LA NACION

Chacarita y una cuestión de actitud: le sacó el invicto a Heinze y hace cuentas

- Julián Lichene

Todo el partido fue de Chacarita. De principio a fin. Simplement­e porque demostró ansias por disputar y ganar cada pelota, sabiendo de su imperiosa necesidad de sumar puntos para salir de la base de la tabla de los promedios. Tarea ardua y sinuosa si las hay. Quiso, buscó y pudo más que Vélez. Por esa esencial razón, se llevó una victoria merecida y necesitada en su estadio y frente a su gente.

Fundamentó su planteo en presión y asfixia sobre el rival. Allí fue determinan­te la tarea de Federico Vismara, que regresó al club, robando cuanta pelota circuló por el medio campo y distribuye­ndo siempre bien y hacia adelante. En ataque, el cabezazo y pivoteo constante de Matos, las proyeccion­es del uruguayo Petryk y la habilidad de Matías Rodríguez, un cóctel difícil de asimilar para un Vélez confundido y apático.

La estructura de Heinze no tuvo claridad para el juego y dio la sensación de que el esquema que pregona el entrenador (4-2-3-1) no será fácil de imponerse: los jugadores parecieron incómodos. La vuelta de Mauro Zárate no fue la esperada: jugó detrás de Salinas, lejos del arco y sin chances para convertir. Terminó envuelto en la impotencia, actuando de volante adelantado, sobre el final del cotejo. Chacarita buscó siempre, desde el inicio. La incredulid­ad del público se reflejó cuando Matos falló abajo del arco, después de una gran jugada de Rodríguez por la izquierda. Pero Vismara siguió empujando y así construyó el gol de la apertura, al final del primer tiempo: por el sector derecho y después de una recuperaci­ón suya, Rodríguez y Petryk armaron el desborde que terminó en gol de Matos. Esta vez, el goleador no falló: estuvo en el lugar indicado para definir debajo del arco. Fue el envión psicológic­o que necesitaba Chacarita para sentir que el partido podía ser suyo. Aun con una postura de repliegue en el segundo tiempo, no cambió la actitud de querer “dominar al rival”. El ingreso de Jesús Méndez en Vélez hizo imaginar un mejor manejo de la pelota en el centro del campo. No pasó. Caseres siguió más pendiente de la marca que de la conducción, Bouzat no desequilib­ró con su velocidad y Mainero estuvo errático.

Así, lentamente Chacarita se adueñó de la pelota. El desconcier­to del visitante llegó con la expulsión de Caseres por doble amarilla. Allí el local se sintió que era el momento de aplicar el “remate final”, que llegó con una muy buena definición del lateral derecho Hernán Petryk (ex Peñarol de Montevideo), después de un pase quirúrgico de Mellado. Fue la explosión y el desahogo. Y la tranquilid­ad de que el partido, y sobre todo el resultado, estaban bien a resguardo para la ilusión Funebrera. De Vélez sólo quedaron impulsos inocuos. Nada le salió. Terminó con los brazos caídos y sabiéndose vencido.

Para Chacarita fue la asimilació­n de que puede luchar por la permanenci­a. Logró vencer a Vélez después de casi quince años (la última vez 1-0, en el torneo Apertura 2003) y aunque encarará la segunda parte del campeonato con un corto margen elevó la autoestima después de este triunfo. Con sus limitacion­es a cuesta, pero entendiend­o que jugando como lo hizo ayer puede batallar para lograr lo que hasta hace un tiempo parecía demasiado difícil. Vélez tiene también urgencia por sumar, porque la tabla de los promedios empezará a ejercer presión. El problema es que todo es nuevo (entrenador, esquema y varios valores) y eso también conlleva un riesgo.

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Mauro alfieri Matos empuja la pelota y vence a rigamonti; anotó por segunda vez en Chacarita
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