornada de intermedia­rios y compradore­s que van a dar un impulso a un negocio que vivió un desmedido auge hasta el periodo 2014-15 y que en los últimos dos años ha experiment­ado un tremendo ajuste: ya no se vende cualquier cosa ni a cualquier precio. Como decía Neil Garrand, experto en la marca Aston Martin, en un reciente balance del mercado hecho para la firma británica Classic & Sport Finance (CSF), “nadie piensa ahora que comprar un automóvil clásico es un pasaje directo para obtener enormes beneficios a corto plazo. A raíz de esto, estamos viendo que vuelven al mercado verdaderos entusiasta­s que aprecian los automóvile­s como las obras de arte que son”.

Adolfo Orsi, uno de los coautores del Classic Car Auction Yearbook, un texto de referencia en el sector, coincide en que “los números [del período 2016-17] señalan que los compradore­s, a diferencia de los últimos años, son mucho más selectivos y que los precios se están asentando gradualmen­te”. los datos del libro muestran un aumento de la oferta de vehículos y un incremento aún mayor de los vendidos en subastas, lo que para algunos analistas supone el inicio de una etapa de expansión del negocio.

la firma de subastas francesa Artcurial Automobile­s vendió vehículos por valor de 34 millones de dólares en la pasada edición del salón Rétromobil­e de parís y sus expectativ­as para 2018 son buenas. Matthieu lamoure, gerente de la empresa, sostiene que el fin de la etapa de máxima especulaci­ón en el último año ha beneficiad­o a tres tipos de vehículos: los perfectame­nte restaurado­s que tienen los documentos y fotografía­s que prueban el trabajo hecho, los coches con historia en estado original sin ninguna restauraci­ón; y los muy raros, que se han ganado un sitio en la historia del automovili­smo.

Dentro de las tres categorías, los coches de mayor cotización vendidos en subastas entre 2016 y 2017 siguen siendo los fabricados entre los cincuenta y sesenta. De los diez mejor pagados hay ocho modelos de esos años y el que mayor valor alcanzó fue un Aston Martin DBR1 de 1956: 22,55 millones de dólares. Claro que el coche, además de estar en perfecto estado, tenía un historial apabullant­e: ganador de los 1000 kilómetros de Nürburgrin­g en 1959, gemelo del ganador ese mismo año en le Mans y pilotado por Stirling Moss o Jack Brabham, entre otros.

lo llamativo, sin embargo, es que el segundo más cotizado fue un Mclaren F1 de 1995, que alcanzó la friolera de US$15,62 millones. este modelo, junto a otros como los lamborghin­i Countach o Diablo, los Ferrari 308, Testarossa, F40 y F50, Aston Martin Vantage Zagato o porsche GT1, están en la mira de un comprador cada vez más habitual en el mercado de los clásicos. “Generaliza­ndo, es un cliente que ha hecho fortuna en compañías tecnológic­as o que es heredero de grandes fortunas. Y no solo de estados Unidos, también de Oriente próximo y China”, explica lamoure. “Tiene entre 40 y 50 años de edad y no sabe ni le interesa nada la mecánica”, añade Rob Johnson, gerente de CSF. para este experto, el coleccioni­sta de coches vintage que levantaba el capó para inspeccion­ar el motor y que incluso se atrevía a involucrar­se en la reparación y restauraci­ón del vehículo simplement­e está desapareci­endo por el ciclo natural de la vida.

Influencia del cine

esta nueva generación de compradore­s, dicen los expertos, tenían cuando eran adolescent­es en un póster de su habitación los modelos que ahora compran. en muchos casos eran vehículos que aparecían en películas o series de televisión, como el Ferrari 308 GTS que conducía el actor Tom Selleck en Magnum, el Ferrari Testarossa que catapultó a Don Johnson a la fama en Miami Vice, el Maserati Merak que aparece en Scarface o el lamborghin­i Countach negro de Burt Reynolds en el film Cannonball. lo curioso de esta nueva generación de coleccioni­stas es que no anhelan el coche que conducían sus padres o que han supuesto un antes y un después desde el punto de vista mecánico o de diseño, sino los que populariza­ron el cine, la televisión y la industria del video musical.

la renovación de la clientela va acompañada de la aparición de nuevos intermedia­rios que trabajan fuera de las casas de subastas para tener un contacto directo con el inversor. Jan lühn en Alemania, Arthur Kar de l’Art de l’Automobile en Francia o Ricardo pessoa con Cool & Vintage en portugal son algunas de las nuevas referencia­s entre los vendedores. Usan imágenes o videos inspirados en un estilo de vida desenfadad­o en sus webs o Instagram y apuestan por exhibicion­es pequeñas y efímeras.

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