El saneamiento de la cuenca del río Reconquista
La cuenca del río Reconquista se extiende a lo largo de una vasta superficie de 1670 kilómetros cuadrados que atraviesa 18 partidos bonaerenses y recibe el aporte de 134 cursos de agua. Lamentablemente, más de 210 basurales a cielo abierto, indeseadas presencias de toneladas de desperdicios, afectan a las comunidades allí radicadas, una penosa realidad que convierte esa cuenca en una de las más contaminadas del país, tanto o más que la que rodea al Riachuelo.
Felizmente, se anuncian ahora mejores tiempos para las poblaciones radicadas allí a partir del trabajo de la provincia y organizaciones de la sociedad civil y vecinales de la zona norte. Las expectativas de una transformación positiva han crecido y se está elaborando un plan de gestión integral a largo plazo a fin de que la zona que concentra el 40% de la población bonaerense recupere una calidad que permita una vida digna. Con este propósito se está cursando una serie de medidas a través del Comité de la Cuenca del Río Reconquista (Comirec) con el fin de alcanzar tres objetivos principales: preservar el recurso hídrico, mitigar la contaminación ambiental y relocalizar a las familias que hoy habitan las áreas vulnerables.
Corresponde señalar que en los últimos años se ha producido un crecimiento desordenado de los asentamientos en la zona: pasaron de 237 en 2013 a 437 en 2016 y, paralelamente, también se incrementaron los niveles de contaminación y las enfermedades, lo que ha causado justificada alarma. Carolina Casares y Eduardo Regondi, miembros de la ONG Proyectar, lo pusieron de manifiesto. La severidad del problema ha movido a gestionar un préstamo de 280 millones de dólares por parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con el propósito de emprender una labor fundamental de saneamiento en las aguas de la cuenca. Para ello, se ha convocado a una licitación en la cual compiten hoy seis consultoras de nivel internacional, seleccionadas por el Comirec. Simultáneamente, se elaboran también otros planes para la cuenca media del río, con el fin de aumentar la cobertura del agua, el alcantarillado y el tratamiento de las aguas residuales.
El plan de infraestructura es necesariamente amplio e incluye obras emblemáticas, como las de cloacas del inicio del arroyo Morón, que es el curso de agua más contaminado y contaminante de la cuenca del Reconquista, y otras como el entubamiento del arroyo Tres Horquetas, en San Fernando, y del zanjón del acalle Miguel Cané, en Tres de Febrero, que habrán de beneficiar a miles de vecinos a través de la liberación de cursos de agua con mayor salida, y la ampliación de la red cloacal. El desafío es complejo, según ha señalado la ingeniera química María del Rosario Rosso, quien subrayó que el saneamiento de un río implica “frenar los contaminantes prioritarios”, es decir, asegurarse de que los vuelcos no sigan, porque no se puede pretender una mejora si no se está seguro de que se desactivan todos los agentes contaminantes. El primer paso debe ser identificar a los responsables de arrojarlos, quienes deberán instrumentar un tratamiento antes de seguir haciéndolo.
Es indudable que la tarea en la cuenca será prolongada y debe ser minuciosamente encarada. Es, por lo tanto, deseable que las obras se ejecuten con el ritmo previsto, sin discontinuidades a lo largo del tiempo. La iniciativa, que abre promisorias expectativas para la población de esta zona tan densamente poblada, ha de significar, en consecuencia, un avance muy valioso para la provincia de Buenos Aires y para el país. Para que esto sea exitoso debe darse un marco de transparencia a las acciones, con una precisa rendición de cuentas según las etapas comprometidas, para que no se repita lo que durante tantos años ha ocurrido en el Riachuelo desde la famosa promesa de los “mil días” para su saneamiento, donde la corrupción sistemática y las promesas vanas en nada ayudaron a mejorar la calidad de vida de los vecinos.