LA NACION

Un idilio que convive con el mantra de Donald Trump: “America First”

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE. UU.

Los gestos y las palabras, de un lado y otro, brindan un mensaje inequívoco: la relación entre Estados Unidos y la Argentina atraviesa uno de sus mejores momentos. Pero la realidad recuerda que ese idilio debe convivir con el mantra America First de Donald Trump. Ante esa dicotomía, el Gobierno parece apelar al pragmatism­o.

Hoy el gobierno de Donald Trump ve a Mauricio Macri como el socio regional más atractivo. Un modelo para la región, según dijo el secretario de Estado, Rex Tillerson. Fue el segundo gesto en menos de una semana. Antes, Wilbur Ross, capitán de la política proteccion­ista de Trump, había dicho en la embajada argentina en Washington que el vínculo está “en un nuevo pico histórico”, y dejó la puerta abierta a un acuerdo por el biodiésel, principal foco de conflicto. Con México, Trump discute por un muro y 1400 millones de dólares diarios de comercio.

Ya en Buenos Aires, Tillerson continuó. Dijo que la relación se consolida “cada día” e insistió en que la Argentina, con Macri, “tiene un rol importante que desempeñar” en la región, donde el drama de Venezuela es la crisis más urgente.

No son solo gestos. En Washington, la Argentina ahora tiene acceso a la Casa Blanca. “Puerta que se golpea, puerta que se abre”, graficó un funcionari­o. Lo mismo ocurre en el Congreso. “Están restableci­dos todos los canales de comunicaci­ón y cooperació­n”, definió el jefe de Gabinete, Marcos Peña, en su último viaje. Ese acceso, con todo, palidece al lado de otros países del hemisferio: en 2017, Luis Videgaray, canciller de México, quien tiene línea directa con Jared Kushner, viajó 12 veces a Washington.

Trump ha respaldado el ingreso de la Argentina a la OCDE y, aun con una agenda proteccion­ista, liquidó el conflicto por los limones y devolvió al país al sistema generaliza­do de preferenci­as (SGP) tras seis años de exilio, un impulso para las exportacio­nes de las economías regionales. Otra buena noticia que el gobierno argentino aguarda: la luz verde a las exportacio­nes de carne.

Así y todo, son pinceladas que pierden color ante el cierre al biodiésel, el golpe más duro al vínculo comercial, al que podría sumarse otro en poco tiempo: el bloqueo a las ventas de tubos de acero y de aluminio. Trump dijo que quiere relaciones comerciale­s “justas y recíprocas”. En 2017, la Argentina tuvo un déficit comercial con Estados Unidos de US$ 3116 millones, según cifras oficiales.

La realidad impone límites: cualquier avance está atado a la política doméstica de Estados Unidos y a las necesidade­s de la Casa Blanca. Trump puede abrir las puertas de su gobierno, pero al entrar el mensaje es claro: “Estados Unidos, primero”.

“Estados Unidos ha prodigado elogios a la Argentina”, resumió Benjamin Gedan, director del Argentina Project en el Centro Wilson. “Dicho eso, en cada encrucijad­a económica la Casa Blanca ha tomado una línea dura, defendiend­o los intereses comerciale­s de Estados Unidos a expensas de la economía argentina. Pero la Argentina ha decidido que no permitirá que las disputas comerciale­s socaven la histórica reconexión diplomátic­a que comenzó con el presidente Obama”, agregó.

El pragmatism­o de la Casa Rosada ante esa realidad, privilegia­ndo la construcci­ón al conflicto, quedó a las claras en una decisión: la Argentina –al igual que México– se abstuvo en la votación en las Naciones Unidas que condenó la decisión de Trump de trasladar su embajada a Jerusalén y reconocerl­a como capital de Israel. No es el único disenso: cambio climático, inmigració­n y comercio son otros puntos en discordia que serán testeados en el G-20.

Tom Cooney, encargado de Negocios de la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, relativizó las diferencia­s. “Tenemos muchos, muchos puntos de armonía, y hay muy pocos puntos en desacuerdo”, dijo, en una conferenci­a telefónica con periodista­s. Cooney también utilizó varias veces la palabra “pragmatism­o” para graficar el vínculo. “Tenemos una relación muy pragmática, sincera, amistosa, mutuamente respetuosa y estable”, definió.

América Latina dista de ser prioridad para Washington. La imagen de Estados Unidos ha sufrido un fuerte retroceso con Trump: hoy, solo un 24% de los latinoamer­icanos aprueban el liderazgo de Washington; un 13% en la Argentina, el registro más bajo junto a Chile y Uruguay, según Gallup. Ernesto Calvo, profesor de la Universida­d de Maryland, dijo que se consolida “una relación distante”. La Argentina, apuntó, es un “socio confiable porque Estados Unidos tiene pocos socios con quienes congeniar”. “No somos un problema ni somos una oportunida­d”, resumió.

El gobierno de Trump ve hoy a Macri como el socio regional más atractivo

La Casa Rosada privilegia la construcci­ón al conflicto y evitó sumarse a la condena de la ONU a EE. UU. por el caso Jerusalén

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