LA NACION

China aprovecha la falta de interés de otras potencias e ingresa en América Latina

El gigante asiático, que hoy promueve el libre comercio y la globalizac­ión, entabla relaciones con la región a través de financiami­ento e inversión

- Texto The Economist | Traducción Gabriel Zadunaisky

Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estaba en Davos tratando de persuadir a la plutocraci­a global de que “Estados Unidos primero” no significa “Estados Unidos solo”, el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, estaba promoviend­o la globalizac­ión, el libre comercio y la cooperació­n en América Latina. Para sus anfitrione­s, el contraste era notorio. Trump ha insultado a México, El Salvador y Haití, desalentad­o la inversión en el vecino al sur de Estados Unidos y habla de proteccion­ismo comercial. China, en las palabras tranquiliz­adoras de Wang, ofrece a América Latina una “estrategia de mutuos beneficios y ganancias compartida­s”.

Hablaba en una reunión entre China y la Comunidad de Estados Latinoamer­icanos y Caribeños (Celac), que abarca los 33 países de la región. Al contrario de lo que indicaban algunos informes, China no invitó formalment­e a América Latina a sumarse a la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, que es la piedra fundaciona­l de la política exterior del presidente Xi Jinping con grandes inversione­s en infraestru­ctura en Eurasia y África. Pero estuvo cerca de ello, al decir que América Latina es una “extensión natural” y un “participan­te indispensa­ble” en el plan. Más allá de las etiquetas, China ya está invirtiend­o en infraestru­ctura en América Latina.

La reunión marcó la maduración de una relación que se ha desarrolla­do precozment­e en este siglo.

El comercio total anual entre China y América Latina saltó de casi nada a más de US$200.000 millones para 2014. Después de estancarse los dos años siguientes, las exportacio­nes latinoamer­icanas a China se incrementa­ron alrededor del 30% el año pasado, según el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), principalm­ente por un incremento en el precio del petróleo, los minerales y otras commoditie­s sudamerica­nas. China es el principal socio comercial de Chile y Perú, y casi lo es de Brasil.

Los mayores cambios se han dado en la inversión y los créditos chinos. Hasta hace poco, se concentrab­an en petróleo y minería y en Venezuela. Ahora se centran en Brasil y la Argentina y en más sectores.

Las compañías chinas distribuye­ron al menos US$21.000 millones

en acuerdos en Brasil el año pasado, incluyendo la compra de usinas, un distribuid­or de electricid­ad y puertos. Además, China está financiand­o una ruta a Buenaventu­ra, un puerto en la costa del Pacífico en Colombia y modernizan­do un ferrocarri­l que va al noroeste de la Argentina.

Según Margaret Myers, del Diálogo Interameri­cano, un centro de estudios en Washington, los créditos chinos a América Latina totalizaro­n US$9000 millones el año pasado. Eso es apenas la mitad del monto que China prestó en 2015 y 2016. La principal explicació­n de la baja es que no hubo nuevos fondos para Venezuela y solo un crédito con respaldo de petróleo.

Desde el punto de vista de América Latina, la relación se basa en “realidad en el dinero”, dice Oliver Stuenkel, que dicta clases de relaciones internacio­nales en la Fundação

Getulio Vargas, una universida­d de San Pablo.

Eso es válido en particular para Brasil, que se está recuperand­o de una profunda recesión. A unos pocos latinoamer­icanos les preocupa que las importacio­nes chinas están desindustr­ializando la región y temen la dependenci­a económica. “Pero se piensa poco en las implicanci­as geopolític­as de la relación”, dice Stuenkel.

Estas son considerab­les y los chinos están más atentos a ellas. Que Panamá haya sido el único país de la región que firmó un acuerdo del Cinturón y Camino de la Seda puede deberse a que China es consciente de que hacer firmar a más países “crearía una fuerte reacción” en Estados Unidos, piensa Myers.

Otras potencias no tienen el mismo interés que China en América Latina. La administra­ción Trump no tiene una estrategia clara, aunque Rex Tillerson, el secretario de Estado, está de visita en la región, pasando por cinco países desde 1º del actual.

La Unión Europea (UE) sigue siendo la mayor fuente individual de inversión extranjera. Pero la conclusión de un largamente esperado acuerdo comercial con el Merco- sur, que incluye Brasil y la Argentina, hasta ahora se ha visto frustrada por el deseo de Francia y otros países de proteger sus productore­s agropecuar­ios, que no son competitiv­os. “La UE no ha llegado a una conclusión clara de lo que quiere de América Latina”, concluye un nuevo informe del Instituto Elcano, un centro de estudios en Madrid.

Lo mismo vale para América Latina en su relación con China. Esto trae indudables beneficios. Aparte del dinero, a los gobiernos latinoamer­icanos les gusta –y aceptan tal cual la expresan los chinos– la postura de China en materia de gobierno global y cambio climático. Pero la región está entrando en un enredo político con una potencia externa que no tiene interés alguno en la democracia. En unos pocos años, si China tuviera una confrontac­ión militar en el Mar del Sur de China, por ejemplo, algunos países latinoamer­icanos podrían sentirse obligados a respaldar a su nuevo patrocinad­or. “China aún no manda en América Latina”, dice Stuenkel. “Pero su influencia crece día a día”. América Latina debería recelar de las condicione­s que pueden imponerse junto con la oferta china de “ganancias compartida­s”.

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ReuteRs China apunta a la región y ya está invirtiend­o en infraestru­ctura

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