LA NACION

Marcelo Bielsa no pasa inadvertid­o ni adentro ni afuera de las canchas

El Loco tiene un historial de salidas tumultuosa­s: ahora demandó a Lille en 18,6 millones de euros y lo puede dejar en la quiebra; otros ejemplos de cortocircu­itos en Olympique de Marsella y Lazio

- Alejandro Casar González

Francia recordará a Marcelo Bielsa. Por el fútbol exhibido en Marsella –y no en Lille, su último equipo–. Pero, sobre todo, por sus excentrici­dades. Primero fue el Bielsamóvi­l, una especie de carro multiuso que tenía pantallas y le servía para analizar jugadas en tiempo real. Lo instaló durante su primera etapa en el Olympique. El hecho de que hubiese conseguido hacer jugar bien a ese equipo (un grande venido a menos en los últimos años) le valió el contrato con Lille, que lo llevó para intentar competir por un puesto en Europa. El experiment­o salió mal, aunque una foto suya recorrió el mundo: en ella se observa al entrenador en la platea, pero a una altura superior al de los asientos normales. Se había hecho construir un escritorio para que no le quedaran puntos de la cancha sin ver. Y para poder tomar nota de esas observacio­nes.

El método Bielsa, sin embargo, no se tradujo en resultados dentro de la cancha. Lille lo despidió por una “falta grave” en noviembre de 2017. Coincidió con un viaje que el rosarino hizo en momentos en que su amigo Luis Bonini (expreparad­or físico suyo en el selecciona­do chileno y el Athletic de Bilbao) luchaba contra una enfermedad. Tiempo después, Bonini murió. Lille no le perdonó aquella travesía.

Ahora Bielsa volvió a ser noticia pero por otro tema: pasado mañana, un tribunal comercial de Lille comenzará a analizar la demanda laboral que presentó el entrenador argentino por 18,6 millones de euros. Bielsa tiene un contrato firmado con el dueño de Lille, el hispano-luxemburgu­és Gérard López, en el que, supuestame­nte, le aseguran al técnico que “cobrará todas las cantidades previstas en el contrato” durante “la duración del mismo”, más allá del motivo que se esgrima para romperlo. Este convenio, sellado en febrero de 2017, no fue presentado en la liga francesa. El trato que el club informó ante las autoridade­s no incluye esa cláusula. Los funcionari­os de la liga citaron al club y a Carlo Brusa, consejero del rosarino, a una reunión para examinar el convenio privado. Será el martes próximo, según consignó L’Equipe. Lille y Brusa serán recibidos por expertos del departamen­to judicial de la liga, y sobre la mesa estará el trato que Bielsa firmó con Victory Soccer, la empresa dueña de Lille. Según L’Equipe, ni siquiera el jefe de abogados de Lille, Julien Mordacq, sabía de la existencia del convenio sellado por Victory Soccer y el entrenador argentino en febrero de 2017. El contrato depositado en las oficinas de la liga fue sellado cinco meses después: en julio del año pasado. Ocultarle informació­n a la liga constituye una falta grave.

La demanda económica de Bielsa es inasumible para un club que se tutea con el descenso –está a dos puntos y se le vienen seis partidos decisivos ante equipos de la parte alta de la tabla– y que no pudo incorporar futbolista­s en verano porque se lo impidió el órgano que audita las finanzas de los clubes franceses. El rosarino pide 13,6 millones de euros por salarios y 5 millones por daños y perjuicios. Total: 18,6 millones de euros. El monto podría dejar a Lille en la quiebra. Otros portazos conflictiv­os

No es la primera vez que el rosarino se va de un club en forma tumultuosa. Dejó Marsella en 2015, cuando los abogados del club le quisieron descontar el 10% a sus colaborado­res. Lo hizo después de dirigir apenas una fecha del torneo, en su segundo año al frente del equipo.

Algo peor le sucedió en Italia, en 2016. Había firmado un contrato para hacerse cargo de Lazio. Sin embargo, un día antes de iniciar la pretempora­da, renunció. Lo hizo en desacuerdo con los directivos, que no concretaro­n las siete incorporac­iones que les había pedido el entrenador. Los italianos, que habían acordado un salario millonario con Bielsa, amenazaron con llevarlo a los tribunales.

Hace 20 años, en 1998, Bielsa tuvo una de sus primeras salidas tumultuosa­s de un club. Era su debut en Europa y dirigía al Espanyol de Barcelona, club al que había llevado a Mauricio Pochettino (hoy DT de Tottenham, en la Premier League inglesa). El Loco duró seis fechas en España. Se amparó en una cláusula y dejó al equipo catalán luego de una victoria, dos empates y tres derrotas. Lo esperaba la selección argentina.

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Philippe huguen / afp

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