Remo o monopatín. Las nuevas formas de hacer turismo en la ciudad
Ambas opciones, en Puerto Madero y en la Costanera Norte, son elegidas por extranjeros y porteños que quieren ver Buenos Aires desde una perspectiva distinta
Las grúas amarillas y rojas, los viejos almacenes de ladrillo a la vista, los rascacielos de vidrios espejados, el Puente de la Mujer… todos los elementos tradicionales de Puerto Madero, pero desde una perspectiva muy diferente: remando entre medio de los diques. BA Remo es una de las visitas preferidas por los vecinos; tanto que hay que anotarse con varios días de anticipación para conseguir cupo.
“Yo también estoy sorprendido –dice Julián Marcigliano, el instructor que sale de paseo en los botes–. Vienen algunos extranjeros, pero el 70% son de acá”. Al mediodía de un domingo sin nubes, Marcigliano espera que se complete el grupo de pasajeros en un muelle flotante del dique 4. A su lado hay una embarcación de unos siete metros de largo con ocho remos perfectamente alineados.
El Ente de Turismo porteño ofrece más de 50 itinerarios diferentes –entre gratuitos y arancelados– para conocer a fondo la ciudad. Según datos oficiales, la demanda está en aumento: en 2017 hubo un total de 3543 visitas (122 por ciento más que en 2016) y 40.611 pasajeros (40 por ciento más que en 2016).
En los tours por barrios tradicionales como San Telmo o La Boca abundan los turistas extranjeros, pero las opciones más originales son elegidas por los propios porteños, que buscan redescubrir el lugar donde viven. A esta categoría pertenecen BA Remo y el Surf Urbano.
“Esta es otra forma de conocer un lugar por el que paso todos los días. Es distinto de subirte un micro para que te cuenten por auriculares de qué se trata la ciudad”, dice Gabriela Vessi, farmacéutica de Caballito. Vino a Puerto Madero junto a su hija y ambas ya tienen puesto un chaleco salvavidas rojo. Cuando llegan los rezagados, hay una pequeña charla de seguridad; luego Marcigliano se acomoda en la popa, da las últimas instrucciones y el bote comienza a desplazarse con lentitud. El instructor marca el ritmo para que el movimiento sea parejo y corrige los errores.
El esfuerzo de los flamantes remeros vale la pena. La embarcación sale del Yacht Club entre veleros de lujo y pasa a metros del buque museo Corbeta Uruguay. El itinerario continuará por el dique 4 y luego por el 3, hasta llegar al Puente de la Mujer, donde será momento de sacar fotos.
Al finalizar el paseo, Jésica Sandoval, que vino con dos amigos desde Pilar, comparte sus impresiones. “Fue nuestra primera vez y nos pareció excelente; lo más complicado fue la coordinación –reconoce Sandoval–. Pero los tres nos quedamos con ganas de seguir remando”.
Marcigliano cuenta que participa gente de todas las edades (a partir de los 16) y explica por qué la actividad tiene tanta demanda: “Es un deporte muy completo que nunca aburre. El remo turístico es una experiencia única: hay pocas ciudades latinoamericanas con diques que permitan practicarlo”. BA Remo se hace todos los miércoles y domingos del año, a las 10.45 y a las 12.15. Tiene un costo de $150 por persona y hay que inscribirse previamente en www.ba.tours. En verano se recomienda llevar gorro y protector solar. Se suspende por lluvia o fuertes vientos.
Surf Urbano
“Cuando te ven pasar, todos se quedan mirando y preguntan: ‘¿Qué es eso? ¿Una bici sin pedales?’”, cuenta Natalia Insecchi, e imita la caras de asombro ajenas. Natalia acaba de completar junto a una amiga el Surf Urbano, un recorrido guiado a bordo de monopatines eléctricos que arranca frente al sector de arribos internacionales del Aeroparque Jorge Newbery y llega hasta el Parque de la Memoria. Entre la ida, la vuelta y las para- das intermedias, son más de cinco kilómetros.
Los fines de semana, la Costanera Norte rebasa de pescadores, paseantes que se acercan a disfrutar de una jornada junto al río o familias que acomodan sus reposeras junto a la reja del aeroparque para mirar cómo despegan y aterrizan los aviones. El ambiente está lleno de vida y de los seductores aromas que brotan de los carritos que venden choripanes y churrasquitos.
“Es verdaderamente un surf –confiesa divertida Daiana Gómez, guía de la actividad–: tenés que ir esquivando a la nena, la señora, el perro, el carrito. La adrenalina está en el aspecto geográfico más que en el monopatín”.
El itinerario incluye cinco paradas: la primera en la pista de aterrizaje, donde se explica la vida del pionero de la aviación argentina, Jorge Newbery; la segunda, en el Skate Park, una pequeña travesía de lomadas y curvas; la tercera, frente a Tierra Santa, y las dos últimas, ya en el Parque de la Memoria, donde Daiana cuenta sobre las víctimas de la dictadura militar y hay una vista privilegiada del Río de la Plata.
Los monopatines son parecidos a las bicicletas plegables que abundan hoy en las calles porteñas; en el lugar del asiento tienen una plataforma donde pararse. No son difíciles de usar, pero se da una explicación técnica antes de comenzar la actividad y, por seguridad, se usa en todo momento casco.
“Lo que más les gusta a los jóvenes es el Skate Park. Los más grandes se emocionan mucho en el Parque de la Memoria”, cuenta Gómez, y explica que los cuatro lugares disponibles siempre se llenan. Y agrega: “Después de hacerlo la gente se siente realizada, porque sabe que aprendió a hacer algo más”.
El Surf Urbano de Costanera Norte se hace los sábados, domingos y feriados, a las 15. Hay otro circuito en el Parque Centenario que se puede realizar los lunes, miércoles y viernes, a las 10. La inscripción es vía www.ba.tours y cuesta $150 por persona. Se suspende en caso de lluvia.