Kim refuerza el desafío y cierra la puerta al diálogo
Organizó un masivo desfile militar y advirtió que en los Juegos no se acercarán a EE.UU.
PYONGYANG.– En la antesala de los Juegos Olímpicos de Invierno del otro lado de la frontera, símbolo de un inédito acercamiento de las dos naciones vecinas, Corea del Norte hizo ayer alarde de su creciente poderío militar en otro desfile donde insistió en que su verdadero enemigo no era Corea del Sur, sino Estados Unidos.
Pyongyang dejó también en claro que no habrá ningún tipo de diálogo entre representantes norcoreanos y norteamericanos durante la cita olímpica, que contará con la presencia del número dos de la administración de Estados Unidos, el vicepresidente Mike Pence.
El contraste no podía ser mayor entre los atletas norcoreanos que confraternizaron con los voluntarios en la villa olímpica surcoreana de Pyengchang y la marcha de soldados y misiles en Pyongyang, donde el líder Kim Jong-un repitió las consignas bélicas que en los últimos meses lo llevaron a confrontar de manera permanente con el presidente norteamericano, Donald Trump.
Vestido con un largo abrigo negro y sombrero de fieltro, Kim y su mujer caminaron sobre una alfombra roja para la apertura del acto en la Plaza Kim Il-sung, donde miles de personas entrenadas para la ocasión lo recibieron con una estudiada coreografía y que formaba su nombre y el símbolo del Partido del Trabajo, una hoz, un martillo y un pincel.
Kim dejó abierto el desfile con un discurso que celebró la conversión de Corea del Norte en “una potencia militar global”, a pesar de enfrentar las “peores sanciones” económicas, que intentan hacer que deje atrás sus sofisticados proyectos nucleares. Kim pidió a su ejército mantener la disposición a combatir contra Estados Unidos y sus “seguidores” para que “las fuerzas invasoras no puedan infringir o acosar la dignidad sagrada y la autonomía de la república ni 0,001 milímetros”.
“Mientras el imperialismo persista sobre la faz de la Tierra y siga la política hostil de Estados Unidos hacia Corea del Norte, la misión de nuestro ejército, que es proteger a nuestro país y a nuestro pueblo y asegurar la paz, no podrá cambiar nunca”, agregó el líder.
El acto sacó a las calles tanques, blindados y aviones que sobrevolaron la plaza en formación conmemorando el 70º aniversario de la creación del ejército, un feriado menor que recuperó notoriedad en 2015 y que este año ganó protagonismo por ser una fecha redonda.
Arsenal
Las fuerzas armadas desplegaron sus armas más potentes, incluyendo los que parecieron ser misiles balísticos intercontinentales Hwasong-14 y Hwasong-15 montados sobre camiones lanzadores, las estrellas del arsenal a disposición de los sueños armados de Kim.
También pareció haber un misil de rango intermedio Hwasong-12, que cruzó Japón en dos ocasiones el año pasado para caer cientos de kilómetros mar adentro y suscitando la enérgica protesta del gobierno del primer ministro Shinzo Abe.
El líder norcoreano estuvo acompañado por otras personalidades del régimen, entre ellas el jefe del Parlamento, Kim Yong-nam, que presidirá la delegación que participará de los Juegos de Pyengchang, la sede del evento, situada a solo 80 kilómetros de la tensa frontera.
La carta fuerte de la delegación norcoreana será sin embargo la hermana menor del dictador, Kim Yo-jong, una de sus más cercanas colaboradoras. Ella estará presente en la ceremonia inaugural, prevista para hoy, y se encontrará mañana con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, una reunión destinada a reforzar la incipiente etapa de distensión que se vislumbra entre los dos países, y que Washington mira con desconfianza. En cambio, no habrá reunión con Estados Unidos, hacia el que Pyongyang tiene previsto dedicarle no mucho más que una fría indiferencia durante el curso del evento.
“Hablando en forma clara, no tenemos intención de reunirnos con el lado norteamericano durante la estadía en Corea del Sur (…) La visita de nuestra delegación a Corea del Sur es solo para participar en los Juegos Olímpicos y festejar su próspera celebración”, declaró a la prensa oficial Jo Yong-sam, director general del Ministerio de Relaciones Exteriores norcoreano.
Si bien Estados Unidos no solicitó sostener conversaciones con funcionarios de Corea del Norte, Pence había dejado abierta la posibilidad de algún contacto. Su mensaje de desmantelar la infraestructura nuclear se mantendría sin cambios.
Pence dijo incluso que Washington pronto daría a conocer “la ronda más dura y agresiva de sanciones económicas contra Corea del Norte”, en otro intento de doblegar la voluntad armada del régimen.