Consumidores voraces
La recaudación récord alcanzada el año pasado en los recitales de bandas como U2, Coldplay y Bruno Mars, entre otras, parece dar testimonio de que los melómanos argentinos están dispuestos a desembolsar una buena suma en una entrada a pesar de los problemas a los que ya los tiene acostumbrados la economía local.
“La Argentina ha logrado varios hitos importantes en tema de recitales, tiene un consumo per cápita por show importante mayor al de Brasil si comparamos por tamaño de mercado”, afirma Carlomagno, de Move. “Hay un vínculo emocional que va más allá de situaciones económicas. Si a un fan le gusta un artista, independientemente de la situación económica va a hacer lo posible para ir a verlo”, agrega.
Con él coincide Grinbank, de DG: “Es un público muy interesado en el entretenimiento. Comparado con otros países, es un gran consumidor históricamente, incluso en los distintos perfiles artísticos.”
Finkelstein, de DF, asegura que se trata de un público sofisticado, exigente, al que le encanta que uno le brinden un excelente servicio. “Cuando le das algo que realmente tiene altos estándares de calidad de servicio, lo aprecian y te acompañan. En el Lollapalooza tenemos un límite de 100.000 personas por día y las entradas ya están prácticamente agotadas”, dice.
“A pesar del valor de las entradas, que van ligadas al precio que se paga por los cachet de los artistas y los costos de producción, el público argentino es fiel a la música en vivo”, dice Bolan, de T4F y Ticketek. “Claro está que la gran cantidad de shows que pasan por año en la Argentina (solo en Ticketek vendemos más de 5600 por año, de todo tipo), hace que la gente sea selectiva a la hora de ir a uno y renunciar a otros.”
Palazzo, de En Vivo, traza algunas diferencias con el público del interior. “Depende del estilo de festival –señala–. En el nuestro la gran mayoría viene del interior y tiene un perfil específico: viene con poca plata y tiene que alojarse, comer y vivir esos días ahí. No es lo mismo que cuando va a Buenos Aires, que toma un tren, bus, taxi y llega; acá hay que peregrinar”.
“El consumidor argentino de recitales es muy pasional y fiel a las propuestas que le interesan”, dice Francisco Badano, country
manager de Weeshing, una plataforma de crowdfunding de bandas que trabaja con varias de las principales productoras del país. “Si uno es fan de la música, no va a dudar en gastar en la entrada al concierto de su artista preferido siempre y cuando le alcance el dinero”, añade.