Los separatistas catalanes inician el asedio a Puigdemont para que dé un paso al costado
En un intento de acordar con el expresidente un plan B, sus socios de ERC viajaron a Bélgica
MADRID.– Se cumplen cien días de intervención del gobierno central de Madrid en Cataluña y, aunque repite que “quiere acabar con eso”, el independentismo sigue bloqueado para formar gobierno regional pese a que tiene todos los votos para hacerlo.
La razón es la misma que lo tiene paralizado desde hace semanas: la puja interna entre los distintos sectores que lo integran por ver cuál de ellos lidera el espacio y se queda con el gobierno y el poder.
La competencia es fundamentalmente entre dos fuerzas. De un lado, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que condiciona la investidura del futuro presidente a que sea “efectiva” y “no tenga consecuencias penales para nadie”.
Del otro, el Demócrata Catalán (PdeCAT), que lidera el destituido expresidente Carles Puigdemont, al que se le exige ahora que informe “cómo se lo puede investir” para que efectivamente pueda ejercer el gobierno.
La maniobra parece un callejón sin salida.
El separatista Puigdemont se encuentra prófugo de la Justicia en Bélgica, adonde huyó para evitar ser detenido por delitos vinculados a la declaración unilateral de independencia que promovió.
No quiere regresar por temor a ser detenido apenas pise territorio español y no puede ser investido a distancia, como advirtieron los máximos tribunales del país.
ERC le hace el juego y también declara que “Puigdemont es el candidato”. Pero con la salvedad de cargarle al PdeCAT que informe “cómo lo quieren investir”, para que realmente pueda gobernar y no haya consecuencias penales para quienes lo voten. Algo de difícil respuesta.
Las idas y venidas siguen. “Las negociaciones avanzan bien”, dejaron saber voceros de una delegación de militantes de ERC que viajó ayer especialmente a Bélgica para “negociar” una salida con Puigdemont en su refugio alquilado en Waterloo.
¿Qué salida? No lo dijeron. En las últimas horas se escucharon varias. Entre ellas, pasar de ninguna presidencia, como ahora, a dos: una “simbólica”, con Puigdemont, a la distancia, y otra “ejecutiva”, de no se sabe aún quién, que efectivamente ejerza el poder. La sociedad no quiere ni oír hablar del doble gasto.
La retórica se mantiene en alza como si todo fuera normal. “Hace demasiado tiempo ya que dura la intervención de Madrid en Cataluña. Hay que aplicar ya el resultado de las elecciones y tener un gobierno al servicio de los catalanes lo antes posible”, sostuvo Marta Pascal, coordinadora del PdeCAT.
Las señales de que se desinflan las posibilidades de Puigdemont son muchas. De hecho, él mismo se dio por derrotado y “sacrificado” por los suyos la semana pasada cuando se filtraron conversaciones y mensajes con sus socios.
Todavía, sin embargo, nadie se atreve a poner el punto final y proponer un plan B que permita salir del atasco. Ni siquiera la comunidad artística, usualmente sensible, se hizo eco de la crisis.
“En la ceremonia de los Premios Goya (los galardones del cine español) no hubo ni una sola mención solidaria” para los catalanes encerrados en prisión, lamentó el diputado nacional por ERC, Joan Tardá. Nadie pareció conmoverse mucho.
“Yo espero que [los independentistas] resuelvan pronto, si son capaces de entender la situación que ellos [...] han generado”, afirmó Rajoy en un acto de su Partido Popular en Córdoba, en el sur de España
“Que se nombre una persona que vea las cosas de otra manera y, sobre todo, que diga: ‘Soy un gobernante y por eso voy a cumplir la ley’”, agregó Rajoy.