China aprovecha la falta de interés de otras potencias e ingresa en América Latina
El gigante asiático, que hoy promueve el libre comercio y la globalización, entabla relaciones con la región a través de financiamiento e inversión
Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estaba en Davos tratando de persuadir a la plutocracia global de que “Estados Unidos primero” no significa “Estados Unidos solo”, el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, estaba promoviendo la globalización, el libre comercio y la cooperación en América Latina. Para sus anfitriones, el contraste era notorio. Trump ha insultado a México, El Salvador y Haití, desalentado la inversión en el vecino al sur de Estados Unidos y habla de proteccionismo comercial. China, en las palabras tranquilizadoras de Wang, ofrece a América Latina una “estrategia de mutuos beneficios y ganancias compartidas”.
Hablaba en una reunión entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que abarca los 33 países de la región. Al contrario de lo que indicaban algunos informes, China no invitó formalmente a América Latina a sumarse a la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, que es la piedra fundacional de la política exterior del presidente Xi Jinping con grandes inversiones en infraestructura en Eurasia y África. Pero estuvo cerca de ello, al decir que América Latina es una “extensión natural” y un “participante indispensable” en el plan. Más allá de las etiquetas, China ya está invirtiendo en infraestructura en América Latina.
La reunión marcó la maduración de una relación que se ha desarrollado precozmente en este siglo.
El comercio total anual entre China y América Latina saltó de casi nada a más de US$200.000 millones para 2014. Después de estancarse los dos años siguientes, las exportaciones latinoamericanas a China se incrementaron alrededor del 30% el año pasado, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), principalmente por un incremento en el precio del petróleo, los minerales y otras commodities sudamericanas. China es el principal socio comercial de Chile y Perú, y casi lo es de Brasil.
Los mayores cambios se han dado en la inversión y los créditos chinos. Hasta hace poco, se concentraban en petróleo y minería y en Venezuela. Ahora se centran en Brasil y la Argentina y en más sectores.
Las compañías chinas distribuyeron al menos US$21.000 millones
en acuerdos en Brasil el año pasado, incluyendo la compra de usinas, un distribuidor de electricidad y puertos. Además, China está financiando una ruta a Buenaventura, un puerto en la costa del Pacífico en Colombia y modernizando un ferrocarril que va al noroeste de la Argentina.
Según Margaret Myers, del Diálogo Interamericano, un centro de estudios en Washington, los créditos chinos a América Latina totalizaron US$9000 millones el año pasado. Eso es apenas la mitad del monto que China prestó en 2015 y 2016. La principal explicación de la baja es que no hubo nuevos fondos para Venezuela y solo un crédito con respaldo de petróleo.
Desde el punto de vista de América Latina, la relación se basa en “realidad en el dinero”, dice Oliver Stuenkel, que dicta clases de relaciones internacionales en la Fundação
Getulio Vargas, una universidad de San Pablo.
Eso es válido en particular para Brasil, que se está recuperando de una profunda recesión. A unos pocos latinoamericanos les preocupa que las importaciones chinas están desindustrializando la región y temen la dependencia económica. “Pero se piensa poco en las implicancias geopolíticas de la relación”, dice Stuenkel.
Estas son considerables y los chinos están más atentos a ellas. Que Panamá haya sido el único país de la región que firmó un acuerdo del Cinturón y Camino de la Seda puede deberse a que China es consciente de que hacer firmar a más países “crearía una fuerte reacción” en Estados Unidos, piensa Myers.
Otras potencias no tienen el mismo interés que China en América Latina. La administración Trump no tiene una estrategia clara, aunque Rex Tillerson, el secretario de Estado, está de visita en la región, pasando por cinco países desde 1º del actual.
La Unión Europea (UE) sigue siendo la mayor fuente individual de inversión extranjera. Pero la conclusión de un largamente esperado acuerdo comercial con el Merco- sur, que incluye Brasil y la Argentina, hasta ahora se ha visto frustrada por el deseo de Francia y otros países de proteger sus productores agropecuarios, que no son competitivos. “La UE no ha llegado a una conclusión clara de lo que quiere de América Latina”, concluye un nuevo informe del Instituto Elcano, un centro de estudios en Madrid.
Lo mismo vale para América Latina en su relación con China. Esto trae indudables beneficios. Aparte del dinero, a los gobiernos latinoamericanos les gusta –y aceptan tal cual la expresan los chinos– la postura de China en materia de gobierno global y cambio climático. Pero la región está entrando en un enredo político con una potencia externa que no tiene interés alguno en la democracia. En unos pocos años, si China tuviera una confrontación militar en el Mar del Sur de China, por ejemplo, algunos países latinoamericanos podrían sentirse obligados a respaldar a su nuevo patrocinador. “China aún no manda en América Latina”, dice Stuenkel. “Pero su influencia crece día a día”. América Latina debería recelar de las condiciones que pueden imponerse junto con la oferta china de “ganancias compartidas”.
lAs exportAciones de lA región A chinA subieron un 30% el Año pAsAdo, según el bid