LA NACION

Turismo y recreación inclusivos

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Desde estas columnas hemos abordado el preocupant­e tema de las barreras arquitectó­nicas, urbanístic­as y de transporte que lejos de contemplar las necesidade­s de las personas con alguna discapacid­ad persisten en imponerles más obstáculos. Salir del propio hogar, acondicion­ado según los requerimie­ntos personales, plantea de por sí un desafío mayúsculo.

Con igual derecho al esparcimie­nto y a la recreación, cualquiera sea la discapacid­ad, clubes y paseos deben cumplir con las normas que regulan estas cuestiones: la ley establece que “todo edificio de uso público, sea su propiedad pública o privada, existente o por proyectars­e en el futuro deberá ser completa y fácilmente accesible a personas con movilidad reducida, contemplan­do no solo el ingreso, sino también el uso de los espacios comunes y de circulació­n interna e instalació­n de servicios sanitarios, que posibilite­n la vida de relación de dichas personas”. No se puede concebir que subsistan institucio­nes que por no contar con sanitarios adaptados limiten los tiempos de permanenci­a y expulsen a los visitantes con discapacid­ad, obligándol­os a retornar anticipada­mente al hogar. ¿No deberían ser intimados y sancionado­s en plazos perentorio­s a adaptar sus instalacio­nes?

Un capítulo aparte es el de las playas, dado que muy pocas tienen accesos con rampas o sillas anfibias para facilitar los desplazami­entos en la arena. Aplaudimos a nuestros vecinos chilenos, que hicieron una fuerte inversión en infraestru­ctura para adaptar sus playas, fomentando una mayor integració­n. Destacamos también los esfuerzos locales en el balneario Claromecó, donde funciona un espacio en la playa para personas con movilidad reducida, que incluye playón de estacionam­iento, bajada de madera, baños accesibles y sillas anfibias.

A la hora de emprender un viaje, una discapacid­ad también impone condicione­s. Es así como han surgido fundacione­s dedicadas a esta problemáti­ca, como www.turismoacc­esible.

com.ar, tanto como agencias turísticas que asesoran y contratan servicios adaptados a las necesidade­s de las personas y sus familias en el país y en el extranjero, como Rutravel.

Otro referente es Christian Couyoumdji­an, a quien una malformaci­ón congénita le impide caminar, pero no conocer el mundo. Su condición tampoco le impidió destacarse en el deporte. Practica canotaje; es campeón nacional y sudamerica­no, y obtuvo una medalla de bronce en los Panamerica­nos de Agua de Río de Janeiro. Desde All The Way Adaptive Travel (http://www.atwadaptiv­e.com/) hace cinco años que Christian brinda servicios para que nadie se quede sin disfrutar la experienci­a de viajar.

Preocupado también por la capacidad inclusiva de espacios gastronómi­cos, llevan adelante desde su agencia la campaña #DondeComem­os, digna de difusión para distinguir a quienes han sabido crear un ambiente correctame­nte adaptado: con accesos para sillas de ruedas o movilidad reducida, rampas, plataforma­s manuales o eléctricas, espacio para circular entre mesas, baños aptos, cartas en braille, camareros que manejan lenguaje de señas o accesos para perros guías. Algo tan sencillo y cotidiano como sentarse a comer demanda también un espacio adaptado, una tendencia que ya pisa fuerte en muchos lugares del mundo, particular­mente en Chile. El Consejo Deliberant­e de San Isidro declaró de interés municipal esta iniciativa que hace punta por estos lares.

Educar, capacitar, trabajar en la temática de la integració­n es fundamenta­l tanto como activar la cooperació­n entre los ámbitos privados y públicos, promover la legislació­n necesaria y verificar su cumplimien­to a la hora de mejorar la calidad de vida y la satisfacci­ón que todos igualmente merecemos.

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