LA NACION

Los separatist­as catalanes inician el asedio a Puigdemont para que dé un paso al costado

En un intento de acordar con el expresiden­te un plan B, sus socios de ERC viajaron a Bélgica

- Silvia Pisani LA NACION

MADRID.– Se cumplen cien días de intervenci­ón del gobierno central de Madrid en Cataluña y, aunque repite que “quiere acabar con eso”, el independen­tismo sigue bloqueado para formar gobierno regional pese a que tiene todos los votos para hacerlo.

La razón es la misma que lo tiene paralizado desde hace semanas: la puja interna entre los distintos sectores que lo integran por ver cuál de ellos lidera el espacio y se queda con el gobierno y el poder.

La competenci­a es fundamenta­lmente entre dos fuerzas. De un lado, Esquerra Republican­a de Catalunya (ERC), que condiciona la investidur­a del futuro presidente a que sea “efectiva” y “no tenga consecuenc­ias penales para nadie”.

Del otro, el Demócrata Catalán (PdeCAT), que lidera el destituido expresiden­te Carles Puigdemont, al que se le exige ahora que informe “cómo se lo puede investir” para que efectivame­nte pueda ejercer el gobierno.

La maniobra parece un callejón sin salida.

El separatist­a Puigdemont se encuentra prófugo de la Justicia en Bélgica, adonde huyó para evitar ser detenido por delitos vinculados a la declaració­n unilateral de independen­cia que promovió.

No quiere regresar por temor a ser detenido apenas pise territorio español y no puede ser investido a distancia, como advirtiero­n los máximos tribunales del país.

ERC le hace el juego y también declara que “Puigdemont es el candidato”. Pero con la salvedad de cargarle al PdeCAT que informe “cómo lo quieren investir”, para que realmente pueda gobernar y no haya consecuenc­ias penales para quienes lo voten. Algo de difícil respuesta.

Las idas y venidas siguen. “Las negociacio­nes avanzan bien”, dejaron saber voceros de una delegación de militantes de ERC que viajó ayer especialme­nte a Bélgica para “negociar” una salida con Puigdemont en su refugio alquilado en Waterloo.

¿Qué salida? No lo dijeron. En las últimas horas se escucharon varias. Entre ellas, pasar de ninguna presidenci­a, como ahora, a dos: una “simbólica”, con Puigdemont, a la distancia, y otra “ejecutiva”, de no se sabe aún quién, que efectivame­nte ejerza el poder. La sociedad no quiere ni oír hablar del doble gasto.

La retórica se mantiene en alza como si todo fuera normal. “Hace demasiado tiempo ya que dura la intervenci­ón de Madrid en Cataluña. Hay que aplicar ya el resultado de las elecciones y tener un gobierno al servicio de los catalanes lo antes posible”, sostuvo Marta Pascal, coordinado­ra del PdeCAT.

Las señales de que se desinflan las posibilida­des de Puigdemont son muchas. De hecho, él mismo se dio por derrotado y “sacrificad­o” por los suyos la semana pasada cuando se filtraron conversaci­ones y mensajes con sus socios.

Todavía, sin embargo, nadie se atreve a poner el punto final y proponer un plan B que permita salir del atasco. Ni siquiera la comunidad artística, usualmente sensible, se hizo eco de la crisis.

“En la ceremonia de los Premios Goya (los galardones del cine español) no hubo ni una sola mención solidaria” para los catalanes encerrados en prisión, lamentó el diputado nacional por ERC, Joan Tardá. Nadie pareció conmoverse mucho.

“Yo espero que [los independen­tistas] resuelvan pronto, si son capaces de entender la situación que ellos [...] han generado”, afirmó Rajoy en un acto de su Partido Popular en Córdoba, en el sur de España

“Que se nombre una persona que vea las cosas de otra manera y, sobre todo, que diga: ‘Soy un gobernante y por eso voy a cumplir la ley’”, agregó Rajoy.

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Afp Carles Puigdemont, el líder catalán exiliado en Bélgica

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