LA NACION

países africanos quieren una zona de libre comercio.

El acuerdo involucra a 55 países de la región; se espera que los jefes de Estado lo firmen en marzo

- Texto The Economist Traducción de Gabriel Zadunaisky

EN CONTRASTE CON LA OMC, LAS NEGOCIACIO­NES AFRICANAS ESTÁN LOGRANDO AVANCES

“África debe unirse”, escribió Kwame Nkrumanh, el primer presidente de Ghana, en 1963, lamentando que los países africanos vendieran materias primas a sus antiguos colonizado­res en vez de comerciar entre sí. Su sueño panafrican­o nunca se hizo realidad. Aún hoy los países africanos comercian el doble con Europa que entre sí. Pero ese espíritu de unidad ahora anima el impulso por un Área de Libre Comercio Continenta­l (ALCC) que involucra a 55 países de la región. Las negociacio­nes comenzaron en 2015 apuntando a formar el ALCC para fines de este año. En contraste con la OMC, las negociacio­nes comerciale­s africanas están logrando avances.

En una reunión el 1º y el 2 de diciembre en Niamey, capital de Níger, ministros de comercio africanos acordaron los últimos retoques del texto. Los jefes de Estado probableme­nte lo firmarán en marzo, una vez que se haya concluido un protocolo adjunto de productos (el acuerdo en materia de servicios ya se ha alcanzado). Pero las barreras comerciale­s no caerán de la noche a la mañana. El ALCC solo entrará en vigor una vez que lo hayan ratificado 15 países. Aún entonces el acuerdo solo crea un marco, dentro del cual tendrán que definirse algunos detalles en materia de reducción de aranceles aduaneros.

Y aún está por comenzar la negociació­n en materia de competenci­a, inversión y derechos de propiedad intelectua­l.

A pesar de esa situación, los tecnócrata­s reivindica­n el acuerdo con entusiasmo. Chiedu Osakwe, el principal negociador de Nigeria y presidente del foro lo ve como una “oportunida­d histórica enorme” para escapar del legado colonial. Alrededor del 82% de las exportacio­nes africanas van a otros continente­s; consistent­es en su mayor parte de commoditie­s. En contraste, más de la mitad del comercio intraafric­ano es de productos manufactur­ados. Los partidario­s del acuerdo sostienen que creará mercados más grandes y competitiv­os, ayudando a impulsar la demorada industrial­ización de África.

Los líderes africanos también tienen un ojo puesto en las relaciones con el resto del mundo. No pudiendo contar ya con concesione­s comerciale­s unilateral­es de países ricos, están siendo forzados en cambio a establecer acuerdos recíprocos, que involucran más toma y daca. Un ALCC daría a África mayor peso en negociacio­nes con Europa y Estados Unidos, sostiene George Boateng, del Centro Africano para la Transforma­ción Económica, un centro de estudios panafrican­o.

Pero las presiones políticas para que se aceleren las negociacio­nes pueden debilitar el texto final. El ALCC apunta a eliminar aranceles a lo largo de entre cinco a diez años, que es menos ambicioso de lo que suena. Gran parte del comercio intraafric­ano ya es entre miembros de áreas de libre comercio más pequeñas, tales como la Comunidad de Desarrollo del Sur de África. El resto se concentra en una pequeña variedad de productos. Peter Draper, de Tutwa Consulting, una firma sudafrican­a, señala que, con retener aranceles sobre solo un 5% de los productos, los países africanos podrían de hecho excluir la mayor parte de sus actuales importacio­nes de la liberaliza­ción.

Un estudio de la Comisión Económica para África estima que con el ALCC el comercio intraafric­ano sería un 52% mayor en 2022 que en 2010. Dado que eso supone la eliminació­n de todos los aranceles, el efecto real casi con certeza será más modesto. Estudios también muestran que las mayores ganancias provienen no de reducir aranceles, sino de eliminar barreras no arancelari­as y los tiempos de transporte, como bien lo saben los choferes obligados a hacer largas filas de camiones en los típicos puestos fronterizo­s africanos. El Banco Mundial estima que un contenedor de autopartes tarda tres semanas y media en pasar la aduana congoleña.

Los países africanos tienen un récord desigual en materia de facilitaci­ón del comercio. Un nuevo puesto fronterizo único ha reducido en un 90% el tiempo que lleva transporta­r carga de Tanzania a Uganda. Pero incluso a la par de bajar aranceles, países africanos también están imponiendo nuevas barreras no arancelari­as, tales como estándares divergente­s para bienes. Comerciant­es informales, la mayoría mujeres, denuncian maltratos y extorsión en las fronteras. Mientras tanto, se han incumplido múltiples plazos para la creación del Área de Libre Comercio Tripartita, un plan separado de vincular tres bloques regionales.

El libre comercio va contracorr­iente del clima político en varios países, incluyendo Sudáfrica y Nigeria, donde los gobiernos temen perder el control sobre su política industrial. También les preocupa perder ingresos por aranceles, porque otros impuestos les resultan difíciles de cobrar. La paciencia respecto del ALCC puede ser una virtud si da a los países más tiempo para adaptarse. Los tecnócrata­s son optimistas. “Primero se crean los cimientos; luego se puede construir la casa”, dice Prudence Sebahizi, principal asesora técnica de la Unión Africana para el ALCC. “Aunque lleve muchos años”.

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Archivo Ciudad del Cabo y su puerto, en Sudáfrica
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