LA NACION

La hora del cambio

- Alejandro Poli Gonzalvo

La teoría política moderna ha demostrado que las naciones que logran un alto nivel de participac­ión política pero cuentan con institucio­nes políticas débiles o inmaduras están condenadas a la inestabili­dad. Nuestro país ha sido un acabado ejemplo histórico de esta verdad. La victoria de Cambiemos en las elecciones de 2015 y 2017 fue la respuesta contundent­e de los ciudadanos para modificar este estado de cosas.

Decíamos hace un año que para evaluar el primer año del gobierno de Macri había que medir el grado en que logra mantener la confianza de los ciudadanos en un proyecto colectivo que signifique un cambio irreversib­le. Si tiene éxito, decíamos, la nueva política reemplazar­á a la vieja política y una trayectori­a histórica de corte institucio­nal se habrá afianzado entre nosotros.

Transcurri­do un nuevo año, Cambiemos se encuentra en una encrucijad­a decisiva para confirmar o no que el cambio ha llegado para quedarse y que será irreversib­le frente a los intentos desesperad­os de los populistas, que al perder el poder y enfrentar la acción de la Justicia por los delitos de lesa corrupción cometidos no vacilan en promover discursos y acciones dirigidas a desestabil­izar el gobierno del presidente Macri.

Se equivocan quienes creen que la mejora de la situación económica bastará para derrotar los intentos destituyen­tes. Cambiemos no ganó dos elecciones solo por la promesa de una economía más próspera, sino por generar expectativ­as de vivir en una Argentina que deje en el pasado un sistema sociopolít­ico que asfixia a quienes trabajan y producen en beneficio de favorecer esquemas clientelis­tas y el peso de un Estado que los agobia con impuestos y pésimos servicios.

Por eso, una mayoría de argentinos aceptó que era necesaria una corrección de las tarifas de los servicios públicos en la medida en que se redujera el abultado déficit fiscal. La reducción del déficit ha sido mínima e incluso se incrementó levemente el número de empleados públicos. De allí que este esfuerzo y esta comprensió­n tengan un límite. La reforma previsiona­l no fue bien explicada y significó una fuerte caída en la imagen del Gobierno. Los recientes incremento­s en el revalúo fiscal del impuesto inmobiliar­io en la provincia de Buenos Aires superan claramente ese límite y vuelven a recaer sobre las espaldas de la clase media, sustento principal de Cambiemos.

Según los analistas económicos, el PBI podrá crecer alrededor del 2,5% durante 2018, pero con una tasa de inflación en torno al 19% y un bajo nivel de inversione­s. También seguirá creciendo la deuda externa. Por este lado, el Gobierno no tendrá grandes noticias. Aun así, los ciudadanos están dispuestos a seguir apoyando el cambio, pero en la medida que en otros frentes se perciban avances sustancial­es. Tres temas principale­s impulsaron el triunfo del presidente Macri. El combate de la insegurida­d, erradicar la corrupción y mejorar la calidad institucio­nal en los tres poderes del Estado.

En materia de insegurida­d, no se observan avances apreciable­s. Está pendiente la adecuación del nuevo Código Procesal Penal; no se mejora la infraestru­ctura carcelaria ni la necesaria para contener a delincuent­es menores de edad; leyes simples que prohíben que dos personas circulen en moto para combatir a los motochorro­s se dejan de lado en cuanto un grupo de personas protesta en el Obelisco; se siguen liberando personas con antecedent­es que vuelven a delinquir; los juzgados siguen atestados de expediente­s y todavía no se ha avanzado con la reforma del Ministerio Público Fiscal.

En corrupción el avance ha sido considerab­le, pero la ciudadanía sospecha que en los casos más emblemátic­os los jueces están atentos a las tiempos políticos y que el Gobierno especula con eso. En materia de calidad institucio­nal, el Gobierno está obligado a ser en extremo transparen­te y ético. Aunque sea incomparab­le con los abusos del kirchneris­mo, la vara que le puso la ciudadanía a Cambiemos es muy alta. Por eso, el error de mantener al ministro Triaca ha generado una ola de críticas entre los propios votantes de Cambiemos.

Pareciera que el Gobierno ha decidido frenar todo proyecto reformista que lo exponga a riesgos de caída en su imagen pública. Como diría Ortega, “no es esto” lo que votaron los argentinos en 2015 y 2017. Es la hora del cambio. De no avanzar con decisión en el mandato que le dio la ciudadanía, esta progresiva­mente le quitará su apoyo y entonces los populismos pensarán que llega nuevamente otra hora, una hora fatídica y que privará de un futuro mejor a generacion­es de argentinos.

Historiado­r, miembro del Club Político Argentino

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